El cine de bajo presupuesto norteamericano de los años sesenta, es decir, el realizado a caballo del final del cine de serie B propiamente dicho –que era el cine barato producido o bien por las divisiones de serie B de grandes estudios de Hollywood, o bien por pequeñas productoras especializadas en la materia— y del nacimiento de la libre producción de bajo presupuesto –la cual suele fijarse, como efeméride, a raíz de la producción de La caída de la casa Usher (House of Usher, 1960, Roger Corman) por parte de American International Pictures—, está lleno de pequeños títulos cuyas vicisitudes de producción son tanto o más curiosas que las películas en sí mismas consideradas. Una de esas minúsculas rarezas de culto freak, y además “ideal” para estos días de verano (según esa convención largo tiempo establecida según la cual durante la temporada estival hay que ver films “frescos”, y durante la invernal, “cálidos”), es The Mermaids of Tiburon, una baratísima producción escrita, producida y dirigida por John M. Lamb (1917-2006), quien además se hizo cargo de fotografiar todas sus abundantes escenas submarinas, valiéndose para ello de la experiencia acumulada como operador subacuático para la serie de televisión inédita en España Sea Hunt (1958-1961), encargándose poco después de fotografiar las escenas bajo el agua de la película de Irwin Allen Viaje al fondo del mar (Voyage to the Bottom of the Sea, 1961) y de la popular serie de televisión homónima (1964-1968) a la cual esta última dio pie. Ahora bien, The Mermaids of Tiburon no fue sino la ópera prima como realizador de Lamb, quien entre 1965 y hasta 1986 dirigió otros cinco largometrajes y produjo casi una docena inscribibles, todos ellos, en los márgenes del exploitation puro y duro; por ceñirnos a su obra como director, aclaremos que The Raw Ones (1965) es un documental sobre un campamento nudista; Mondo Keyhole (1966), codirigido con Jack Hill, un sórdido relato de ficción en torno a un violador que opera por Los Ángeles; y Sexual Freedom in Denmark (1970), Sexual Liberty Now (1971) y Sex Freaks (1974), sendos documentales de temática sexual, firmados con el seudónimo M.C. Von Hellen.
The Mermaids of Tiburon fue realizada en 1961 pero no se estrenó en los Estados Unidos hasta junio de 1962, de ahí que suela salir este último año en la mayoría de fichas, y se rodó en color, si bien según algunas fuentes también conoció exhibiciones en blanco y negro (en este caso, y suponiendo que fuera cierto, lo que quizá se hacía era proyectar los copiones, es decir, las copias “de trabajo” más económicas reveladas en blanco y negro; una práctica, por cierto, frecuente en muchos cines de barrio españoles durante los años sesenta). The Mermaids of Tiburon es una modesta fantasía marina que, tal y como fue concebida en un primer momento, era –y es— una película “para todos los públicos”, habida cuenta la ingenuidad y “blancura” de su argumento. El doctor Samuel Jamison (George Rowe), un biólogo marino que trabaja en un parque acuático californiano, recibe la noticia de la existencia de una rara y valiosísima variedad de perlas con destellos de colores que, según todos los indicios, tan sólo se encuentran en la isla mejicana de Tiburón, situada en el golfo de California (la cual, por cierto, existe realmente). Jamison viaja a una ciudad de la costa para reunirse con alguien que es quien ha facilitado la información sobre las perlas y tiene más datos sobre las mismas, pero al llegar se encuentra con que esa persona ha desaparecido. El protagonista toma una lancha motora y él solo, por su cuenta y riesgo, viaja a la isla. Cuál no será su sorpresa cuando, al poco de llegar, descubre en las aguas circundantes de Tiburón a… ¡una sirena! (Diane Webber): la clásica mujer mitológica con cola de pez y estratégicas conchas marinas cubriendo sus senos, al menos en esta versión del film (volveremos sobre esta cuestión más adelante), y que vive junto a otras hermanas respecto a las cuales, se supone, ella es su mandataria (Webber consta en los títulos de crédito como “Reina sirena”), custodiando juntas el tesoro de la isla, que no es sino las gigantescas conchas en cuyo interior nacen las codiciadas perlas Pero, poco después de la llegada de Jamison, arriba al lugar un desagradable individuo, al cual hemos visto en el muelle donde el protagonista ha tomado su lancha; se trata de Milo Sangster (Timothy Carey, luciendo aquí un llamativo parecido con Andy Garcia), quien en compañía de un ayudante mejicano llamado, cómo no, Pepe (José Gonzales-Gonzales), también tiene conocimiento de la existencia de las perlas y ha llegado a Tiburón con la intención de apoderarse de ellas, matando a Jamison si es preciso.
