martes, 22 de junio de 2010
“PERDIDOS”: UNOS APUNTES… Y UNOS CUANTOS “SPOILERS”
De entrada, y antes de que alguien se ponga a teclear rápidamente un comentario al respecto, lo diré yo mismo: ya sé que este blog se llama El Cine Según TFV y no El Cine y La Televisión Según TFV, o El Audiovisual Según TFV, o Lo Que Sea Según TFV, pero a pesar de ello, y a riesgo que parecer incoherente (que no lo soy, como ahora veremos), quiero dedicar una entrada a la serie de televisión Perdidos (Lost, 2004-2010), y ello por varias razones. La primera de ellas, porque es uno de los seriales televisivos norteamericanos que he seguido con interés desde el principio y en su integridad, y sobre el cual, por tanto, puedo hablar con conocimiento de causa. Porque, si bien este blog se centra en cine, no me es ajena la influencia que la ficción televisiva estadounidense de estos últimos tiempos está ejerciendo sobre el cine, en lo que puede verse una especie de devolución de la influencia que, décadas atrás, tuvo el cine sobre la televisión, sobre todo en sus dos primeras décadas de vida (años cincuenta y sesenta), en las cuales aquélla empezaba a desarrollar su propia narrativa, o si se prefiere, su propia manera de narrar en imágenes. Y porque, en estos momentos, hablar de “cine” y “televisión” como fenómenos separados está perdiendo cada vez más su sentido, si es que no lo ha perdido ya hace tiempo, de manera que la tradicional separación entre “películas” o “films” (o “filmes”, como en realidad se escribe en correcto castellano, por más que todavía seamos muchos los que nos resistimos a ello) y “telefilms” (o, claro está, “telefilmes”) quizás debería corregirse y tendríamos que hablar, con mayor propiedad, por un lado de “cine para la gran pantalla” (o “para salas”, o “exhibido en salas”, etc., habida cuenta de que, como apuntaba hace poco Quim Casas en Dirigido por…, las pantallas hogareñas cada vez son más grandes…), y por otra parte, de “cine para la pequeña pantalla” (o “para televisión”, etc.), pero en cualquier caso estaríamos hablando siempre de cine, con independencia de su forma material de llegar al espectador: proyección en sala o emisión por televisión, pues resulta obvio que el cine nació antes que la televisión y que por tanto es el modelo de referencia: como estamos hablando en líneas generales, olvidémonos por ahora de otras formas de difusión como DVD/ Blu-ray e Internet.
Vaya por delante que no soy lo que se dice un lostie, es decir, un incondicional de esta serie equivalente a lo que los trekkies, o trekkers, son respecto a Star Trek. Perdidos nunca me ha parecido ni la-mejor-serie-de-televisión-de-la-historia, ni la tomadura-de-pelo que proclaman sus detractores (sobre todo a raíz de la resolución del episodio final que cerró sus seis temporadas, respecto al cual hablaremos más adelante), sino una serie de televisión interesante en sus líneas generales, a ratos excelente, en otras ocasiones irregular y no exenta de cierta sensación “mecánica” inherente, por lo demás, al 90% de seriales televisivos, y más tratándose, como en este caso, de un relato que ha girado en torno a lo que se conoce como “situación límite”: un puñado de personajes, supervivientes de un accidente aéreo, atrapados en una isla que nadie conoce ni aparece en los mapas, y poblada de misterios y fenómenos extraños que fueron in crescendo a lo largo de las sucesivas temporadas: apariciones de un misterioso y rugiente humo negro dotado de vida propia; el ataque, en la primera temporada, de una especie de monstruo que al final resultó ser… un oso polar (extraño golpe de efecto que, por cierto, no volvió a repetirse); la presencia en la isla de otras personas que la habitan, y no precisamente amistosas: una mujer demente y armada con un rifle (Danielle Rousseau: Mira Furlan); un grupo de hombres y mujeres en estado semi-barbárico genéricamente conocidos como Los Otros; el descubrimiento de un refugio subterráneo de una tal Corporación Dharma, en el cual se halla un viejo ordenador cuyo reloj debe ser puesto a cero cada hora y tres cuartos aproximadamente, so pena de que ocurra algo desastroso; la aparición del líder de Los Otros, un misterioso e inquietante sujeto llamado Benjamin Linus (Michael Emerson); la revelación, progresivamente confirmada a lo largo de las siguientes temporadas, de que una serie de personajes demiurgos pretenden influir o controlar de distintas maneras las vidas de los supervivientes del avión, bien sea un empresario millonario, Charles Widmore (Alan Dale), empeñado en llevar a cabo un extraño experimento, o bien una especie de ángel de la guarda y protector inmortal de esa misma isla conocido como Jacob (Mark Pellegrino), que sobre todo en las temporadas finales será determinante de cara a la resolución; y, en definitiva, la confirmación de que esa isla a la cual tan sólo se accede por accidente se trata, en realidad, de un lugar mágico que se desplaza caprichosamente por el tiempo sin que nunca se sepa cómo ni porqué. No es de extrañar, en este sentido, que la línea de diálogo que con más frecuencia aparecía en cada episodio era: “¿Qué?”.
