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jueves, 23 de julio de 2015

“CALLES DE FUEGO” – “EL DESAFÍO: FROST CONTRA NIXON” – “SLUMDOG MILLIONAIRE”



[NOTA: Originalmente publicado el 14 de febrero de 2009 en la primera versión de mi blog en Blogspot.es.]

Calles de fuego (Streets of Fire, 1984), de Walter Hill.- Hace poco he revisado en DVD esta película de Walter Hill que, sin estar entre lo mejor de su director, me ha parecido mucho más curiosa de como la recordaba (téngase en cuenta que la primera y creo que hasta ahora única vez que la vi fue en el momento de su estreno en cines). A pesar de que su argumento roza la más completa nadería —el rescate de una estrella del rock, Ellen Aim (Diane Lane), secuestrada por una banda de motoristas liderada por Raven Shaddock (Willem Dafoe), que deben llevar a cabo el duro exnovio de la cantante, Tom Cody (Michael Paré), la actual pareja y mánager de la chica, Billy Fish (Rick Moranis) y una no menos dura exmujer soldado que responde a la nada femenina denominación de McCoy (Amy Madigan)—, y de contar con un protagonista insoportable —el citado Paré, cuya carrera no tardó en derivar hacia producciones de segunda fila—, el conjunto resulta simpático, de puro delirante. Anunciada ya desde sus mismos créditos como “una fábula de rock & roll” (sic), la acción de Calles de fuego transcurre en una ciudad imaginaria (una Nueva York recreada en estudio) y en una época inconcreta entre los años 50 y la actualidad, lo cual explica la notable estilización visual del producto. Con abundancia de secuencias nocturnas que transcurren en calles solitarias de aceras mojadas sobre las cuales destellan luces de neón de variados colores, Calles de fuego retoma, por un lado, la estructura narrativa de una de las más famosas películas de Hill, The Warriors (Los amos de la noche) (The Warriors, 1979), en lo que concierne a la huida nocturna de los héroes tras el rescate de la cantante; por otro, está considerada —no sin razón— una de las primeras producciones cinematográficas de Hollywood que experimentó con el lenguaje del videoclip, algo que se hace patente en las escenas de las actuaciones musicales de Ellen Aim a ritmo de Jim Steinman. El resultado, insisto, no está completamente conseguido, en gran medida por culpa de la pobreza de personajes y situaciones, y comprendo que pueda disgustar o decepcionar, pero aún así hace gala de un vigor y una personalidad que se echan en falta en el Hollywood de hoy en día.

     


El desafío: Frost contra Nixon (Frost/Nixon, 2008), de Ron Howard.- También me ha decepcionado un poco el último trabajo del firmante de Una mente maravillosa (A Beautiful Mind, 2001), quizá porque las primeras impresiones auguraban que nos hallábamos ante la mejor película de su realizador, el cual a pesar de la tónica generalmente discreta, cuando no mediocre, de su filmografía tiene para mi gusto un par de títulos dignos de estima: el interesante western Desapariciones (The Missing, 2003), injustamente menospreciado por el mero hecho de venir firmado por Howard, y la correcta aunque excesivamente convencional Cinderella Man (ídem, 2005), respecto a la cual me remito al comentario que he escrito para el portal Cine Archivo. El desafío: Frost contra Nixon es un film no menos digno que los mencionados y que se sitúa rápida y un tanto fácilmente entre lo más interesante de Howard, por más que para mi gusto la película no termine de colmar todas las posibilidades del texto del que parte, una obra de teatro original de Peter Morgan adaptada al cine por su mismo autor. Al contrario que La duda, que comento en otro lugar de este blog, El desafío: Frost contra Nixon busca rehuir su origen teatral y lucha con tal de erigirse en un film con autonomía cinematográfica propia. Ello, en teoría respetable, da pie en la práctica a una película a la cual se le nota demasiado este esfuerzo antiteatral, sobre todo por mediación de una serie de (falsos) insertos documentales en los cuales asistimos a las declaraciones, en tiempo supuestamente actual, de diversos personajes que estuvieron relacionados en la entrevista televisiva real que el periodista británico David Frost (Michael Sheen) logró concertar con el expresidente de los Estados Unidos Richard Nixon (Frank Langella) en 1976, tan solo dos años después de que el mandatario se viera obligado a dimitir de su cargo para eludir un proceso judicial por su implicación en el famoso caso Watergate. Por otro lado, esa inserción de declaraciones de diversos personajes —como el asesor de Nixon Jack Brennan (Kevin Bacon) y los tres colaboradores de Frost, James Reston (Sam Rockwell), John Birt (Angus Macfadyen) y Bob Zelnick (Oliver Platt)— está resuelta, asimismo, convencionalmente, dando a entender una vez que Howard es de esos cineastas que, cada vez que se acercan a un género codificado, lo hacen aplicando las reglas del manual y sin molestarse en intentar hacer con ellas algo diferente: El desafío: Frost contra Nixon es una aproximación por parte de Ron Howard tan formularia e impersonal al, digamos, “thriller político” como Willow (ídem, 1988) lo fue a la fantasía heroica, Llamaradas (Backdraft, 1991) al cine de catástrofes, Un horizonte muy lejano (Far and Away, 1992) al western, Rescate (Ransom, 1996) al thriller policíaco o Cinderella Man al “melodrama pugilístico”: actos de pleitesía a las convenciones de cada uno de esos géneros. El resultado, a pesar de todo, no es desagradable y tiene buenos momentos, en gran medida gracias a sus magníficos actores. 




