[ADVERTENCIA:
EN EL PRESENTE ARTÍCULO SE
REVELAN IMPORTANTES DETALLES DE LA TRAMA DE ESTE FILM.] La propuesta de
Hong Sang-soo en Ahora sí, antes no
(Ji-geum-eun-mat-go-geu-ddae-neun-teul-li-da, 2015) es tan sencilla, que roza
lo simplón. Rápidamente explicado, consiste en narrar dos veces seguidas la
misma trama argumental, asimismo muy sencilla –la relación entre Ham (Jeong
Jae-yeong), un director de cine, y Yoon (Kim Min-hee), una pintora–, pero
ofreciendo una serie de ligeras variaciones de desarrollo y, sobre todo, de
tono la segunda vez que se narra lo mismo con respecto al primer relato. Por
tanto, podemos decir que nos hallamos ante una misma trama argumental de la
cual se nos ofrecen dos variantes dentro de un mismo film, o si se prefiere,
que nos hallamos antes dos pequeñas películas ensambladas en un único
largometraje que ofrecen otras tantas posibilidades, otras tantas distintas
maneras, de contar lo mismo. Huelga añadir que el carácter experimental de
semejante planteamiento resulta obvio. Lo que Hong parece querernos decir es
que una misma trama es susceptible de ser narrada de dos, tres o más maneras
diferentes, y que cada uno de estos distintos enfoques nace a la luz de
pequeños cambios no solo a nivel de guion, diálogos y dirección de actores,
sino también mediante pequeñas alteraciones en la planificación de la “segunda”
película con respecto a la “primera”.
Por
ejemplo, en la primera mitad del film (o, si se prefiere, en la primera de las
dos películas casi idénticas que llenan sus 121 minutos de metraje), vemos cómo
la joven Yoon se siente muy turbada por el hecho de estar en presencia de un
famoso director de cine la primera vez que vemos la secuencia de su encuentro
en el templo; en cambio, en la segunda mitad del film/ en la segunda película
variante de la primera, Yoon muestra más aplomo ante Ham, no dejándose
impresionar en demasía. Luego, si en la primera versión de la trama vemos a
Yoon encajando con serenidad las críticas que Ham hace de sus pinturas, en la
segunda versión Yoon se siente molesta por esas mismas críticas de Ham. Más
adelante, en la secuencia de la cena en el restaurante de sushi, en la primera
versión vemos a un Ham bastante borracho declarándole su amor a Yoon, mientras
que en la segunda versión de la misma secuencia Ham también le confiesa sus
sentimientos a Yoon, pero se muestra mucho más sereno. Asimismo, en la
posterior reunión de Ham y Yoon en la cafetería con los amigos de esta última,
Ham se muestra muy bebido pero lúcido, pero en la segunda versión, Ham llega al
extremo de desnudarse, completamente borracho, ante las dos amigas de Yoon.
Asimismo, en la primera versión, el regreso de Yoon a la casa que comparte con
su madre es mucho más breve que en la segunda versión, donde vemos, en cierto
sentido, “la trastienda” de la primera versión de la secuencia, es decir, cómo
Ham ha acompañado a Yoon hasta su vivienda y la conversación que tienen en la
calle poco antes de que la muchacha entre en casa.
La
simplicidad de este planteamiento a nivel dramático, que se agota a partir de
su mismo enunciado (toda la historia no ya del cine, sino del arte y de la
cultura en general, está llena de ejemplos de variantes distintas de unos
mismos temas, relatos o estructuras narrativas), se refleja a partir de la
puesta en escena, asimismo muy sencilla, de Hong. El cineasta surcoreano
recurre a una planificación aparentemente simple, si bien vehiculada sobre unos
elaborados planos-secuencia, hasta el punto de que muchas secuencias están
resueltas en un único encuadre de larga duración, bien sostenido por la
excelente labor de los intérpretes (en particular Jeong Jae-yeong). Una
planificación que, asimismo, intenta evitar en la medida de lo posible el
estatismo mediante lentos o rápidos reencuadres, por medio de zooms asimismo lentos o rápidos, que
pasan de plano general/ plano americano a plano medio, o mediante panorámicas a
izquierda y derecha del cuadro, y sin perjuicio de que, en un momento dado, el
realizador opte por volver a abrir el encuadre y dejarlo en la posición
inicial.
Ahora sí, antes no
es una pequeña y más bien modesta curiosidad que puede verse con simpatía
siempre y cuando se acepte como lo que tan solo es: una obra modesta y sin pretensiones,
que se limita a exponer, de la forma más simplificada posible, un enunciado
que, como digo, tampoco va más allá ni resulta en absoluto novedoso. Ahora
bien, que haya quien vea en esto no ya una obra maestra del cine (lo cual no me
parece ni bien ni mal), sino incluso una revolución del lenguaje del cine, me
resulta completamente incomprensible. No dudo de la honestidad de quien así lo
cree sinceramente. Me limitaré a decir que, para que una película me parezca
una obra maestra, tiene que dar más, mucho más de sí; y que un enunciado
teórico, por correcto que pueda ser, tiene que estar visualizado de una manera
más poderosa, más atractiva. Y es que no hay nada peor que la pretensión de
domesticar el arte mediante criterios académicos que no hacen sino constreñirlo,
empobrecerlo y dejarlo irreconocible.
Es curioso, a estas alturas se podrían establecer varios subgéneros de tus columnas: dos en los que te ocupas de prestigios excesivos, como el subgénero "no nos volvamos locos" (está bien, pero no nos pasemos; ejemplos, además de esta, "La clase", "El artista", "Perdida", "Amor/Tabú") y el subgénero "¿Nos hemos vuelto locos?" (autoexplicativo: "La noche más oscura", por ejemplo). Pero últimamente te ocupas más de otro subgénero más querido para ti, "¿Donde está todo el mundo?", en el cual reivindicas películas desconocidas o, más habitualmente, destrozadas por la inercia de la masa. Haces bien: estas últimas hacen que yo y otros que confían en ti demos oportunidades a películas que de otra manera pasarían de largo, en muchos casos con recompensa. Muchas gracias por todos estos años y espero seguir contando con tu guía durante muchos más.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buenos días, RealMcManus, y sobre todo, gracias por tener la infinita paciencia de leer lo que escribo. Me ha hecho mucha gracia el comentario que haces sobre lo que publico en este blog. Vuelvo a insistir, como he repetido en infinidad de ocasiones (pero, me temo, con escaso éxito), que cuando, por así decirlo, "hablo mal" de películas de prestigio, o al revés, "hablo bien" de otras que no lo tienen, ello no obedece a un plan preestablecido por mi parte, sino que es el resultado de un impulso de escribir sobre algo que quiero expresar, y que hago tan solo en mis ratos libres. Reitero, asimismo, que lo que yo opino no va a misa ni para por el estilo, y que siempre parto de la base de que puedo estar totalmente equivocado en mis valoraciones, las cuales solo son eso, "mis" valoraciones, y lo que puedan valer (si es que valen algo) depende única y exclusivamente de la solidez de lo que pueda o sepa argumentar, nada más (y nada menos). Mi intención es seguir con el blog todo el tiempo que pueda, y si últimamente no me dedico más frecuentemente a él no es porque no quiera, sino porque no siempre puedo dedicarle la atención que querría ya que, huelga decirlo, me divierto mucho con él.
EliminarSaludos cordiales.