Buena parte de la, digamos, pequeña fama freak de The Mermaids of Tiburon se debe a que se trata, básicamente, de un film con dos versiones: la “familiar”, que acabamos de mencionar, y un posterior remontaje “para adultos” efectuado en 1964 y asimismo realizado por John Lamb, conocido según las ocasiones como Aquasex, Aqua Sex, The Aqua Sex y The Virgin Aqua Sex (de hecho, la copia en DVD que yo he visto, y de la que luego hablaré, acredita la película como una producción de Aquasex Inc.), el cual consiste principalmente en la remoción de diez minutos de metraje y el añadido de nuevas secuencias en las cuales aparecen más chicas haciendo de sirenas… pero en topless, cuando no completamente desnudas en determinados momentos. Por lo demás, ambas versiones son prácticamente idénticas, dado que se trata en puridad de conceptos de la misma película pero con dos distintos montajes. Lo más probable es que la idea de remontar The Mermaids of Tiburon y convertirla en The Aqua Sex fuera del propio Lamb, habida cuenta su posterior y entusiasta carrera como cineasta en el terreno del cine exploitation. Llama la atención que, para el montaje “adulto”, Lamb no volviera a requerir los servicios de Diane Webber, nombre artístico de la modelo y ocasional actriz de Los Ángeles Marguerite Empey (1932-2008), más que nada porque Webber –la cual volvería a trabajar con Lamb en la mencionada serie de televisión Viaje al fondo del mar, precisamente en uno de los episodios con fotografía submarina de este último, titulado The Mermaid (1967), en el cual interpretaba de nuevo a una sirena— era famosa en los Estados Unidos por haber sido portada y principal eje de atención de numerosas revistas de temática nudista norteamericanas de los años 50 y 60, siendo ella misma, su esposo e hijos practicantes habituales del nudismo, lo cual significa que salir sin ropa en una película no debía suponerle ningún problema. Por tanto, puede que su no intervención en el montaje “adulto” se debiera a una cuestión de disponibilidad laboral, a que sus creencias nudistas quizá chocaran de frente con el desvergonzado propósito exploitation de Lamb, o simplemente a que ni siquiera fue tenida en cuenta para el proyecto. Ello explica que la protagonista femenina del montaje “adulto” fuera en esta ocasión la modelo Gaby Martone, también conocida como Gaby Ryke y como Gaby Martine, y una habitual de la prensa gráfica “para adultos” de la América de los 60, la cual volvería a trabajar con Lamb en Mondo Keyhole encarnando a una de las víctimas del violador.
