[ADVERTENCIA: EN EL PRESENTE ARTÍCULO SE REVELAN IMPORTANTES DETALLES DE LA TRAMA DE LA QUINTA TEMPORADA DE ESTA SERIE.] Comentaba hace unos meses en otro lugar, si bien centrándome en tan solo los dos primeros episodios de esta quinta temporada de El cuento de la criada (The Handmaid’s Tale, 2017- ) (1), que, a simple vista, y en función únicamente de esos dos primeros capítulos, esta temporada parecía limitarse a continuar los elementos fuertemente asentados en la cuarta (2). En cambio, y al contrario de lo que parecía en un primer momento y en virtud, insisto, únicamente de esos dos primeros episodios, la quinta temporada de la serie ha ido suavizando sus contenidos a lo largo de esta nueva tanda de 10 capítulos, con vistas a culminar en una sexta temporada que se anuncia ya como la final, sin perjuicio de la más que probable adaptación de la excelente secuela literaria del original homónimo en el que se basa la serie, y escrita por la misma autora, Margaret Atwood: Los testamentos (3).
Recordemos que la cuarta temporada concluyó de un modo tan dramático como polémico: June Osborne (Elisabeth Moss) y su ejército de antiguas Criadas de Gilead (ergo, esclavas sexuales) se vengaban del comandante Waterford (Joseph Fiennes) destrozándolo con uñas y dientes, cual versión moderna de las Bacantes. La quinta temporada arrancó justo en el mismo punto en el que concluyó la anterior, con June regresando a su casa al lado de su marido Luke (O-T Fangbele), y dispuesta, por un lado, a hacer frente a las consecuencias legales del asesinato que Waterford que ella está dispuesta a asumir en solitario, pero, por otra parte, orgullosa de haber consumado su venganza contra el monstruo que la maltrató y violó en repetidas ocasiones. La quinta temporada de la serie parecía haber dejado atrás ese elemento distintivo que suscitó tanta controversia en su momento, su tendencia hacia el torture porn (es decir, cierta delectación morbosa, fuera o no involuntaria y aun con ánimo de denuncia, hacia la exhibición de vejaciones físicas y psicológicas que sufren los personajes femeninos), reemplazándola por otra no menos políticamente incorrecta: el rape & vengeance. Los dos primeros episodios presentaron a una June al borde de la locura, orgullosa de haberse manchado con la sangre de Waterford y con ganas de completar su sed de venganza en la persona de la esposa y ahora viuda del comandante, la no menos cruel Serena (Yvonne Strahovski). Estos dos primeros capítulos eran, en este sentido, tan contundentes, que hasta las (muy escasas) pinceladas irónicas resultaban ser de humor negro: June se entrega a la policía canadiense para responder por el asesinato de Waterford, pero no solo no lo consigue, porque el crimen fue cometido en una zona libre entre Gilead y Canadá sobre la cual no hay jurisdicción alguna, sino que, además, como sigue manchada de la sangre de su víctima, ¡la multan por transporte ilegal de ADN!
Esta quinta temporada ha consolidado el poder de decisión que la actriz Elisabeth Moss tiene en la producción de la serie, no solo como principal protagonista y productora ejecutiva, sino también como realizadora: ya firmó los episodios tercero, octavo y noveno de la cuarta temporada, y hace otro tanto con los dos primeros de la quinta, los cuales suelen ser los que marcan la pauta de toda la temporada, y con el décimo y último de esta temporada. Una temporada que se anunciaba repleta de odio y violencia: el primer episodio incluyó momentos tan insanos como la (fugaz) exhibición del cadáver desnudo y destrozado de Waterford; y el segundo, escenas de gran crueldad, como la del envenenamiento de las Criadas Janine (Madeline Brewer) y Esther (Mckenna Grace), con ambas escupiendo sangre tras la ingesta de unos bombones emponzoñados, o la del funeral del comandante Waterford, retransmitido en directo por televisión, durante el cual Serena se vale, sádicamente, de Hannah (Jordana Blake), la hija de June y Luke todavía prisionera en Gilead, para restregársela por la cara a la protagonista e incitarla todavía más a consumar su revancha.
Sin embargo, y acaso conscientes de que la serie estaba tomando unos derroteros “incorrectos” (pero, a mi entender, y por eso mismo, estimulantes, en tanto que arriesgados), proponiendo, sotto vocce, una apología de la venganza del tipo “contra violación, castración”, el giro argumental dado, sobre todo, en los episodios quinto y sexto, acabó dándole la vuelta a ese planteamiento radical, reconduciéndolo hacia un territorio menos conflictivo. June y Luke se han arriesgado, entrando clandestinamente en Gilead, con tal de recuperar a su hija Hannah. Hechos prisioneros, son separados, y June, conducida en presencia de Serena. Hemos visto antes que la posición de Serena, en avanzado estado de gestación, dista mucho de ser agradable. Embarazada como está, ha pasado a convertirse para Gilead en una preciosa mercancía que debe ser cuidada a cualquier precio, aunque eso le suponga tener que tragarse a litros su propia medicina: privada de libertad, aislada en su habitación, y consciente de que pueden arrebatarle a su hijo apenas nazca, Serena parece comprender, de este modo, el sufrimiento que ella –una de las madres fundadoras de Gilead– ha infligido a tantas y tantas Criadas obligadas a ser folladas por sus Comandantes, a quedarse preñadas sí o sí, y luego a dejar que otras mujeres –las esposas de los Comandantes– críen a sus bebés apartándolos de su lado.
De ahí que, en el momento culminante de esta temporada, cuando Serena tiene a June a su merced y a punta de pistola, no solo decide no matarla, sino que, además, huyen juntas. Más aún: Serena se pone –previsiblemente– de parto y June, a regañadientes, la asiste en el mismo, en el interior de un humilde granero, en una secuencia que viene a ser una (otra) exaltación de la maternidad tanto o más potente que la celebrada de la segunda temporada en la cual June paría en solitario a su segunda hija: dos mujeres antitéticas, adversarias, unidas a pesar de sus diferencias ante el milagro de la vida. No por casualidad, el último capítulo de esta quinta temporada concluye con un plano en el cual vemos a June, con su hija pequeña en brazos, y a Serena, haciendo lo propio con su bebé, huyendo juntas a bordo de un tren, en lo que promete ser, al menos a primera vista, el anuncio de una inesperada alianza de mujeres rivales ahora unidas en la defensa de la maternidad. Guste o no semejante discurso, hay que reconocer que los responsables de El cuento de la criada hacen gala de una notoria habilidad para nadar y guardar la ropa, pasando de puntillas sobre cuestiones espinosas sin perder la compostura.
(1)
El cuento de la criada, Temp. 5, ep. 1 y 2. Se acerca el día de la
venganza. DIRIGIDO POR…, n.º 532, octubre 2022: http://elcineseguntfv.blogspot.com/2022/09/dirigido-por-octubre-2022-ya-la-venta.html
(2)
“El cuento de la criada”: tercera aproximación: http://elcineseguntfv.blogspot.com/2021/06/el-cuento-de-la-criada-tercera.html
(3)
“El cuento de la criada”. Cuarta aproximación: “Los testamentos”: http://elcineseguntfv.blogspot.com/2022/10/el-cuento-de-la-criada-cuarta.html
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