Uno de los aspectos a mi entender más atractivos de Perdidos reside en la descripción de los personajes principales, de tal manera que, sobre todo en las dos o tres primeras temporadas, éstos hacían gala de una interesante ambigüedad, la cual se iba aclarando paulatinamente gracias a los abundantes flashbacks sobre su pasado que venían acompañados siempre del rugido de los motores del avión de pasajeros en el cual se han estrellado en la isla. A pesar de que, sobre todo en las sucesivas temporadas, los rasgos más positivos de los personajes terminaban imponiéndose sobre los más oscuros, como si en el fondo hubiese una poco disimulada intención de demostrarnos que incluso los “peores” podían ser, en el fondo, “buenos”, lo cierto es que esa ambigüedad funcionaba bien y proporcionaba vitalidad a la serie. Así, por ejemplo, el personaje inicialmente presentado como el héroe de la función, el abnegado doctor en medicina Jack Shephard (Matthew Fox), acababa descubriéndose como un hombre atormentado por la influencia que su difunto padre, el también médico Christian Shephard (John Terry), y a lo largo de las siguientes temporadas comete no pocos errores a la hora de tomar decisiones y guiar a los demás, lo cual le hace imperfecto y, por tanto, humano. Hay otros personajes que, antes de llegar a la isla, ya venían marcados por un pasado violento o problemático, caso del antiguo mercenario y ex torturador Sayid (Naveen Andrews), de la atracadora falsamente acusada de asesinato Kate (Evangeline Lilly) o del timador buscavidas Sawyer (Josh Holloway), los cuales en no pocas ocasiones muestran comportamientos heroicos a la hora de ayudar a sus compañeros de accidente aéreo, pero que de vez en cuando sacan a relucir su faceta más dura y sombría: Sayid y Kate tenían, a veces, arranques temperamentales que nos recordaban su peligrosidad inherente, sobre todo el primero, y Sawyer se dejaba llevar por el egoísmo congénito de su condición de solitario que no necesita o cree no necesitar a nadie. Mención especial merece uno de los personajes más atractivos de la serie, John Locke, a cargo del siempre excelente y carismático Terry O’Quinn: un paralítico que dejó de serlo apenas llegó a la isla, levantándose por su propio pie de entre los restos del avión estrellado, y convirtiéndose en uno de los ejes del grupo de supervivientes gracias a sus dotes de mando y su conocimiento de técnicas de supervivencia que le permiten moverse con destreza por la selva; personaje, por un lado, muy seguro de sí mismo, pero por otro también atormentado –al igual que Jack— por la huella que dejó en él una ingrata figura paterna (Anthony Cooper: Kevin Tighe), lo cual también le hace incurrir en equivocaciones que mellan su aparente infalibilidad. Personaje que, en un giro realmente inesperado, acababa convirtiéndose en la personificación humana del monstruoso “humo negro” que gobierna la isla y siembra el terror doquiera que vaya.
La conflictividad afloraba incluso entre los personajes más simpáticos o aparentemente más inofensivos. Hurley (Jorge García), que se siente perseguido por una misteriosa cadena de números que fueron los que solucionaron económicamente su vida (la combinación ganadora en la lotería que le hizo millonario), pero también el inicio de su desgracia personal (la sensación de sentirse perseguido desde entonces por un destino fatal que le ha llevado a la isla y que incluso le obliga a hablar con los fantasmas de sus amigos muertos). Michael (Harrold Perrineau), quien descarga su frustración como esposo fracasado en un exceso de protección de su hijo Walt (Michael David Kelley). El matrimonio coreano formado por Jin (Daniel Dae Kim) y Sun (Yunjin Kim), atormentados por el hecho de ser él un hombre pobre y ella una rica heredera, y sobre todo porque, como se vio en la primera temporada, a cambio de poder casarse con su amada Sun, Jin se vio forzado a aceptar un repugnante empleo como matón del adinerado padre de esta última. Claire (Emilie de Ravin), la cual había accedido a dar en adopción a su bebé todavía no nacido (lo dará a luz en la isla) de cara a librarse de su futura condición de madre soltera. El cantante de rock Charlie (Dominic Monaghan), cuya estancia en la isla le servirá a modo de terapia de rehabilitación de su adicción a las drogas. Juliet (Elizabeth Mitchell), torturada por el recuerdo de una hermana gravemente enferma a la que abandonó para aceptar un lucrativo empleo en la Corporación Dharma. Desmond (Henry Ian Cusick), amargado ante la posibilidad de haber perdido para siempre a Penny (Sonya Walger), el amor de su vida. Miles (Ken Leung), y ese don que no deja de asustarle para oír las voces de los difuntos. Daniel Faraday (Jeremy Davies), que en el fondo busca sacar del atolladero temporal a los prisioneros de la isla para compensar su responsabilidad indirecta en el asunto. El Sr. Eko (Adewale Akinnuoye-Agbaje), un extraficante de drogas africano sobre el cual pesa la sombra de un hermano que murió por su culpa. Ana Lucía (Michelle Rodríguez), una agente de policía asimismo con malos recuerdos…; etcétera, etcétera.
