Explicado muy rápidamente, las adaptaciones al cine de cómics de superhéroes han oscilado, en sus líneas generales y sin perjuicio de puntuales excepciones, entre dos tendencias de estilo. Por un lado están aquéllas que se han esforzado en convertir los cómics originales en películas en sentido estricto, es decir, procurando marcar distancias entre los orígenes gráficos, “dibujados”, de los personajes y las exigencias del lenguaje del cine, transformándolos en personajes “cinematográficos”: el ejemplo sería la seminal Superman, la película (Superman: The Motion Picture, 1978, Richard Donner) y todos aquellos films que en todo o en parte han bebido de su influencia (mucho mayor de lo que suele reconocerse), tal es el caso y sin ánimo de ser exhaustivo de la trilogía de Sam Raimi sobre Spider-Man (2002-2004-2007), de Daredevil (ídem, 2003, Mark Steven Johnson), de las dos entregas de Los 4 Fantásticos firmadas por Tim Story (2005-2007) o del Iron Man (ídem, 2008) de Jon Favreau. Por otra parte, podríamos señalar otras películas, pocas, que han llevado a cabo la adaptación con un planteamiento contrario al de las citadas en último lugar, es decir, subrayando el origen gráfico de los personajes que adaptan y estableciendo estrechos lazos de relación entre cine y cómics –algo ya ensayado, entre otros, por George A. Romero en su curiosa aunque fallida Creepshow (ídem, 1982)—, como es el caso del interesante y subvalorado Hulk (ídem, 2003) de Ang Lee y, ya fuera del ámbito temático del superhéroe, títulos como Sin City (ídem, 2005, Robert Rodriguez y Frank Miller) o la reciente The Spirit (ídem, 2008, Miller), que llegan a “calcar” directamente viñetas de los originales gráficos. Un punto intermedio lo constituirían aquellos films que se han atrevido a conciliar el respeto a los cómics originales con ciertas inquietudes cinematográficas, digamos, “autorales”, tal es el caso de los famosos y muy influyentes trabajos de Tim Burton Batman (ídem, 1989) y Batman vuelve (Batman Returns, 1992), o las dos primeras entregas de la serie X-Men (2000-2003) a cargo de Bryan Singer.
En este sentido, creo que tanto El caballero oscuro como Watchmen han conseguido renovar notablemente los parámetros que hasta ahora han dominado la adaptación de superhéroes del cómic al cine, yendo un paso más allá de sus predecesores (aunque sin los pasos previos de aquéllos, todo hay que decirlo, quizá no lo habrían conseguido). Cuando Christopher Nolan afronta El caballero oscuro, tenía ante sí varias opciones; una, la más fácil dado que ya la había practicado, era la de repetir sin más lo ensayado previamente en su anterior y desigual Batman Begins (ídem, 2005), esto es, un punto intermedio entre la estética gótica de los Batman de Tim Burton y una puesta al día siguiendo determinadas pautas y convenciones estéticas más propias del cine de acción implantado en el cine de Hollywood desde los años ochenta hasta el día de hoy; el resultado fue tan atractivo como irregular, habida cuenta de que si bien la faceta, digamos, “gótica” del film funcionaba muy bien, no lo hacía tanto su faceta, sigamos diciendo, “activa”, quizá porque se trataba de la primera gran superproducción del realizador en Hollywood y tal vez no llegó a controlarla por completo (tengo entendido, y corríjaseme si me equivoco, que Nolan rueda en persona las secuencias de acción sin confiárselas a una segunda unidad, al contrario de lo que suelen hacer la mayoría de realizadores). En cambio, cuando hace frente a El caballero oscuro, Nolan elige otra opción: no repite la fórmula Batman Begins, deja de lado la estética gótica a lo Burton y convierte la nueva entrega de las andanzas del Hombre Murciélago en un thriller rodado al estilo del policíaco norteamericano de los setenta, tomando en parte como modelo –según confesión propia— al realizador y a la película que muestran más claramente en la actualidad la herencia de esa época del policíaco estadounidense: Michael Mann y su Heat (ídem, 1995), explícitamente evocados en la primera y excelente secuencia de El caballero oscuro, la del atraco al banco (donde aparece brevemente el actor William Fichtner, asimismo presente en el reparto de Heat). El resultado es un film de superhéroes muy insólito, dado que está bañado de un inesperado “realismo” –recordemos que el policíaco americano de los setenta tuvo una fuerte influencia del así llamado cinéma-vérité, tal y como hizo patente el film seminal del género en esa época: French Connection, contra el imperio de la droga (The French Connection, 1971, William Friedkin)—, que paradójicamente acaba siendo tanto o más fantástico que el gótico burtoniano, ya que la presencia de un personaje vestido con capucha de largas orejas puntiagudas y una capa negra metido en semejante contexto “realista” provoca un extraño efecto de distorsión, casi de cortocircuito entre géneros dispares, que le proporciona una sorprendente abstracción. ¡Para que luego digan que no hay experimentación en Hollywood!