Es el momento de señalar que The Mermaids of Tiburon, en sus dos versiones, se encuentra editada en DVD en los Estados Unidos, en una edición multi-zona de la firma Psycho Tronica –acompañada de otra “perla”, nunca mejor dicho: la coproducción mejicano-cubana Yambaó (Alfredo B. Crevenna, 1957)—, que como suele ser habitual en esta firma dedicada a recopilar “clásicos” del exploitation de esa época pone el acento en la versión “adulta”, aquí titulada The Mermaids of Tiburon – Nude Version, pero también incluye la versión “familiar” en el apartado de extras. Llegados a este punto, casi resulta obvio concluir que The Mermaids of Tiburon, en cualquiera de sus dos versiones, es una mediocre producción: está narrada con desgana (la insistente voz en off de Jamison narrando sus impresiones llega a hacerse verdaderamente cargante) y los personajes son de una pieza; las sirenas, a pesar de su belleza física (en particular la muy fotogénica Diane Webber), transmiten un escaso erotismo; casi puede afirmarse que tampoco lo hacen las más destapadas mujeres pez de la versión “adulta”, que ya es decir, y ello se debe en gran medida a la torpeza de la realización; Timothy Carey también carga las tintas en su papel de villano, y otro tanto puede afirmarse de José Gonzales-Gonzales en su muy tópico rol de mejicano comme il faut que, para colmo de males, de vez en cuando se agarra a su guitarra y se pone a hacer algo parecido a cantar…; las escenas en las que aparece un tiburón, obviamente mecánico, son risibles; y, en sus líneas generales, la versión “adulta” es sublimemente ridícula, habida cuenta de que las sirenas que aparecen en el material rodado a posteriori ni siquiera lucen cola de pez (sic), y algunas de ellas aparecen nadando con aletas de submarinista (¡): una auténtica filfa. Por no hablar, claro está, de la feroz misoginia y el sexismo que transmite el producto: las sirenas son, en todo momento, una especie de sublimación de lo Femenino en su concepción más estereotipada (risitas, sensualidad, mohines, y lo que muchos varones más "aprecian" del sexo femenino: ¡no hablan ni dentro ni fuera del agua!); resulta impagable ese momento en que, para acercarse a la Reina sirena, Jamison coge una especie de flores subacuáticas del fondo y se las ofrece a la mujer pez, convencido que de –nos instruye su voz en off— todas las mujeres son “iguales”, tengan o no cola de pez…; ni que decir tiene que su gesto de seducción se salda con el éxito. Asimismo, lo único que llama la atención de la versión “adulta” es, por descontado, una agresividad misógina y políticamente muy incorrecta hacia las mujeres mucho mayor que en la versión “familiar”: véase la secuencia en la cual Sangster, con equipo de respiración autónoma, se pelea bajo el agua con una de las sirenas en topless y acaba arrancándole la escasa pieza de ropa que la chica lleva puesta, y cómo a continuación el villano emplea su fusil submarino para herir gravemente a otra sirena disparándole un arpón. Lo más curioso de ambas versiones acaso sea, junto con la buena calidad de la fotografía submarina de Lamb (se nota que esta debía ser una de sus principales preocupaciones), el angustioso momento en el cual el malvado Sangster paga sus fechorías con la vida: persiguiendo a las sirenas por el interior de las cuevas submarinas que habitan las primeras, convencido de que acabarán conduciéndole al cubil de las perlas, Sangster queda atrapado en una caverna sin salida y agota su provisión de aire sin poder salir a la superficie.
The Mermaids of Tiburon fue realizada en 1961 pero no se estrenó en los Estados Unidos hasta junio de 1962, de ahí que suela salir este último año en la mayoría de fichas, y se rodó en color, si bien según algunas fuentes también conoció exhibiciones en blanco y negro (en este caso, y suponiendo que fuera cierto, lo que quizá se hacía era proyectar los copiones, es decir, las copias “de trabajo” más económicas reveladas en blanco y negro; una práctica, por cierto, frecuente en muchos cines de barrio españoles durante los años sesenta). The Mermaids of Tiburon es una modesta fantasía marina que, tal y como fue concebida en un primer momento, era –y es— una película “para todos los públicos”, habida cuenta la ingenuidad y “blancura” de su argumento. El doctor Samuel Jamison (George Rowe), un biólogo marino que trabaja en un parque acuático californiano, recibe la noticia de la existencia de una rara y valiosísima variedad de perlas con destellos de colores que, según todos los indicios, tan sólo se encuentran en la isla mejicana de Tiburón, situada en el golfo de California (la cual, por cierto, existe realmente). Jamison viaja a una ciudad de la costa para reunirse con alguien que es quien ha facilitado la información sobre las perlas y tiene más datos sobre las mismas, pero al llegar se encuentra con que esa persona ha desaparecido. El protagonista toma una lancha motora y él solo, por su cuenta y riesgo, viaja a la isla. Cuál no será su sorpresa cuando, al poco de llegar, descubre en las aguas circundantes de Tiburón a… ¡una sirena! (Diane Webber): la clásica mujer mitológica con cola de pez y estratégicas conchas marinas cubriendo sus senos, al menos en esta versión del film (volveremos sobre esta cuestión más adelante), y que vive junto a otras hermanas respecto a las cuales, se supone, ella es su mandataria (Webber consta en los títulos de crédito como “Reina sirena”), custodiando juntas el tesoro de la isla, que no es sino las gigantescas conchas en cuyo interior nacen las codiciadas perlas Pero, poco después de la llegada de Jamison, arriba al lugar un desagradable individuo, al cual hemos visto en el muelle donde el protagonista ha tomado su lancha; se trata de Milo Sangster (Timothy Carey, luciendo aquí un llamativo parecido con Andy Garcia), quien en compañía de un ayudante mejicano llamado, cómo no, Pepe (José Gonzales-Gonzales), también tiene conocimiento de la existencia de las perlas y ha llegado a Tiburón con la intención de apoderarse de ellas, matando a Jamison si es preciso.
Buena parte de la, digamos, pequeña fama freak de The Mermaids of Tiburon se debe a que se trata, básicamente, de un film con dos versiones: la “familiar”, que acabamos de mencionar, y un posterior remontaje “para adultos” efectuado en 1964 y asimismo realizado por John Lamb, conocido según las ocasiones como Aquasex, Aqua Sex, The Aqua Sex y The Virgin Aqua Sex (de hecho, la copia en DVD que yo he visto, y de la que luego hablaré, acredita la película como una producción de Aquasex Inc.), el cual consiste principalmente en la remoción de diez minutos de metraje y el añadido de nuevas secuencias en las cuales aparecen más chicas haciendo de sirenas… pero en topless, cuando no completamente desnudas en determinados momentos. Por lo demás, ambas versiones son prácticamente idénticas, dado que se trata en puridad de conceptos de la misma película pero con dos distintos montajes. Lo más probable es que la idea de remontar The Mermaids of Tiburon y convertirla en The Aqua Sex fuera del propio Lamb, habida cuenta su posterior y entusiasta carrera como cineasta en el terreno del cine exploitation. Llama la atención que, para el montaje “adulto”, Lamb no volviera a requerir los servicios de Diane Webber, nombre artístico de la modelo y ocasional actriz de Los Ángeles Marguerite Empey (1932-2008), más que nada porque Webber –la cual volvería a trabajar con Lamb en la mencionada serie de televisión Viaje al fondo del mar, precisamente en uno de los episodios con fotografía submarina de este último, titulado The Mermaid (1967), en el cual interpretaba de nuevo a una sirena— era famosa en los Estados Unidos por haber sido portada y principal eje de atención de numerosas revistas de temática nudista norteamericanas de los años 50 y 60, siendo ella misma, su esposo e hijos practicantes habituales del nudismo, lo cual significa que salir sin ropa en una película no debía suponerle ningún problema. Por tanto, puede que su no intervención en el montaje “adulto” se debiera a una cuestión de disponibilidad laboral, a que sus creencias nudistas quizá chocaran de frente con el desvergonzado propósito exploitation de Lamb, o simplemente a que ni siquiera fue tenida en cuenta para el proyecto. Ello explica que la protagonista femenina del montaje “adulto” fuera en esta ocasión la modelo Gaby Martone, también conocida como Gaby Ryke y como Gaby Martine, y una habitual de la prensa gráfica “para adultos” de la América de los 60, la cual volvería a trabajar con Lamb en Mondo Keyhole encarnando a una de las víctimas del violador.