Se ha hablado hasta la saciedad de las posibles influencias de Perdidos. Precisamente hace muy poco se ha editado en DVD un pequeño pack que, bajo el genérico Colección Perdidos, reúne dos películas que, según se menciona en su publicidad, la cual reproduce unas supuestas declaraciones del creador de la serie, J.J. Abrams, fueron dos de los referentes que este último tuvo en cuenta a la hora de concebir la serie: El final de la cuenta atrás (The Final Countdown, 1980), de Don Taylor, ese curioso pero a mi entender fallido film de ciencia ficción en virtud del cual un portaaviones norteamericano viaja accidentalmente en el tiempo y retrocede hasta el 7 de junio de 1941 muy cerca de Pearl Harbor, con lo cual a la tripulación del navío se les plantea la posibilidad de intervenir antes de que se produzca el ataque de la aviación japonesa, lo cual supondría alterar para siempre el curso de la historia (bonita idea que, a mi entender, esta película malograba deplorablemente con un cobarde retorno a la actualidad del portaaviones antes de que se haya tomado una decisión al respecto); y El experimento Filadelfia (The Philadelphia Experiment, 1984), de Stewart Raffill, una mucho más simpática producción fanta-científica que especula con otro viaje en el tiempo relacionado con el tristemente célebre Experimento Filadelfia, aquí en torno al traslado del pasado al futuro de dos marineros de la armada norteamericana. Puede verse esa influencia en Perdidos sobre todo en lo que se refiere al tema del “salto temporal”, aunque a nivel particular –ignoro si ya ha salido o no a colación en alguno de los cientos, o miles, de sitios web que han hablado de Perdidos estos últimos seis años, lo cual no sería de extrañar— otro claro referente cinematográfico de Perdidos es El superviviente (The Survivor, 1981), una modesta película fantástica basada a su vez en una novela de James Herbert, dirigida por el actor inglés David Hemmings y protagonizada por el también británico Robert Powell, quien interpretaba al piloto de, atención, un avión de pasajeros, el cual tras sufrir un terrible accidente, y siendo el único que ha sobrevivido al mismo, empieza a plantearse el sentido de la realidad que lo envuelve hasta llegarse a una conclusión muy similar a la de una de las más citadas teorías en torno al significado oculto de Perdidos: el piloto, en realidad, está muerto, al igual que la protagonista del excelente film de Herk Harvey Carnival of Souls (1962) o el de la canónica película del tema están-muertos-y-no-lo-saben El sexto sentido (The Sixth Sense, 1999), de M. Night Shyamalan. Mucho se especuló, antes de la emisión del episodio que cerraba la sexta temporada de Perdidos, con la posibilidad de que todos los personajes estuviesen, en realidad, muertos: que la isla no fuera sino una especie de simbólico limbo entre el Cielo y el Infierno donde todos y cada uno de los protagonistas purgaban sus pecados antes de acceder a su lugar definitivo en el más allá. Lo cierto es que el episodio final de la serie no iba exactamente por ahí pero se le acercaba bastante, como demuestra la conclusión un tanto abierta, y un tanto ambigua con que se cerraba, mostrando a uno de los personajes principales, Jack Shephard, descubriendo que ha acabado perdiendo la vida, podríamos decir, dos veces: en el plano narrativo que transcurre en la isla, y como consecuencia de su pelea a muerte contra el ser diabólico que ha adquirido la apariencia de Locke ; y en el plano narrativo desarrollado durante toda la sexta temporada paralelamente al anterior, y consistente en mostrar qué hubiese ocurrido si los pasajeros del vuelo de Oceanic de Sydney a Los Ángeles hubiesen arribado a su destino sin contratiempos.