En cambio, cuando Zack Snyder se plantea Watchmen, lo hace desde una base radicalmente distinta aunque, como veremos a continuación, en el fondo no tan alejada de lo practicado por Nolan en El caballero oscuro como pueda parecer a simple vista. Snyder, con experiencia acreditada en el tema de la adaptación de cómics al cine –su interesante 300 (ídem, 2006)—, se lanza a la aventura de adaptar el complejo relato gráfico homónimo de Alan Moore y Dave Gibbons, ese proyecto demencial con el que ni siquiera pudo el enloquecido Terry Gilliam, llevando a cabo una, digamos, adaptación literal del mismo, no tanto en lo relativo a la notable fidelidad a la trama del original (a pesar de su larga duración, más de 160 minutos, el film no está “completo”: según parece, existe un director’s cut de 190 minutos y podría haber una edición especial en formatos domésticos con hasta 70 minutos adicionales respecto al montaje para cines), como sobre todo al hecho de que, en determinados momentos, planifique determinados planos inspirándose directamente en las viñetas dibujadas por Gibbons, un poco a lo Rodriguez-Miller. Por una parte, Watchmen es una película tan estilizada como puedan serlo las adaptaciones superheroicas “luminosas” al estilo del Superman de Richard Donner o las adaptaciones “góticas” a lo Tim Burton; pero, por otro, se aleja de ellas en cuanto al contenido y el tono dramático, haciendo gala de una explosiva violencia que la aparta radicalmente del mayoritario sector de público infantil-juvenil que, según la convención, sería aquel al cual en teoría están dirigidas las películas de superhéroes, y transformándola, al igual que El caballero oscuro, en un notable intento de superproducción hollywoodiense para adultos.
La diferencia entre los trabajos de Nolan y Snyder radica a mi entender, y desde el punto de vista aquí planteado, en que mientras que El caballero oscuro bebe de referentes cinematográficos tan claros como los ya mencionados, esto es, el policíaco norteamericano de los setenta y el cine de Michael Mann, estos últimos son un telón de fondo que contribuyen a conferirle un convincente soporte dramático al cual se acude en determinadas secuencias para luego olvidarse de él cuando, asimismo, le conviene; en cambio, en Watchmen, los referentes cinematográficos no son sólo un telón de fondo, sino que en ocasiones están tan puestos en primer término del relato que, si bien a ratos benefician la película, proporcionándole una doble lectura o, si se prefiere, una lectura soterrada de lo más irónica, en otras ocasiones la perjudican, dado que le confieren una pátina excesivamente referencial y, en consecuencia, poco imaginativa que la empobrece. Me explico: viendo Watchmen, a ratos se tiene la sensación de que esas referencias están utilizadas irónicamente, de tal manera que el espectador asiste gracias a ellas a un espectáculo que le resulta reconocible porque se sostiene sobre convenciones visuales vistas en otros films; además, la utilización de dichas convenciones aplicadas a un relato de superhéroes producen un efecto de extrañamiento (por ejemplo, en uno de sus mejores y más celebrados fragmentos: el montaje de supuestas fotos fijas con que se ilustran los excelentes títulos de crédito iniciales, con un estilo visual que recuerda tanto las fotografías de Weegee –Quim Casas dixit— como las portadas de las viejas revistas pulp y cierta estética heredada del cine negro clásico); de este modo, Watchmen pone en cuestión, ni que sea soterradamente, que esas convenciones han existido siempre en el cine y que se pueden aplicar indistintamente a todo tipo de relatos, tanto da que sean policíacos, melodramas, películas de aventuras, de terror… o de superhéroes: es casi un discurso no tanto de cine-dentro-del-cine como de cine-sobre-el-cine que haría las delicias de Godard.
