Translate

viernes, 17 de abril de 2015

Una lección de profesionalidad: “FAST & FURIOUS 7”, de JAMES WAN



[ADVERTENCIA: EN EL PRESENTE ARTÍCULO, QUE COMPLETA EL ESTUDIO SOBRE JAMES WAN QUE PUBLIQUÉ EN EL NÚM. 454 DE “DIRIGIDO POR…”, SE REVELAN IMPORTANTES DETALLES DE LA TRAMA DE ESTE FILM.] El interés de Fast & Furious 7 (Furious 7, 2015) va más allá del (morboso) intento de adivinar en qué planos interviene realmente el malogrado actor Paul Walker, y en qué otros a quien vemos es a sus hermanos, sus dobles o el resultado de aplicar efectos digitales en postproducción.


Dentro de Fast & Furious 7 conviven dos películas. Una es la más evidente, la más obvia, la que salta a simple vista; también es la peor, la más mediocre: el descarado producto comercial hollywoodiense, o como dice un buen amigo, puro fast-food fílmico de usar y tirar, perteneciente a una franquicia “juvenil” o “para jóvenes” (así la califican: perdonen que nunca haya creído en la existencia de un cine “para jóvenes”, ni en la de uno “infantil” o “para niños”, o para “adultos”, o “para mujeres”; a no ser, claro, que uno sea de los que tan solo ven el cine como un simple negocio dirigido hacia tal o cual demográfico). Ahí es nada, como digo, vérselas con una producción tan estereotipada y estandarizada como una ¡séptima! entrega de la serie Fast & Furious, típica franquicia de productor/de estrella/de estudio —Neil H. Moritz/Vin Diesel (su apellido ya es un chiste)/Universal Pictures—, con unas pautas perfectamente marcadas a estas alturas y a las que un director tan personal como James Wan tiene que someterse o, sencillamente, dejar correr la ocasión con el pleno convencimiento de que será reemplazado por cualquier otro que se limite a cumplir con lo que se le pide, sin más complicaciones. Pero Wan sabe dónde se ha metido, y por descontado, cumple con las expectativas de quienes le pagan: por no faltar, no falta el consabido plano con la cámara haciendo travelling siguiendo el culo de un par de chicas contoneándose mientras pasean alrededor de los coches tuneados, y que ha devenido una especie de “marca de fábrica” de esta franquicia.


¿Y qué decir del resto? La trama es un completo disparate: enlazando con el final de Fast & Furious 6 (Furious 6, 2013, Justin Lin), propone la venganza de Deckard Shaw (Jason Statham) contra los héroes de la franquicia —Dom (Diesel), Brian (Walker), Letty (Michelle Rodriguez), Mia (Jordana Brewster), Roman (Tyrese Gibson), Tej (Ludacris) y el agente del FBI Hobbs (Dwayne Johnson)—, como represalia por haber dejado a su hermano menor, el villano de la anterior entrega —Owen Shaw (Luke Evans)—, gravemente herido. Ello da pie a un enloquecido enredo argumental donde también se ven implicados otro agente federal —Mr. Nobody (Kurt Russell)— y el líder de una organización terrorista —Jakande (Djimon Hounsou)—, y que desemboca en una orgía de secuencias de acción a cuál más aparatosa: Dom y sus colegas saltando con sus coches… ¡en paracaídas!; el ataque a un camión blindado de Jakande, con la finalidad de rescatar a una informática —Ramsey (Nathalie Emmanuel)— que viaja presa en su interior; una pelea en un rascacielos de Abu Dhabi, que culmina con un increíble salto acrobático de Dom y Brian en un descapotable, ¡atravesando otros dos rascacielos!; o una batalla final en las calles de Los Ángeles que involucra coches, helicópteros y drones lanzamisiles. Todo ello presentado de la manera más estruendosa posible a lo largo de 137 minutos.