Mucho se ha discutido estos días sobre los méritos de este final, de tal manera que no han faltado abundantes voces que han mostrado su decepción ante una resolución que, en vez de despejar de una vez por todas las incógnitas planteadas a lo largo de las seis temporadas, cerraba el circulo sin terminar de desvelar por completo el misterio de la isla viajera en el tiempo y planteaba, incluso, nuevos enigmas. Evidentemente que habrá aquí opiniones para todos los gustos, pero creo que el final de Perdidos es razonablemente acertado, y ello por varias razones: 1) porque enlaza coherentemente con el espíritu de lo que ha sido la serie a lo largo de estos seis años, es decir, un continuo cuestionamiento y replanteamiento de la situación límite planteada en la primera temporada (los personajes perdidos en una “isla misteriosa” a lo Verne), coronándola con un final que no pretende ser esclarecedor sino, en cierto sentido, otro giro narrativo que cuestionara el concepto mismo de “final”; y 2) porque, de este modo, se soslaya el peligro de haber incurrido en un final excesivamente aclaratorio, de tal manera que prácticamente cualquier explicación convencional en torno al misterio de la isla y el destino de sus habitantes tendría que ser necesariamente decepcionante, al incurrirse en una solución lógica irrefutable para justificar algo cuya lógica se perdió muchas temporadas antes de llegar a la sexta. El final de Perdidos me parece, asimismo, muy hábil, porque dado su carácter dual, o sea, al dividir la acción de esta última temporada entre el retorno a la isla de todos los personajes a fin de hacer frente a lo que el destino les ha reservado allí, y paralelamente, el hipotético desarrollo de lo que pudieron haber sido sus vidas si su vuelo a Los Ángeles hubiese llegado a su destino, se lograba de este modo un doble propósito: por un lado, contentar al espectador que se había encariñado con los personajes, de tal manera que, a pesar de la muerte de algunos de ellos en el plano narrativo isleño –recuérdese, en particular, uno de los últimos episodios de la sexta temporada, en el cual morían con poco margen de diferencia temporal tres de los protagonistas a bordo del submarino: Sayid y la pareja formada por Sun y Jin—, ese mismo espectador podía verles vivos en el plano narrativo que transcurría en Los Ángeles; algo que quedaba muy claro en el episodio final, en el cual veíamos “resucitar” a un buen montón de los personajes fallecidos en las anteriores temporadas, tal es el caso del Locke “bueno”, de Charlie, de los hermanos Shannon (Maggie Grace) y Boone (Ian Somerhalder), ambos fallecidos en la primera temporada, y de Juliet, inmolada en el explosivo clímax de, si no me equivoco, la quinta temporada.
Por otro lado, con esta resolución, digamos, “dual” se lograba crear una interesante interacción más allá del tiempo y del espacio, en virtud de la cual los personajes, en el plano narrativo de Los Ángeles, “recuerdan” su “otra vida” en la isla (“otra vida” que, en un sentido empírico, no han “vivido” realmente, aunque sí en un sentido “fantástico”, como si sus existencias se hubiesen partido mágicamente en dos), propiciando de este modo una cadena de finales felices: Sayid se reencuentra con Shannon, Charlie con Claire y su bebé, Kate con ese mismo bebé de Claire al que cuidó como si fuera su propio hijo, Sun con Jin, Sawyer con Juliet, incluso Daniel Faraday con Charlotte (Rebecca Mader). Pero hasta esta cadena de felicidad (quizás un tanto excesiva, todo hay que decirlo) tiene sus contrapuntos amargos: uno de ellos, ya lo hemos mencionado, es que Jack entrega su vida por la salvaguarda del secreto de la isla que le ha sido confiado por Jacob en su pelea final contra el Locke “malo”, y a la vez muere en la “dimensión Los Ángeles”, por más que sea dulcemente y tras un emotivo reencuentro/despedida con su padre muerto; y, en la “dimensión isleña”, el bondadoso Hurley acaba convertido en el nuevo guardián eterno del secreto del lugar, y en compañía nada menos que del antaño pérfido Benjamin Linus, condenado por un lado a no abandonar jamás esa isla que, en el fondo, ha destrozado su vida y la de sus seres queridos (pérdida de una hija incluida), y por otra parte “condenado” a no participar en la feliz reunión final de los personajes en la iglesia donde concluye la trama de Los Ángeles y, de paso, la propia serie, fiesta de la que él mismo se excluye pese a haber sido expresamente invitado. La sensación que se guarda de semejante conclusión es que, a pesar de todo, la isla ha acabado saliéndose con la suya…
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Daniel Faraday (Jeremy Piven) es Jeremy Davies. Gran entrada, gracias.
ResponderEliminarYo creo que Linus al final no participa porque, de alguna manera, aún no ha terminado en esa realidad de Los Angeles... De hecho Rousseau y la hija aún no han "despertado" ;)
ResponderEliminarVerito
¡Los primeros comentarios sobre "Perdidos"! A ver si es verdad que hay tantos "losties" por esos mundos de Internet, o al final todo es de boquilla... (je, je).
ResponderEliminarCierto: quería decir Jeremy Davies en vez de Jeremy Piven; subsanación hecha; me alegro de que te haya gustado la entrada.
Verito: interesante interpretación la tuya; a eso me refería, precisamente, cuando digo que la isla se ha salido con la suya: en cierto sentido, todos (los personajes y los espectadores de la serie) seguimos siendo dándole vueltas porque seguimos siendo sus esclavos...
Un saludo cordial.
SPOILERS A CASCOPORRO
ResponderEliminarEn mi opinión, no hay dos "realidades" paralelas (o alternativas). Todo lo que pasa en la isla es real y esa segunda realidad es una especie de limbo, o sala de espera, a la que llegan los protagonistas una vez que han muerto. Ahora bien, en el limbo no existe la concepción del tiempo y llegan cada uno en su momento. Por ejemplo, Jack sí muere en la isla al final del episodio, pero Sawyer y Katre, que ha conseguido escapar, perfectamente pudieron llegar a los 80 años (por eso Kate le dice a Jack que le ha echado mucho de menos).