La cruz de este planteamiento tan interesante reside en que, en otras ocasiones, Zack Snyder confía demasiado en él y termina excediéndose un poco, haciendo las referencias demasiado obvias: es el caso de las muy comentadas, por evidentes, citas a Apocalypse Now (ídem, 1979, Francis Ford Coppola) en las secuencias retrospectivas que tienen lugar durante la guerra del Vietnam en la que participan los Watchmen: no ya los famosos helicópteros, sino incluso el dichoso –por recurrido— ventilador que aparece en la cruda escena en la que El Comediante (Jeffrey Dean Morgan) asesina a sangre fría a su embarazada amante vietnamita en presencia del Dr. Manhattan (Billy Crudup); lo molesto no es la referencia en sí, sino la impresión de que Snyder, acaso porque confía devotamente en la fuerza subversiva del cómic de Moore y Gibbons, da por sentado que el poder de la trama de este último es más que suficiente para atrapar al espectador y que él tan sólo tenía que limitarse a ilustrarlo lo más convincentemente posible; y si bien es cierto que esa convicción, por su parte, existe (Watchmen es una película excelentemente planificada y filmada), a veces se tiene la impresión de que el director descarga demasiado la puesta en escena sobre recursos visuales preestablecidos: véase, por ejemplo, una de las primeras citas románticas de Dan / Búho Nocturno II (Patrick Wilson) con Laurie / Espectro de Seda II (Malin Akerman), que tiene lugar de noche y bajo la lluvia; Dan acompaña a Laurie a su taxi guareciéndola con un paraguas; la joven sube al vehículo y, a continuación Zack Snyder inserta el consabido contraplano del cristal de la ventanilla descendiendo para que veamos a Laurie hablando con Dan; es un ejemplo de planificación formularia, que se da en más de un momento a lo largo del film, y que si bien no lo estropea, sí lo empobrece un poco: se echa en falta un planteamiento de puesta en escena más audaz y menos acomodaticio, o al menos tan audaz e incómodo como el cómic original de Moore y Gibbons.
