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martes, 1 de mayo de 2012

“[REC] 3: GÉNESIS” – “LOS JUEGOS DEL HAMBRE” (Telegrama núm. 9)

Un día de boda: [Rec] 3: Génesis (2012), de Paco Plaza.- [Advertencia: en el presente artículo se revelan importantes detalles de la trama de este film.] A riesgo, lo sé, de quedar como una especie de Matusalén cuya decrepitud e insensibilidad le hacen incapaz de ver (supuestos) avances en materia de lenguaje cinematográfico, reitero el sonoro aburrimiento que me ha producido siempre la serie [Rec], tanto los dos primeros jalones firmados al alimón por Jaume Balagueró y Paco Plaza en 2007 y 2009, como el que me produce ahora su más reciente entrega, [Rec] 3: Génesis, firmada por Plaza en solitario, y eso a pesar de que, dentro de su discreción, arroja un saldo a mi entender preferible con respecto al de las dos películas que la preceden. El primer tercio de [Rec] 3: Génesis es de lejos el mejor, sobre todo por el brillo de una idea que, por lo demás, tampoco tiene nada de novedosa, habida cuenta de que ya la habían explorado, entre otros, el Fellini de Y la nave va (E la nave va, 1983) y el Lynch de Twin Peaks: Fire Walk with Me (1992), esto es, el cambio de formato fílmico, bien sea del cine silente en blanco y negro al cine sonoro en color (Fellini), de la televisión al cine (Lynch) o de la filmación espontánea con videocámara y en tomas largas a la filmación con cámara cinematográfica y con cortes de montaje, que es lo que poco más o menos ocurre aquí: durante la celebración de la boda de Clara (Leticia Dolera) y Koldo (Diego Martín), un joven asistente a la misma va filmándolo todo, todo, con su videocámara, lo cual viene a ser un equivalente de la cámara de televisión que lo grababa todo, todo, en [Rec] y [Rec] 2; en un momento dado, se desata el delirio de los zombis/ infectados/ poseídos (táchese lo que no proceda), y Koldo, enfurecido, destroza la videocámara de aquel joven, por impertinente. De este modo, el cambio de formato de la imagen casera en formato cuadrado a la imagen cinematográfica en formato panorámico queda integrado dentro de la propia trama, y supone, asimismo, una ruptura con el estilo found footage que cimentó el prestigio de las dos primeras partes. Hasta ahí, bien; pero luego, ¿qué queda? Poco, muy poco: apenas una enésima variante de todas las películas de zombis y similares habidas y por haber, cuya nota distintiva reside en un sentido del humor que, ciertamente, invita a llevar a cabo lo mejor que se puede hacer en estos casos, no tomarse la cosa en serio, por más que a la larga eso sea un arma de doble filo o una pescadilla que se muerde la cola. Las pullas contra las celebraciones matrimoniales y toda la parafernalia hortera que las acompaña; el momento en que Koldo y un camarero se preparan para hacer frente a los poseídos… con una armadura y una cota de malla sacadas de una capilla dedicada a Sant Jordi (sic); la apostilla de Clara cuando ella y Koldo contemplan el marasmo zombi en el que se ha convertido la sala de baile repleta de invitados: “¡Son nuestra familia!”; la conversión de Leticia Dolera, motosierra en mano, en una trasunta de las heroínas “casposas” modelo Hollywood Chainsaw Hookers (Fred Olen Ray, 1988)… Todo es divertido, pero al mismo tiempo acaba resultando contraproducente: nada emociona, y ni mucho menos atemoriza, cuando desde el principio se nos está hablando en broma sobre algo que en todo momento hace gala de su condición de chiste –véase, por ejemplo, el tratamiento del momento en que Clara se enfrenta a su propia madre “zombificada”—, por más que se trate de una ironía deliberada y asumida por los responsables de esta película malograda.