Ese limbo es una especie de recompensa que ha creado la isla. La experiencia en la isla fue tan intensa para todos que, una vez muertos, las isla les da la oportunidad de, en cierto modo, redimirse: Jack consigue establecer con su hijo una relación que nunca tuvo con su propio padre; Sawyer es un policía en vez de un timador; Locke consigue superar su condición de inválido y aceptarlo, etc. Una vez que han superado sus problemas, ya están preparados para dar el paso e ir al "más allá", que es, suponemos, el paraíso. Si Linus no da el paso es porque aún no se siente preparado. Tiene la oportunidad de pasar tiempo con su hija (aunque aquí no lo sea) e intentar superar la culpa de su muerte (por omisión).
La clave está en el 1º episodio de la 6ªT. Una vez que han hecho explotar la bomba y no parece haber pasado nada, una moribunda Julia le dice a Sawyer que "lo han conseguido" y que se tienen que tomar un café. Unas palabras sin sentido que lo alcanzan cuando en el último episodio se encuentran en ese limbo. Más muerta que viva, Julia ya había percibido ese limbo.
En mi opinión, LOST ha respondido las preguntas que tenía que responder, las necesarias para darle un sentido a la serie y ha dejado en el aire las necesarias para seguir haciendonos cuestiones, es decir, no olvidarnos de ella. En el fondo, lo que importan son los personajes, su vida y sus sentimientos, y el resto, es un trasfondo. O como yo lo llamo: LOST O EL MISTERIO COMO MCGUFFIN.
Un saludo.
A mi me pareció un final bastante aceptable para el "lío" en que estaban metidoslos guionistas. Por cierto, ¿alguien se fijo en la vidriera de la sacristía donde habla Jack con su padre?
ResponderEliminarAparecen símbolos de varias religiones o son imaginaciones mías.
Hay muchos losties en Internet. El desenlace era, en mi opinión, uno de los pocos posibles. De hecho, la respuesta a los enigmas principales se había dado en un episodio anterior "Across the Sea", muy denostado por los aficionados, y muy brillante además. Ahí se deja claro que no hay respuestas definitivas. La última temporada es la más extraña de toda la serie, pero mejora el nivel de las dos anteriores. En cuanto a referencias, yo veo dos muy claras: Twin Peaks, tanto en la acumulación de enigmas como de símbolos visuales recurrentes (los ojos, los búhos, los semáforos, los sueños), y, por supuesto, la kafkiana El Prisionero de McGoohan, cuyo final fue aún más discutido por la minoría fiel que lo vio.
ResponderEliminarYo me quedé a finales de la tercera temporada, y si bien me parece una buena serie, y que seguramente acabaré por verla entera, por curiosidad, y por no quedarme al margen del fenómeno para siempre, la verdad es que con el tiempo me fue cansando y no tengo una urgencia especial en continuarla.
ResponderEliminarSobre todo lo que me fue desenganchando fue el tono continuo que tiene la serie de intensidad y de que cada momento y cada frase sea IMPORTANTE. Menos mal que de vez en cuando Sawyer tiene alguna salida graciosa... Además creo que los flashbacks más que enriquecer, en muchos casos devaluan a algunos personajes (pienso en Locke sobre todo... es que lo del trauma con su padre me pareció de traca). Pero bueno, no dudo que en las siguientes temporadas las cosas cambiarán radicalmente y quizá acabe por tragarme mis palabras.
Por otra parte,si hay algo del actual boom de la televisión americana, es esa frase tan extendida de: " el mejor cine hoy en día se hace para la televisión", que para mí es una rotunda falsedad.
Claro que se están haciendo en TV productos muy dignos y competentes pero, ¿de verdad que se pueden comparar en imaginación, riesgo, personalidad e integridad artística a títulos como Up, Dejame Entrar, Malditos Bastardos o Gran Torino, por citar sólo algunos del año pasado?
Parece que con la televisión se ha pasado del menosprecio a la adoración sin termino medio por parte de algunos, aunque me parece bien que se la valore y analice en su justa medida.
Muy interesantes entrada, Tomás. Estoy contigo en considerar el final de la serie como muy apropiado. Creo que la decepción general ha venido por un exceso de expectativas y por la idea, extendidísima, de que la serie iba a dar solución a todos los enigmas. A mí personalmente me parecía absolutamente imposible, a parte de poco interesante, desvelar todas las incógnitas. Además las claves más importantes estaban más que claras. Había que ser muy inocente para pensar que en el último capitulo te iban a dar solución a todo. Ya en los últimos capítulos quedaba claro que la resolución tenía que ir por otro lado.
ResponderEliminarEstoy tambén contigo en que esa "cadena de felicidad" de la que hablas y que es utilizada para cerrar la historia es algo excesiva pero a mí personalmente me emocionó muchísimo. No se si fue por todos esos años compartidos con esos personajes o por la música de Gianchino (o ambas cosas) pero la emoción que sentí fue muy profunda.
Un estupendo final para una gran serie.
Efectivamente, lo de los "losties" iba en serio (evidentemente, bromeaba: nunca lo he dudado). Se nota que había ganas de hablar de "Perdidos", y todos y cada uno de los comentarios han aportado ideas, matices y sugerencias de lo más diverso.
ResponderEliminarReitero: la isla, la gran triunfadora.
Un abrazo.