La primera de las dos películas que se esconden dentro de Fast & Furious 7 es de las que llama inmediatamente al rechazo. Pero, mal que pese y a poco que se observe con el detenimiento que se merece cualquier película por parte de toda persona interesada por el cine como medio de expresión, Fast & Furious 7 supone una admirable demostración de profesionalidad por parte de Wan, consciente de que no puede hacer nada para cambiar una franquicia inamovible tal y como está concebida y ejecutada, pero que a pesar de ello demuestra una notabilísima capacidad para intentar hacer algo con ella y sacarle el máximo partido posible dentro de tan estrechos márgenes de injerencia y creatividad personales. A mi entender, lo consigue. En primer lugar, en vez de eludir los aspectos más desvergonzadamente comerciales del producto, se entrega a ellos con entusiasmo, intentando extraerles algún provecho. Por ejemplo, filma y monta los planos generales panorámicos y aéreos de presentación de los distintos enclaves en los que se desarrolla la acción (Tokio, la República Dominicana, las montañas del Cáucaso, Abu Dhabi, Los Ángeles) para llevar a cabo diferentes variaciones formales y sonoras en virtud de distintos ritmos de montaje y musicales; es un recurso esteticista, cierto, pero al menos busca evitar la monotonía de este tipo de planos de apertura de secuencias. En segundo lugar, imprime a las (magníficas) secuencias de acción un sentido de la planificación y el montaje a mi entender muy superiores a los demostrados por Rob Cohen, John Singleton y Justin Lin —sin por ello despreciar los estimables logros conseguidos por este último en Fast & Furious: Aún más rápido (Fast & Furious, 2009), la mencionada Fast & Furious 6 y, sobre todo, Fast  & Furious 5 (Fast Five, 2011), el título que redefinió el actual devenir de la franquicia—, con instantes particularmente tan logrados como el ya mencionado (y divertidísimo) lanzamiento de los coches en paracaídas sobre el Cáucaso, la pelea cuerpo a cuerpo de Brian y el sicario Kiet (Tony Jaa) dentro del camión blindado en marcha, el no menos divertido “salto mortal” atravesando tres rascacielos de Abu Dhabi, o la igualmente mencionada batalla final en Los Ángeles, excesivamente alargada, pero a pesar de ello resuelta con encomiable pulso narrativo.


Pero, lo que es más importante, Wan consigue aportar toques personales que, insisto y por mucho que pese, pues comprendo que puede parecer una facilidad del que suscribe, erige Fast & Furious 7 en la mejor entrega de la serie. A las pruebas me remito: el arranque del relato, con Deckard Shaw visitando a su hermano en coma Ian en el hospital de Londres, en una escena que culmina en un excelente plano en cámara móvil que se va abriendo hasta descubrirnos la matanza y los destrozos provocados por los sicarios de Deckard en su brutal irrupción en el centro hospitalario; ese brillante plano que incluye un giro casi total de la cámara, siguiendo una acrobática acción durante la pelea cuerpo a cuerpo de Deckard y Hobbs en las oficinas del FBI (por más que ese encuadre se repita más adelante, redundando innecesariamente en él); el plano, con la cámara colocada dentro de un monovolumen, que muestra el rostro de Brian golpeándose contra el cristal, mientras protege con su cuerpo a su hijo de la detonación de una bomba; o el inserto del plano de un cristal que vibra como consecuencia del rugido de los motores de los coches de Dom y Deckard, preparándose para embestirse frontalmente, que expresa muy bien, visual y sonoramente, la agresividad de los personajes. Fast & Furious 7 atesora algo hasta ahora ausente en esta franquicia: un director de cine.


Llama poderosamente la atención la secuencia final, la despedida de Dom y Brian, que en base a un ardid de guión —Dom sabe que Brian se retirará de “la acción” para dedicarse a compartir su vida con Mia y a criar a sus dos hijos—, da pie a un sentido homenaje a Paul Walker que, más allá de otra facilidad (la inserción de un collage de escenas del malogrado actor tomadas de las anteriores entregas de la franquicia en las que aparecía), culmina en un plano muy bello: Dom y Brian compiten por última vez hasta que, en plano aéreo en picado muy abierto, sus coches se separan, tomando caminos distintos… Cuando Walker murió aproximadamente a mitad del rodaje del film, otro buen amigo comentó, sarcástico, que Wan ya tenía una excusa para meter un fantasma en su película… Bromas aparte, y según cómo se mire, en Fast & Furious 7 Wan ha conseguido rodar con un “auténtico” fantasma; en este sentido, esa secuencia final hace gala de un tono mortuorio quizá no del todo pretendido por sus productores.


1 comentario:

  1. Tomás, me extraña tu comentario sobre esta película y más cuando en otras ocasiones no has sido muy benévolo con otras entregas de la saga, pero aún así te agradezco que le dediques tiempo y sobre todo compartas con nosotros tu opinión.
    Yo todavía no la he visto, así que no puedo opinar, pero lo que si creo es que al igual que las anteriores lo que ofrece realmente es entretenimiento puro y duro y yo con eso (en este tipo de filmes) me conformo.
    Gracias otra vez :)

    ResponderEliminar