De ahí que, en comparación, y aún rebajando las dosis de violencia de la película de Snyder (insisto: a pesar de lo dicho, muy interesante), El caballero oscuro acabe siendo una obra más radical e incómoda, por más que ambas compartan una visión nada halagüeña y muy antipática de sus superhéroes protagonistas: el Batman (Christian Bale) de Nolan es el héroe más aterrador del cine de estos últimos años, y evidentemente los Watchmen no le van a la zaga, como queda claro en la resolución del film de Snyder, en el que la masacre de millones de inocentes acaba siendo un “daño colateral aceptable” para los protagonistas porque del mismo se sacará un beneficio para toda la humanidad. La gran diferencia estriba en que, mientras que en Watchmen el plan –diabólico, apocalíptico— de Adrian Veidt / Ozymandias (Matthew Goode) busca poner el mundo “en orden”, en El caballero oscuro el plan –demente, irracional, sin límites— del Joker (el memorable Heath Ledger) busca sumir el mundo en el caos, la confusión, una anarquía total y absoluta que ni siquiera los anarquistas hubiesen podido soñar. Si al final el Joker no se sale con la suya –como siempre ocurre en el ambivalente cine de Christopher Nolan, donde todo, personajes y situaciones, tienen dos caras— es porque falla, por muy poco, a la hora de juzgar la condición humana –ahí está el detalle del feroz presidiario que, contra todo pronóstico, arroja por la borda el detonador que podría hacer volar el otro ferry y salvarle a él la vida—, y al final tiene que ser el propio Batman quien se convierta él mismo en el “villano” que el mundo necesita odiar, necesita temer, para mantener su frágil equilibrio social; en la conclusión de El caballero oscuro, el auténtico malvado, el Joker, sobrevive, mientras que el héroe no sólo no llega a tiempo de salvar a “la chica” –Rachel: Maggie Gyllenhaal—, sino que incluso él mismo acaba siendo perseguido sin cuartel por la policía. Ambas conclusiones, las de El caballero oscuro y Watchmen, son incómodas y anticonvencionales, pero la de la primera, tratándose del superhéroe creado por Bob Kane, es la más inesperada y subversiva.
Vaya por delante que no he visto aún "Watchmen", pero lo poco que he visto (incluyendo sus títulos de crédito que ene fecto, sno memorables), me sigue casando todo bastante bien con la opinión que tengo sobre Zack Snyder, la de un tipo ciertamente hábil que reconozco abiertamente, no se si me seduce con sus impecables imágenes anulando mi espíritu crítico con una artillería visual con fecha de caducidad, o si en efecto hay un poso estilístico perfectametne ancuadrado dentro de estos tiempos de saturación audiovisual. Ahora mismo, me encunentro en un punto medio, creo que Snyder tiene algo de las dos cosas.
ResponderEliminarEl asunto, en mi opinión, con Nolan me resulta bien distinto. Tengo bastante claro que es uno de esos directores que como Aronofsky ha gozado de un, por momentos, desmedido apoyo crítico. "Memento" está fenomenal, pero no pienso lo mismo de "Insomnio" ni de "Batman Begins", ahora bien...
"El caballero oscuro" si que me parece "otra cosa", un salto cualitativo en la creatividad y en las facultades de Nolan porque en efecto, la película tiene todo lo que has apuntado Tomás, y un montón de cosas más. Es además, como bien apuntas, una película extraña, casi un film de detectives con un superhéroe de por medio (los entendidos en el cómic dicen que esa era la esencia original de Batman) y un villano que sólo persigue un caos heredero de una sociedad post 11-S. Y claro, la propia figura de Batman, como un chivo expiatorio, un mal necesario para que el odio, o mejor, el temor, se fosilice en un entorno donde estamos demasiados acostumbrados a la seguridad que nos proporciona la cotidianidad.
A mi, con "El caballero oscuro" me está pasando lo que rara vez me pasa con una película (la más reciente, con "La joven del agua"), que está ganando con el tiempo, en mi cabeza, recordándola, escribiendo algún artículo (como hice hace poco sobre Hollywood en la era Bush) y redescubriendo hallazgos que creía no había pillado el día que la vi.
Ahora, necesito volver a verla y claro, "Watchmen", es sólo cuestión de tiempo, porque como digo, mi relación con Snyder es un poco adictiva. Me encanta Amanecer de los muertos" y me encandila "300", lo cual, como digo, en el fondo me preocupa porque, se esterá quedando conmigo...?
Un saludo.