Es el momento de señalar que The Mermaids of Tiburon, en sus dos versiones, se encuentra editada en DVD en los Estados Unidos, en una edición multi-zona de la firma Psycho Tronica –acompañada de otra “perla”, nunca mejor dicho: la coproducción mejicano-cubana Yambaó (Alfredo B. Crevenna, 1957)—, que como suele ser habitual en esta firma dedicada a recopilar “clásicos” del exploitation de esa época pone el acento en la versión “adulta”, aquí titulada The Mermaids of Tiburon – Nude Version, pero también incluye la versión “familiar” en el apartado de extras. Llegados a este punto, casi resulta obvio concluir que The Mermaids of Tiburon, en cualquiera de sus dos versiones, es una mediocre producción: está narrada con desgana (la insistente voz en off de Jamison narrando sus impresiones llega a hacerse verdaderamente cargante) y los personajes son de una pieza; las sirenas, a pesar de su belleza física (en particular la muy fotogénica Diane Webber), transmiten un escaso erotismo; casi puede afirmarse que tampoco lo hacen las más destapadas mujeres pez de la versión “adulta”, que ya es decir, y ello se debe en gran medida a la torpeza de la realización; Timothy Carey también carga las tintas en su papel de villano, y otro tanto puede afirmarse de José Gonzales-Gonzales en su muy tópico rol de mejicano comme il faut que, para colmo de males, de vez en cuando se agarra a su guitarra y se pone a hacer algo parecido a cantar…; las escenas en las que aparece un tiburón, obviamente mecánico, son risibles; y, en sus líneas generales, la versión “adulta” es sublimemente ridícula, habida cuenta de que las sirenas que aparecen en el material rodado a posteriori ni siquiera lucen cola de pez (sic), y algunas de ellas aparecen nadando con aletas de submarinista (¡): una auténtica filfa. Por no hablar, claro está, de la feroz misoginia y el sexismo que transmite el producto: las sirenas son, en todo momento, una especie de sublimación de lo Femenino en su concepción más estereotipada (risitas, sensualidad, mohines, y lo que muchos varones más "aprecian" del sexo femenino: ¡no hablan ni dentro ni fuera del agua!); resulta impagable ese momento en que, para acercarse a la Reina sirena, Jamison coge una especie de flores subacuáticas del fondo y se las ofrece a la mujer pez, convencido que de –nos instruye su voz en off— todas las mujeres son “iguales”, tengan o no cola de pez…; ni que decir tiene que su gesto de seducción se salda con el éxito. Asimismo, lo único que llama la atención de la versión “adulta” es, por descontado, una agresividad misógina y políticamente muy incorrecta hacia las mujeres mucho mayor que en la versión “familiar”: véase la secuencia en la cual Sangster, con equipo de respiración autónoma, se pelea bajo el agua con una de las sirenas en topless y acaba arrancándole la escasa pieza de ropa que la chica lleva puesta, y cómo a continuación el villano emplea su fusil submarino para herir gravemente a otra sirena disparándole un arpón. Lo más curioso de ambas versiones acaso sea, junto con la buena calidad de la fotografía submarina de Lamb (se nota que esta debía ser una de sus principales preocupaciones), el angustioso momento en el cual el malvado Sangster paga sus fechorías con la vida: persiguiendo a las sirenas por el interior de las cuevas submarinas que habitan las primeras, convencido de que acabarán conduciéndole al cubil de las perlas, Sangster queda atrapado en una caverna sin salida y agota su provisión de aire sin poder salir a la superficie.
¡Gracias por la recomendación veraniega!.
ResponderEliminarAlgo que no comprendo de la política de edición en dvd es que se editen películas como esta, y que, por lo menos aquí en España, nadie se haya molestado en sacar en dvd pélículas como "The pitfall" de De Toth, "Stars in my crown" de Tourneur, "The line-up" de Siegel o algunos clásicos italianos como "Il brigante" de Castellani o "La mano dello straniero" de Soldati (creo que leí un artículo de Latorre en el que decía que era la mejor adaptación de Graham Greene al cine). Por lo demás, la entrada es muy interesante, incluso para los que no estamos interesados en ese tipo de cine. Saludos.
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