Los aficionados al cine fantástico, y más concretamente a la variante temática de la cinematografía japonesa conocida como kaiju-eiga, o cine de monstruos gigantes, conocen muy bien a Ishirô Honda, el realizador que tuvo el honor de inaugurar oficialmente este subgénero con la seminal Japón bajo el terror del monstruo (Gojira, 1954), primera de las luego numerosísimas andanzas del célebre dinosaurio radioactivo Godzilla. La película que aquí nos ocupa es una de las más conocidas de Honda, amén de una de las más delirantes: ahí es nada mezclar en una misma trama a King Kong con elementos propios del cine de ciencia ficción y algún que otro toque a lo James Bond, esto último nada raro teniendo en cuenta que el film está fechado en 1967 y que en su reparto hallamos a la actriz Mie Hama, quien ese mismo año había sido una “chica Bond” en Solo se vive dos veces (You Only Live Twice, 1967, Lewis Gilbert).
Pero vayamos por partes. King Kong se escapa (Kingu Kongu no gyakushû/ King Kong Escapes, 1967) surgió –tal y como explicaba Carlos Díaz Maroto en el interesante folleto que acompañaba a la edición en DVD del film a cargo de Vellavisión (2009)– de un acuerdo de producción entre la productora nipona Toho y la productora de dibujos animados norteamericana Rankin Bass Productions, dado que esta película es a su vez una adaptación de la serie de televisión animada The King Kong Show/ Sekai no Osha King Kong daikai (1966), coproducida a su vez por Rankin Bass con otro estudio japonés,
Ingenua hasta decir basta, King Kong se escapa puede ser una delicia si se mira como lo que en el fondo es, un divertido pastiche de géneros, o un tormento, si lo que se busca es algo mucho más riguroso. Aquí nos decantaremos por la primera opción. En este sentido, el film de Honda es un auténtico festival de referencias, pero llevado a cabo de manera franca y abierta, sin coartadas falsamente culturales ni prejuicios de ninguna índole. Ya hemos mencionado que la serie 007 ejerce una notable influencia en el conjunto; de hecho, ningún jerifalte de la organización ESPECTRA le haría ascos a la guarida subterránea situada en el Polo Norte del villano Dr. Who (Eisei Amamoto) –o Dr. Wu, dependiendo de las versiones–, cuya capa le proporciona un inesperado aire “vampírico” y que, a pesar de su nombre, dicho sea de paso, no tiene absolutamente nada que ver con el homónimo héroe de la célebre serie de televisión británica creada por Sydney Newman; asimismo, la secuaz del Dr. Who, Madame X (Mie Hama) –o Madame Piraña (sic), según otras versiones–, encargada de financiar las operaciones secretas del primero, lo hace en representación de una potencia cuyo nombre nunca es mencionado y que es enemiga del así llamado “mundo libre”, una clara referencia al clima de guerra fría de la época. De hecho, a partir de aquí, la trama se decanta hacia una especie de variante del argumento del King Kong de 1933, que incluye una visita a la isla donde vive el gorila gigante, aquí llamada isla de Mondo, y una reedición, mucho más púdica e infantilizada, del popular mito de
(1) Véase mi comentario en DIRIGIDO
POR…, n.º 517 (mayo 2021), sección Cinema Bis: http://elcineseguntfv.blogspot.com/2021/04/elproximo-12-de-junio-se-cumplen-cien.html
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