Mariano, hablas del 2009. Me pregunto qué sacarias del 2010, porque la cantidad de cine malo que está inundando este año las multisalas es para hacérselo mirar.
ResponderEliminarLa Televisión Estadounidense, que es de la que estamos hablando, que yo sepa, siempre ha tenido un nivel de creatividad equiparable al cine. Ya hubo un boom en los 60: Los Intocables, La Dimension Desconocida, Caravana, Dr. Who y un larguísimo etcétera.
Salvo en los 80, ha habido pocos bajones. Y si nos referimos a series actuales o recientemente acabadas, te diré que The Wire, Los Soprano, Roma, Dexter, Six Feet Under, South Park, 24, Band of Brothers, The Pacific, Mad Men, Battlestar Galactica y muchas otras están por encima del 95% del cine que se estrena en las salas.
Por cierto, poner la última de Tarantino como ejemplo de "imaginación, riesgo, personalidad e integridad artística" me parece divertido, como poco. Pero es una opinión personal, en la que no hay nada personal.
El único problema que le veo al final es que pone en serio entredicho toda la arquitectura de los flash-sideways de la 6ª temporada, además de desactivar todo el planteamiento físico (cuántica y mecánica) que se había establecido en la 4ª y 5ª temporadas y dejar a dos personajes como Desmond y Faraday despojados de sentido.
ResponderEliminarMe explico: el final más sencillo, en cuanto a guión, hubiera sido, tal como ya se apunta en el último capítul cuando Desmond le dice a Jack que bajará a la cueva (Desmond superó la prueba del electromagnetismo) y se encontrarán en otra realidad en la que nada de todo lo sucedido en la isla ha acontecido (es decir, con la explosión de la bomba se abre una fisura en el espacio-tiempo que permite, mediante la creación de un agujero de gusano, atravesar realidades temporales), que Desmond quitara el tapón (que al final la isla resultara ser poco más que una bañera habla sobremanera del agotamiento de los guionistas), convirtiéndose en el puente entre realidades. Finalmente todos se reencuentran en la otra realidad, siguen vivos, redimidos o no y siguen con sus vidas con el recuerdo de la isla como el "lugar" que los unió. FIN.
Como veis, la serie hubiera terminado igual pero con un poco más de coherencia con lo contado anteriormente.
Y si alguien aún está dispuesto a discutir que el giro de "estan todos muertos" quita sentido al flash-sideways aquí van unas cuantas preguntas que os podéis hacer: - ¿las mujeres muertas se quedan embarazadas? - ¿existe la gestación en el más allá? - si tu hijo aún no ha muerto, pero has concebido estando muerto, al morir tu hijo en el plano real, ¿pasarán a coexistir ambos hijos en el más allá? - en este nivel superior de espiritualidad en el que se encuentran los personajes, ¿se puede tener un hijo que nunca has tenido (Jack)?... y podría seguir.
Soy un gran aficionado a la serie y, a diferencia de muchos "losties", no me he sentido ni decepcionado ni tracionado por el final de LOST. Siendo una serie de corte fantástico era ilógico esperar que después de seis temporadas todo se explicase en el último capítulo, como si fuera EL PLANETA DE LOS SIMIOS(Seguro que al gran Rod Serling le hubiera encantado LOST). Pienso sin embargo que me hubiera gustado quedarme con la boca abierta como me ocurrió con los finales de LOS SOPRANO y A DOS METROS BAJO TIERRA, dos de las mejores maneras de terminar unas series memorables.
ResponderEliminarAdmitiendo que su final no es lo más destacado de LOST, yo me quedo con la infinidad de momentos memorables que me ha proporcionado esta serie durante seis años SPOILERS: John Locke preguntando en la agencia de viajes por qué no se le permite ir con el resto de pasajeros para luego descubrirse que está sentado en una silla de ruedas!; el momento que Locke descubre en la playa que puede mover los dedos de sus pies; el comienzo de la 2ª temporada, cuando una reunión en el club del libro se ve interrumpida bruscamente por un accidente de aviación; Desmond guarda como un tesoro el único libro que no ha leído de Dickens; y podría citar otros 50 momentos más que me vienen a la cabeza pero no es plan.
Cuando emitieron PSICOSIS en "Qué grande es el cine", uno de tertulianos dijo que sentía envidia de las personas que la iban a ver por primera vez. A mi me pasa lo mismo con PERDIDOS: me encantaría empezar de cero desde el primer capítulo y se la recomiendo a cualquier persona que no haya tenido contacto con la serie. Aunque vista la repercusión negativa que ha tenido el -supuestamente fracasado- final de PERDIDOS entre fans y no fans lo veo un poco difícil.
Pues aquí hay otro "Lostie", o más o menos. Creo que la serie nunca ha recuperado la intensidad y la capacidad para la sorpresa de las primeras temporadas, pero lo que ha venido después, aún sindo peor, no dejaba de estar bien resuelto y mantenía muy bien el interés.
ResponderEliminarMás que nada escribo porque creo que TFV se ha dejado una influencia muy importante en las últimas temporadas, la de la novela / película "Matadero 5", que ha servido de inspiración para el personaje de Desmond.