Excelente artículo, como de costumbre, Tomás. Aunque no estoy demasiado de acuerdo en la apreciación acerca de que 'Batman Begins' está a medio camino entre la estética gótica burtoniana y el cine de acción hollywoodiense. Yo creo que ese acercamiento realista muy próximo al policíaco de los 70 ya estaba muy presente en aquella película, por mucho que pudieran existir ciertos aspectos puntuales algo más estilizados, como aquellos momentos relacionados con la superación de los miedos y los recuerdos de infancia de Bruce Wayne, pero creo que en el fondo en aquella película ya estaban esbozadas todas las ideas que en 'El caballero oscuro' se llevaron quizás más al límite.
ResponderEliminarTambién contribuye el hecho de que en 'El caballero oscuro' el personaje de Batman quede relegado a un segundo plano y la película adquiera un carácter mucho más coral. Porque aunque la película esté centrada en el ascenso y posterior caída a los infiernos de Harvey Dent, realmente es una película que habla sobre toda la ciudad de Gotham y, por extensión, de la sociedad occidental contemporánea. La película versa sobre el papel que desempeñamos todos y cada uno de los ciudadanos en el orden social. Si en vez de titularse 'El caballero oscuro' la película se hubiera llamado 'Érase una vez en Gotham' hubiera dado totalmente el pego.
Por otra parte, no debemos olvidar de que Batman, como héroe sin superpoderes, nunca ha sido un superhéroe en un sentido estricto, sino que más bien es un justiciero enmascarado al estilo de el Zorro, la Sombra o el Hombre enmascarado; la única razón por la que se considera un superhéroe es porque nació un año después que el primer superhéroe, Superman (los demás héroes enmascarados son anteriores a él) y en la misma editorial, con lo que en poco tiempo pasó a compartir aventuras con el propio hombre de acero y otros héroes con superpoderes. Sin embargo, como bien habéis apuntado Tomás y Ramón, en su origen Batman no era más que un detective enmascarado cuya única particularidad era la de llevar un disfraz.
En cualquier caso, creo que ambos acercamientos de Nolan a la figura de Batman son excelentes, si bien 'El caballero oscuro' algo superior, pero ambas creo que son películas que, como dice Ramón, va creciendo en tu cabeza con el paso del tiempo y va ganando riqueza con los sucesivos visionados.
Sobre 'Watchmen' no comento nada, dado que, aún siendo interesante, no me lo parece tanto como los films de Nolan.
Saludos.
Decía Alan Moore en una reciente entrevista que la figura del superhéroe está desfasada, al ser un símbolo del militarismo estadounidense vigente durante el siglo XX, y que eso se demuestra en la reciente película sobre "Iron Man" (bastante mediocre, en mi opinión), que no deja de ser una defensa a ultranza del complejo militar norteamericano.
ResponderEliminarPersonalmente, atribuyo esa disquisición al desencanto sempiterno del Sr Moore, pues me cuesta mucho creer que el hombre que diseccionó la esencia de Superman en las memorables "¿Qué le sucedió al hombre del mañana?" y "El hombre que lo tenía todo" pueda pensar así. Sin embargo, no le falta cierta razón. Ese desencanto con la figura del superhéroe (invención fundamentalmente americana, ciertamente, si bien es una herencia de los personajes del "pulp" anglosajón de las primeras décadas del siglo XX)se refleja tanto en "El caballero oscuro" como en "Watchmen". Sin embargo, si bien la primera es una película quizás disfuncional, pero apasionante, la segunda me resultó, por momentos, algo fría. Quizás porque es imposible plasmar en una sola película la densidad (temática, filosófica, metalingüística y psicológica) de la obra de Moore, o quizás simplemente porque Snyder no tiene el talento suficiente para hacerlo (pese a que la película tiene momentos extraordinarios, como la parte del Dr Manhattan en Marte).