Slumdog Millionaire. ¿Quién quiere ser millonario? (Slumdog Millionaire, 2008), de Danny Boyle.- Hay veces que, ante películas como esta, precedidas de tanta fama, tantos premios y tantos, tantísimos elogios, no tengo más remedio que cuestionarme seriamente mi salud mental, dado que este último film de Danny Boyle me ha parecido un engendro de campeonato. Este realizador de Manchester nunca ha sido santo de mi devoción; con las excepciones, relativas, de su ópera prima, Tumba abierta (Shallow Grave, 1995), de su divertidísimo telefilm Strumpet (2001) y de la hasta cierto punto simpática Millones (Millions, 2004, otra de niños y dinero…), nada de lo que le he visto me ha impresionado particularmente —28 días después (28 Days Later…, 2002), Sunshine (ídem, 2007)—, cuando no me ha aburrido profundamente —Trainspotting (ídem, 1996), Una historia diferente (A Life Less Ordinary, 1997), La playa (The Beach, 2000)—… Slumdog Millionaire me parece, y lo digo sinceramente, una “película de temporada”, que puede producir (y, por lo visto, está produciendo) un gran impacto en el momento en que se ve, pero que se olvida con facilidad. Una fotografía llamativa que no es más que puro fuego de artificio, un esteticismo vulgar, y un montaje corto, cortísimo, que va dando pinceladas de aquí y de allá pero que impide que nada, absolutamente nada, quede prendido en el ánimo del espectador, son los rasgos más destacados de un relato que, a falta de conocer la novela de Vikas Swarup en la que se inspira, hace gala además de un guión simplón y sin matices, particularmente ridículo en sus tramos finales (los cuales, en atención a quienes todavía no hayan visto el film, me abstendré de comentar). Lo peor, lo más irritante del mismo, es que a ratos parece que realmente pretende ser una película, digamos, “seria”, cuando en la práctica todo lo que muestra es o bien efectista, o bien simplemente decorativo: hasta las montañas de basura donde los famélicos niños de Mumbai buscan algo que comer resultan “bonitas”, lo cual no puede ser más vergonzoso. En mi opinión, un film muy, muy mediocre. 

              

1 comentario:

  1. No puedo con casi todo el cine de Ron Howard, aunque comparto el aprecio que siente TFV por el western "The Missing". Además, sugiero a los detractores de este director que vean "Rush", que para mí es su mejor película, aunque siendo malévolos podríamos darle parte del mérito a Paul Greengrass, porque según parece éste y Howard se intercambiaron los proyectos de "Rush" y "Capitán Philips" estando ambos ya bastante avanzados.

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