Caza humana: Los juegos del hambre (The Hunger Games, 2012), de Gary Ross.- [Advertencia: en el presente artículo se revelan importantes detalles de la trama de este film.] Y seguimos con los productos no aptos para Matusalén, en este caso la primera entrega de una nueva y, por ahora, increíblemente exitosa (quiero decir taquillera) franquicia que adapta la serie de novelas firmadas por Suzanne Collins la cual, dicen, reemplazará (¡ya!) en el imaginario juvenil colectivo a los libros de Stephenie Meyer que habían dado pie a la saga literaria y cinematográfica de Crepúsculo. ¡Los tiempos cambian que es una barbaridad! Sin entrar en valoraciones sobre las novelas de Meyer y Collins, dado que no las he leído, y juzgando Los juegos del hambre: the movie en sí misma considerada, lo cierto es que el resultado está lejos, muy lejos de ser satisfactorio. Se ha dicho estos días que la película de Gary Ross –quien estuvo más afortunado en Pleasantville (ídem, 1998), por más que tampoco era gran cosa, y en particular en su muy apreciable Seabiscuit, más allá de la leyenda (Seabiscuit, 2003)— es una variante de diversos títulos de ciencia ficción anteriores, que van desde La fuga de Logan (Logan’s Run, 1976, Michael Anderson) a Perseguido (The Running Man, 1987, Paul Michael Glaser), pasando por Battle Royale (Batoru rowaiaru, 2000, Kinji Fukasaku), entre otros. Pues bueno, ¿y qué? El problema no es que Los juegos del hambre sea o no un destilado de anteriores influencias; el problema radica en que es un film que, cinematográficamente hablando, no funciona: su éxito se debe a factores que poco o nada tienen que ver con el cine, y en los cuales no entro. Como relato de ciencia ficción futurista, o como se dice ahora, “distópico”, lo que la película oferta es poco más que una mera variante de lo ya apuntado en su día por Aldous Huxley o George Orwell, pasado por una estética fílmica que, a ratos, bebe del THX 1138 (1971) de George Lucas (sobre todo, en lo que al dibujo del estado policial se refiere), mientras que, en otros momentos, hace gala de una forma de visualizar ese mundo futuro que tan solo puede calificarse como de hortera (todo lo relativo al vestuario, peluquería y maquillaje de las clases poderosas que se dedican a divertirse a costa del sufrimiento de las clases populares de una Norteamérica “distópica” dividida, se nos dice, en “distritos”). El punto fuerte del relato consiste en una (otra) variante de algo asimismo ya explotado en anteriores ocasiones, y mejor: la caza del hombre por el hombre, haciendo realidad la metafórica expresión de Hobbes en un relato que gira alrededor de un terrorífico espectáculo televisado por todo el país/los distritos, donde jóvenes aprendices del malvado Zaroff, algunos de buen grado pero en su mayoría a la fuerza, compiten para sobrevivir en un juego mortal donde-solo-puede-quedar-uno. Nada de todo ello, en sí mismo considerado, estaría mal si estuviese presentado de una manera atractiva, más no es el caso: Gary Ross hace gala aquí y en todo momento de una titubeante puesta en escena, en la cual no hay ni una sola idea de realización realmente destacable, limitándose a facturar una producción muy bien vendida de antemano, de la que tan solo se recuerda, y para mal, los torpes encuadres iniciales que describen la penosa situación de los oprimidos del distrito 12 al principio de la película (que vendría a ser una aburrida reincidencia en los elementos del macro-género Americana ya presentes, con más fortuna, en Pleasantville y Seabiscuit); o las pésimas escenas de acción, en las cuales el uso de la cámara en mano y el abuso del plano corto y el primer plano crean una aburrida confusión. También se recuerda, pero en este caso para bien, el carisma de Jennifer Lawrence, sobre cuyas espaldas recae todo el peso de la función, y la labor de intérpretes que, como Woody Harrelson, Donald Sutherland, Stanley Tucci, Elizabeth Banks, Toby Jones o Wes Bentley, vuelven a demostrar sin grandes esfuerzos su valía.

3 comentarios:

  1. Coincido bastante con las apreciaciones de TFV sobre las dos películas, pero reconozco que me las dos -sobretodo REC 3- me despiertan algo de simpatía, ni que sea porque esperaba que ambas fueran mucho peores.

    REC 3 me parece al menos divertida, una adaptación del humor zombi de Sam Raimi al presente paisaje ibérico que "traiciona" a las anteriores entregas para bien, algo necesario visto la falta de ideas que lastraba ya a REC 2, y que confirma a Paco plaza como un director interesante, algo que ya me pareció tras ver "Romasanta" y, sobretodo "Cuento de Navidad".

    Y LJDH no es gran cosa, es cierto, pero también ha salido mejor de lo que cabía esperar viendo el material de partida, una serie de novelas para adolescentes que no han visto "La fuga de Logan" igual que lo era "Crepúsculo" para los que no han visto películas buenas de vampiros.

    Aún con sus defectos, LJDH no aburre, tiene a su servicio un reparto que cumple -excepto en el caso de los demás "concursantes" adolescentes- y hasta tiene algo de crítica al formato de telerrealidad.

    En todo caso, lo que más me gustó de LJDH, hasta el punto que me parece lo único llamativo, es la ambigüedad de las acciones del personaje de Josh Hutcherson, del que nunca llegamos a saber si realmente ama a la protagonista o simplemente la utiliza para ganarse el favor del público, una idea que refuerzan lo rápido que aprende a dominar la parte diplomática del concurso y la forma en que a veces le filma Gary Ross. Supongo que la respuesta, y de la forma más obvia posible, la tendremos en las obligatorias secuelas.

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    1. no es por ofender pero yo soy un fanático de rec y digo que las 2 primeras son mejores que la tercera porque se muestra un poco mas de realismo ok espero que me entiendas y me respondas

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  2. osea yo quería el videojuego no quería ver su critica o sinopsis estoy un poquito molesto y aunque ay personas que dicen "si no te gusta la pagina para que te metes a ella" es porque el nombre lo ponen "rec game los juegos del hambre" entonces quien me apoya amigos mi cuenta es eduardoalberto41@yahoo.com hay me encontraran (en yahoo mexico) ay podrán hablar y decir que películas o juegos no les gustan así yo los podre ayudar ya que les puedo recomendar películas juegos diré criticas y espero que sea de su interés gracias y espero que lean este comentario

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