En "Matadero 5"...
SPOILERS
...asistimos a la vida de un veterano de la II Guerra Mundial que, en sus propias palabras "se ha despegado del tiempo. Así, sin previo aviso puede pasar de estar en el salón de su casa a revivir el tiempo que pasó prisionero de los nazis, volver al presente, donde es abducido por extraterrestres que desean investigar la sexualidad humana (!) o incluso viajar a un futuro donde todavía es más anciano.
Desmond se convierte en un trasunto de este personaje adaptado a la mítica de la serie, y de esta forma se convierte cada vez más en un personaje más omnisciente y participativo en el destino del resto de personajes, gracias a su privilegiada relación con el espacio tiempo (sufre "flash-forwards" que puede cambiar, es inmune a algunos peligros de la isla y finalmente, en la última temporada, se convierte en uno de los ángeles guardianes que reunen al resto de los personajes).
Por no mencionar que en uno de los episodios más divertidos Desmond, al igual que el protagonista de "Matadero 5" se "despega del tiempo" a su manera y va pasando sin control de un tiempo y un lugar a otro, hasta que el resto de personajes consiguen sacarle del atolladero.
Nada más. No creo que lo que he dicho aquí le cambie a nadie la opinión sobre la serie, pero me ha parecido muy curioso.
Muy buenas Pedro,
ResponderEliminarPues sí, tengo que hablar del 2009, porque estoy de acuerdo contigo en que hasta ahora este año está siendo en lo que a cine se refiere de lo peor que se recuerda. Esperemos que sea algo puntual y de aquí a final de año podamos hablar de varios títulos notables, y con suerte de alguno memorable.
También estoy de acuerdo en que psiblemente el nivel medio de la ficción televisiva americana sea superior a la cinematográfica, que en general es bastante mediocre, aunque sigue habiendo honrosísimas excepciones.
Precisamente por estas excepciones (que son para mí algunos de los ejemplos que he puesto) creo que no se puede afirmar como hacen muchos que la innegable vitalidad de la televisón estadounidense se corresponda con una decadencia del cine como medio, porque creo que este, y precsamente por las carácterísticas que tiene frente a determinadas limitaciones de la televisión es capaz de producir obras de un calado superior a la que yo haya podido ver, de momento, en la televisión de calidad.
Quiero decir que aunque el cine sea también un medio colectivo y en el que influyen muchos factores industriales e intereses de todo tipo (y en Hollywood especialmente), sigue habiendo un componente de autoría, de visión personal y control de un proyecto por su creador que es mucho más dificil que se dé en una serie, por lo cual por mucho que estas sean muchas veces productos muy sólidos y competentes, no se pueden comparar, en mi opinión, al mejor cine. (y ya se que decir esto no me conseguira muchos amigos hoy en día)
Por último, cuando hablaba de Malditos Bastardos, lo hacía sin entrar en si es "buena" o "mala", allá los gustos de cada uno, pero decir que reune "imaginación, riesgo, personalidad e integridad artística" me parece bastante objetivo. No me dirás que te parece un ejemplo de convencionalidad, conservadurismo, impersonalidad y sometimiento a las modas comerciales...
Saludos
Totalmente de acuerdo con Pedro (incluido su comentario sobre los bastardos de Tarantino) y con Charlie. Personalmente, Perdidos me ha regalado algunos de los momentos más intensos, emocionantes y felices de mi vida como espectador (de cine o televisión, sin hacer ahora distingos), pero también es cierto que toda la última temporada (con alguna puntual excepción, como por ejemplo el capítulo "Felices para siempre")me ha parecido reiterativa, cursi y una clara muestra de que los guionistas acusaban el cansancio ocasionado por dar vueltas y más vueltas buscando la sorpresa constante. Claro que hay momentos del final en que "se escapa la lagrimilla" (han sido seis años siguiendo a unos personajes estupendos), pero todo ese tufillo "new age", las incoherencias provocadas por el hecho de que en la nueva realidad de Los Angeles todos estén muertos, sumado al "destrozo" perpetrado sobre algunos personajes (notablemente el de Locke: el gran Terry O´Quinn debería haber montado en cólera o en Humo Negro al leer el guión de la 6ª temporada; pero también el de Linus, etc)hacen que "el final de Perdidos" me parezca sumamente decepcionante. Hasta tal punto que he llegado a pensar si no hubiera sido mejor cerrar con el final de la quinta temporada: ese fundido a blanco que supone el final definitivo de una ficción. Nada ha sucedido, todo lo que hemos visto y oído durante 5 años no ha tenido lugar. El avión aterriza, los personajes no llegan a cruzarse...Y todo merced al personaje que creíamos hasta entonces el héroe de la función: Jack. El héroe visto no como origen del relato, sino como destructor del mismo. El héroe como liquidador del mito. Un tema interesante, sin duda, del que habría más que decir otro día.
