Hace
algunas semanas que ha empezado a circular el núm. 6 de Cine-Bis, estupenda publicación cinéfila coordinada por el amigo
Javier G. Romero, y que en relativamente poco tiempo ha acabado ganándose un
espacio (y un respeto) entre los aficionados al cine de género por la variedad,
diversidad y originalidad de sus contenidos.
En
este número he tenido ocasión de colaborar con el artículo La llamada de África. Cine de aventuras en el continente negro: “Cuando hablamos de “cine de aventuras
africanas”, incurrimos en una ambigüedad bastante lógica, fruto de una
convención establecida a lo largo de la historia del cine. Damos por hecho que
cine de aventuras africanas es aquél que transcurre en África, pero en la
práctica entendemos por cine de aventuras “africanas” aquellos relatos
aventureros que tienen lugar en la selva africana. Estamos hablando de un estereotipo que relaciona al “África negra”
con la idea de África; como si en un continente de la vastedad del africano no
existiese otra geografía que la tropical, formada por junglas enmarañadas
pobladas de animales salvajes y habitadas por tribus negras que viven en chozas
de paja y usan lanzas y flechas mientras bailan frenéticamente alrededor de las
hogueras”.
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