En cualquier caso, lo cierto es que ambas películas consiguen, al menos en mi caso, plasmar una cierta noción de "épica" cinematográfica (quizas por su valor alegórico) que no veía desde hace tiempo. Son dos películas hechas con las tripas, ambas son cine visceral y sin compromisos, y encontrar eso en el momento actual (en el que, por un lado, las grandes producciones norteamericanas son cada vez más deshumanizadas, y, por el otro, el cine europeo se pierde, con excepciones puntuales, en temáticas pretendidamente intimistas y de carácter social sin trascendencia alguna)es para mí una gran noticia.
Hola, Tomás:
ResponderEliminarMe parece muy interesante que comentes la escena del restaurante entre Dan y Laurie, puesto que ilustra muy bien la peculiar naturaleza de la adaptación de "Watchmen". Para empezar, hay que decir que WM es uno de los cómics más cinematográficos que se hayan escrito (y digo bien escrito, puesto que Alan Moore no sólo realizó el guión sino también los bocetos, encargándose Gibbons de "rellenarlos": la planificación, que es a lo que me referiré, es enteramente responsabilidad de Moore). Una de las ideas fuerza más presentes en el comic es el zoom: varias viñetas consecutivas en las que la "cámara" (esto es, el encuadre del objeto en la viñeta) se acerca o se aleja. Este recurso abre y cierra la obra y se respeta en la película, pero también se utiliza en esa escena en el comic, y al cambiarlo en la película por una planificación más anodina queda fuera de lugar, "canta". Por eso, pienso que nos hallamos ante una adaptación mucho más cercana al segundo grupo ("Sin City" y demás), que simplemente no lo parece porque la obra original era mucho más cinematográfica en origen, pienso incluso que se hubiera podido utilizar el comic tal cual como storyboard. Eso no le quita méritos como película, simplemente deja clara la responsabilidad de la mayoría de los méritos de la misma (la secuencia de los títulos de crédito sí que debemos ponerla en el haber de Snyder, por ejemplo).
Por cierto, es curioso que Alan Moore sea el único que no vaya a recibir nada de la película. La historia de este hombre con sus adaptaciones no tiene desperdicio: no es sólo que sea un tipo peculiar que abomine de los que alteran sus obras (que también), sino que a consecuencia de un pleito que se interpuso contra el guión de "La liga de los hombres extraordinarios" por plagio, y en el que el estudio llegó a un acuerdo (aunque no tuviera fundamento) para evitar que afectara al estreno de la película, resulta que Alan Moore ha sido declarado judicialmente un plagiador en EEUU. !!Y todo ello por un guión que poco tenía que ver con su obra original!!. Una historia divertidísima, pero que justifica el cabreo vital de este hombre.
Un saludo.
Hola Tomás
ResponderEliminarMe alegra que hayas escrito sobre estas películas (especialmente Watchmen) y que, pese a los puntos negativos que señalas, la apruebes. Creo que le hace falta dada la gran cantidad de detractores que le han salido y su fracaso en taquilla (si mal no tengo entendido no ha recuperado la millonaria inversión).
Por otro lado, me gustaría recomendarte si es que no la has visto ya, la película Especial, una producción independiente que también trata el tema de los superhéroes y que no se estrenó en cines en nuestro país.
Saludos!
*Lo siento pero es que de "superhéroes" no me gusta ninguna película. No puedo comentar nada.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Buenas noches, Alicia:
ResponderEliminarNo hay necesidad alguna de disculparse por que a uno no le guste algo, cada cual tiene su propio parecer.
Un saludo,
Tomás.
Cuándo se liberarán los prejuicios, Tomás?
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Tomás:
ResponderEliminarComo ya te comenté en la entrada de “Gran Torino” los cambios que has ejecutado en tu blog le han sentado estupendamente. Celebro que dediques tu atención a estas dos películas, ambas interesantes aunque en mi opinión de resultado desigual.