ResponderEliminarLo que pasa, Mariano, es que en general hemos rebajado el nivel de exigencia en el cine, y también en la televisión, y en ese punto he de darte la razón. Lo cierto es que el público se traga cualquier cosa en un cine, o yo lo percibo así. Hay mucho cine big-mac que pasa por bueno (como, p.e., Kick-ass). Por otro lado, los espectadores de televisión (prefiero no mencionar la producción nacional) tienen una serie tan en los altares, y Lost es un ejemplo señero, que no ven sus palpables defectos. Lost ha despertado un fanatismo exagerado como no se veía desde Expediente-X, otra serie que acabó devorándose a sí misma. Algunos llegaron a creer que los guionistas de Lost lo tenían todo pensado desde el principio, y eso es un autoengaño masivo, se ve casi desde el principio, y alarmantemente pasadas las tres primeras temporadas. Y cuando la serie empezó a jugar con los espectadores, como la isla juega con los protagonistas, algunos se enfadaron. Lo cierto es que no hay serie de televisión que no tenga notables altibajos, cosa que no puede decirse de las películas que has mencionado (salvando la de Tarantino, pero es una opinión personal).
ResponderEliminarSaludos!
Para entender el final de Lost y entenderlo (aunque no parezca difícil) recomiendo ver Las tres luces (Der Müde Tod, Fritz Lang, 1921).
ResponderEliminarSobre la serie y entrando en materia al final se ha constituido sobre un relato que gira en torno a las experiencias y/o vivencias del ser humano, a toda la construcción de la humanidad. Y esto se realiza mediante una historia que halla en la filosofía-la sabiduría, la ganas de saber- a algunos nombres de sus personajes( ¿por qué actualmente se desprecia este registro tan importante en el guión?, las referencias de los nombres), las preguntas sin respuestas, el culto a la mitología, las constantes luchas personales y estúpidas del ser humano, la multiplicidad de identidades de los personajes, etc. En definitiva, Lost no trata de una simple isla o de un simple accidente, sino de un fresco sobre el ser humano.
Muy buenas
ResponderEliminarLlevaba ya mucho tiempo leyendo tu blog. Me parecen unos muy buenos análisis y críticas de películas. Ayudan en cierto sentido, y a modo personal, a aprender como espectador. Pues me atreví a comentar porque me pareció un acierto poder leer unos apuntes de esta serie, sobre todo en estas fechas donde estamos asimilando que Lost se terminó, e invirtiendo nuestro tiempo a esta serie ya sea leyendo cualquier cosa relacionada con ella; algo que poco a poco irá desapareciendo. Opino que el final no me pareció el correcto, pero no me disgustó del todo. Generalizando, diría que no resolvieron todo lo que tendrían que resolver, o por lo menos, dejar la solución en bandeja para los seguidores. Sin embargo lo que más me gustó de tus apuntes, fue recalcar que la verdadera razón por la que esta serie ha llegado a donde está, fue por los personajes, que durante todas las temporadas guiaron cada uno de las situaciones que se dieron en la serie. Yo soy también un lostie, pero aparte del final, considero que Lost vive de todas sus temporadas anteriores y sobre todo de sus momentos más llamativos e impactantes (dejando una cierta intriga en la gente, que aniquilaban sin escrúpulos al ver el siguiente capítulo). (Spoiler) Momentos como la primera muerte de la serie, la luz que brilla en la cara de Locke mientras golpea la escotilla, el final de la tercera temporada, capítulos destacados como La Constante, Le Flor o Ab Aeterno, cientos de frases ambiguas y geniales como “He mirado a los ojos de esta isla y los que he visto es hermoso”… Considero primeramente que Lost es una serie muy cinematográfica, por todos estos momentos, por todos los pequeños detalles, y por supuesto, por los personajes infelices, que hacen que todo siga una sola dirección, al final, en mi opinión, no del todo acertada.
Saludos.
Tomás, te recomiendo que te pases a echarle un ojo a lo que se ha escrito al respecto en "Miradas" (y donde yo intervengo con un par de textos):
ResponderEliminarhttp://www.miradas.net/2010/06/bloctv/especial-perdidos-final.html
Pues a mí, el final me pareció mitad acertado, mitad fallido. Acertada la parte de la isla con algunos escapando en avión y Jack cerrando el ojo junto al perro Vincent, fallida la parte del limbo que engloba todo lo contado en la última temporada fuera de la isla. Quisieron repetir el golpe de efecto conseguido en el final de la tercera temporada con la revelación del flashforward pero además de no conseguirlo, la serie entera empeoró por ello. También hubiese preferido otras resoluciones para algunos personajes pero esos son detalles de menos importancia y se compensan con otros que sí me gustaron. En cuanto a los misterios, no es que todas las cosas hubiesen tenido que quedar científicamente bien explicadas, lo que pasa es que con tanto giro, cambio de reglas y el no querer definirse hasta el final se llegan a explicaciones incoherentes y a veces contrapuestas entre ellas mismas.
ResponderEliminarPerdona por hacer el comentario a destiempo, acabo de descubrir el blog y no podia dejar de comentar el final de "Lost". Aprovecho para añadir comentario más actual: "The walking dead" ha aprendido de los errores, no se eterniza en las tramas y se deshace de personajes antes de que sobren.