[ADVERTENCIA:
EN EL PRESENTE ARTÍCULO SE
REVELAN IMPORTANTES DETALLES DE LA TRAMA DE ESTE FILM.] El planteamiento de
esta pequeña producción coescrita y dirigida por Matt Skandari, conocida con el
título de 12 Feet Deep (2016) y
subtitulada Trapped Sisters, no puede
menos que recordarnos al de la reciente, y también modesta, A 47 metros (47 Meters Down, 2017,
Johannes Roberts) (1). Si esta
última giraba alrededor de la odisea de dos jóvenes hermanas de vacaciones por
México que, de manera accidental, acababan en el fondo del océano, atrapadas
dentro de una jaula de protección contra tiburones, a riesgo de morir ahogadas
tan pronto se acabara el aire de sus equipos de submarinismo o de ser devoradas
por los escualos, las protagonistas de 12
Feet Deep también son un par de hermanas que sufren un accidente más,
digamos, cotidiano. La acción transcurre en una piscina pública a donde han ido
a nadar Bree (Nora-Jane Noone) y Jonna (Alexandra Park). Llegada la hora de
cierre del establecimiento, el antipático encargado del mismo (nada menos que
Tobin Bell) tapa la piscina con la cubierta automática de fibra de vidrio de la
misma, dejando atrapadas por descuido bajo la misma a las hermanas.
A
partir de ese momento, Bree y Jonna deben unir fuerzas para sobrevivir al menos
durante una noche dentro de la piscina, aprovechando para respirar el medio
metro escaso de espacio libre entre la superficie del agua y la cubierta, y haciendo
frente a numerosos peligros: el cansancio, el frío, el riesgo de ahogamiento o
la creciente posibilidad de que Bree caiga en un coma diabético si no se
inyecta su insulina en las próximas horas. Un planteamiento en torno a una
“situación límite”, que asimismo recuerda vagamente al de la sobrevalorada
película de Rodrigo Cortés Buried
(ídem, 2010) (2), y que al igual que
ocurría con esta última, apenas da para un corto o un mediometraje, algo que en
el caso de 12 Feet Deep se nota, y
mucho, en los ímprobos esfuerzos de Matt Skandari y su coguionista, Michael
Hultquist, para alargar dramáticamente la trama con vistas a que alcance los 85
minutos que dura el film, créditos incluidos.
La
trama se “infla”, por así decirlo, introduciendo varios elementos. El primero es
de tipo psicológico, pues el cautiverio de las protagonistas es la excusa
dramática para que ambas salden deudas de su pasado. Bree, que tiene un
prometido con el cual ha hecho planes de boda (David: Christian Blackburn), le
reprocha a Jonna sus problemas con las drogas que todavía no parece haber
superado por completo (antes de verla entrar en la piscina, vemos que Jonna
esconde una pequeña inyección en la guantera de su coche). Y Jonna le
echa en cara a Bree sus “sermones” y la aparente actitud de indiferencia demostrada
hacia el padre de ambos, un alcohólico violento que murió quemado y al cual
Bree también intentó, aparentemente, salvar (de ahí las vistosas cicatrices de
quemaduras que todavía conserva en un brazo). En segundo lugar, se presenta a
un nuevo personaje, Clara (Diane Farr), la demente encargada de la limpieza y
una delincuente en libertad condicional que se aprovecha de la situación de las
hermanas para intentar sacar tajada de la misma; pero, además de un recurso
dilatorio destinado, como digo, a estirar el film hasta una duración estándar, algo
que se nota en demasía, resulta tan forzado y poco verosímil como el resto del conjunto.
También hay un “falso final feliz” en forma de sueño que recuerda al doble twist de la mencionada A 47 metros.
Todo
eso, y otras revelaciones que irán saliendo a la luz, carecen en sí mismas
consideradas del menor interés, más allá de proporcionarles “carne” y juego
dramático a las actrices que interpretan a las protagonistas, y cuya buena labor
es sin duda alguna uno de los pocos puntos positivos de la película. De hecho,
y por más que a simple vista pueda no parecerlo, 12 Feet Deep está más cerca, por temática y por resolución, por
forma y por fondo, del melodrama de introspección psicológica que del thriller. Pese a todo, son las escenas de
“suspense” las que impiden que el film se desplome por completo, y no porque
sean particularmente brillantes, sino porque al menos introducen dinamismo en
lo narrado. Momentos como el de las hermanas buceando en el fondo de la piscina
para recuperar el anillo de compromiso de Bree, mientras el encargado cierra la
cubierta sobre ellas; sus intentos de ensanchar un agujero en esa misma
cubierta usando un trozo de plástico a modo de sierra; la escena en la que
Clara las atormenta conectando la salida de cloro, amenazando con ahogarlas, o
desconectando el agua caliente, para que mueran heladas; o sus esfuerzos por
arrancar una rejilla metálica del fondo de la piscina y usarla para ensanchar
el agujero a golpes, resultan cuanto menos efectivos, pero tampoco consiguen
remontar la discreta calidad de una película que se ve y se olvida con
facilidad.