Acerca de “El caballero oscuro” me gustaría decir que a mí también me parece una de las mejores películas sobre superhéroes (junto con el primer “Batman” de Tim Burton –en mi opinión bastante superior a su secuela- y “Spider-man 2”), aunque creo que las mejores películas de Christopher Nolan siguen siendo “El truco final” y ,sobretodo, “Insomnio”, joya algo olvidada (y que si no me equivoco a ti también te entusiasma) y que sin duda se trata de una de las grandes muestras de cine policíaco de esta década. De todos modos creo que su película sobre el hombre murciélago es un modelo a seguir, sobretodo por su tono adulto y por su magnífico sentido del ritmo.
En cambio con “Watchmen” me llevé una gran desilusión. La novela gráfica me parece magistral, pero no creo que haya sido llevada a la gran pantalla de la forma más adecuada. Personalmente me aburre esa moda de tratar de copiar literalmente viñetas de cómic en su correspondiente adaptación a la gran pantalla, aunque es verdad que en “Watchmen” esa copia no es tan literal como en “Sin city” o “300”. Sin embargo creo que la película no capta los mejores hallazgos de su fuente original: la descripción psicológica de los personajes y, sobretodo, la estructura de los flashbacks que muestran el pasado de los personajes (que en la novela gráfica se relatan de forma mucho más novedosa y apasionante que en la película). Por eso creo que lo mejor del film se encuentra en los pocos momentos en donde el director se aleja de esa mímesis enfermiza: me refiero a los 10 primeros minutos, con el asesinato del comediante y los excelentes títulos de crédito. Por lo demás la fuerte carga violenta de algunas escenas y los atronadores efectos sonoros (¿soy el único que salió del cine medio sordo?) me parecen más una forma de llamar la atención por parte de Snyder que otra cosa. Creo que a esta película le falta madurez, algo que no sucedía en “V de Vendetta”, para mi gusto la mejor adaptación de Alan Moore a la gran pantalla.
Por último una pequeña anécdota para cinéfilos: los actores que encarnan a Rorschach y a Búho Nocturno (los excelentes Jackie Earley Haley y Patrick Wilson) ya habían coincidido en otra película, “Juegos secretos”, una espléndida obra del muy prometedor Todd Field y que creo que habría merecido mayor repercusión de la que tuvo. Me gustaría, Tomás, saber si a ti también te gustó.
Un saludo,
Pedro Grimalt.
Hola, Pedro.
ResponderEliminarCon respecto a tu opinión, me gustaría mencionar que, para mí, V de Vendetta (aun siendo una película entretenida) está muy lejos del original de Moore (que es sólo un pretexto para que los Wachowskis se monten su fantasía matrixera banal), y que a todos los niveles es bastante menos respetuosa con el original que Watchmen (la película).
En cualquier caso, yo me reservo una opinión definitiva sobre esta última película hasta que vea la edición íntegra (de cuatro horas) que saldrá a la venta en DVD y Blu-Ray en otoño.
Saludos.
Respuesta para Peter Grimm: En efecto, Patrick Wilson y Jackie Earle Haley coincidieron anteriormente en el reparto de "Juegos secretos", un film, por cierto, muy interesante de Todd Field, quien había hecho la nada despreciable "En la habitación".
ResponderEliminarPor lo demás, coincido con Álvaro San Martín en que quizá habrá que ver esa anunciada versión extendida de "Watchmen" en DVD para comprobar todos sus méritos y/o defectos.
Un saludo,
Tomás.
Hola.
ResponderEliminarRespuesta para Álvaro San Martín: Conozco la obra original de Alan Moore y en parte estoy de acuerdo contigo en que “Watchmen” es más respetuosa con su respectiva novela gráfica que “V de Vendetta”. Quizás debería haberme explicado mejor, pues cuando decía que “V de Vendetta” es para mi gusto la mejor adaptación de Alan Moore lo que quería decir no es que fuera la adaptación más fiel, sino simplemente la que más me gusta. Es verdad que hay importantes variaciones con respecto al original, pero a mi parecer la película respeta lo más esencial de la novela gráfica. Incluso algunos cambios me parecen, si no acertados, sí al menos comprensibles en su intención de otorgar a la cinta de un ritmo más cinematográfico. Por ejemplo es verdad que numerosas tramas secundarias de la obra original se alteraron o resumieron, pero creo que la película no se resiente mucho de ello y es bastante compacta. Otras alteraciones importantes suceden en la conclusión del relato, pero en mi opinión no está nada mal la conclusión de la cinta, que me pareció verdaderamente emocionante. En todo caso en lo que no estoy de acuerdo es en que los Wachowsky utilizaran la obra de Moore como excusa para hacer una cinta de acción a lo “Matrix”: las escenas de acción se reducen a dos o tres y no deben ocupar más de cinco minutos de metraje; además, creo que “V de vendetta” es una de las superproducciones más arriesgadas surgidas del Hollywood de los últimos años, una película de temática muy adulta que prácticamente toca todos los temas tabú de este tipo de films.
En cambio “Watchmen” me parece una película insatisfactoria, aunque admito que tiene su mérito haber sabido reproducir en cine muchas de las ideas visuales del cómic; y aunque es verdad que en el futuro se comercializará una versión extendida de la película por el momento solo podemos juzgarla tal y como la conocemos hasta ahora. Creo que para que la adaptación hubiera estado a la altura de su referente se requerían mayores dosis de personalidad y riesgo. Por ejemplo, y aunque eso hubiera supuesto una alteración de la historia original ¿no hubiera sido más interesante, y arriesgado, dirigir los dardos satíricos al contexto político actual, sustituyendo las caricaturas de Nixon y de la guerra del Vietnam por, por ejemplo, Bush y la guerra de Irak? Así al menos nos abríamos ahorrado la ridícula imitación que se hace en el film de Richard Nixon, quien en la cinta más se parece a Cyrano de Bergerac que al polémico político norteamericano...
Es verdad que los responsables de la cinta prefieren tratar de ser respetuosos lo máximo posible al original. Pero es que creo que incluso fracasan en este intento, pues a pesar de reproducir en gran medida la estética del cómic no consiguen transmitir lo que todos sentimos al leer esa extraordinaria novela gráfica. En mi opinión faltan los trazos descriptivos con los que Moore humanizaba a los superhéroes. Si tuviera un espacio más adecuado para argumentar esto lo haría, pero creo que la mayoría de los lectores de la obra original entenderán a lo que me refiero: una de las grandes virtudes del cómic reside en la apasionante personalidad de los protagonistas, en cómo se nos narra su pasado, en la ambivalencia de sus acciones, en los claroscuros de sus acciones... Y creo que en la película todo esto está muy diluido.
Voy a poner un ejemplo: uno de los grandes momentos del cómic se encuentra en las sesiones de terapia a las que se somete Rorschach. En un flashback de gran importancia el sujeto relata el momento en el que perdió definitivamente su fe en el ser humano. Lo que vemos es a Rorschach registrando la casa de un secuestrador de niños en busca de pistas: en una planificación magistral se nos asocia un juego de miradas del atormentado héroe hacia los instrumentos de cocina y hacia unos huesos que los perros mordisquean: no hace falta nada más, puesto que el lector ya es capaz de entender lo que ha sucedido. En cambio en la película Snyder parece no confiar en la inteligencia del espectador e incluye un explícito plano de los perros devorando un pie amputado: lo que en Moore y Gibbons era una asociación de ideas en Snyder es violencia explícita de impacto fácil. Sigamos: en el cómic Rorschach atrapa al criminal, lo encadena a un mueble y quema la casa, dándole al delincuente la opción de amputarse la mano para poder salvarse. A continuación, y en un inquietante gesto que transmite la definitiva deshumanización de Rorschach, éste contempla durante horas cómo un fuego de tintes purificadores reduce a cenizas la casa en donde agoniza el asesino. En cambio Snyder resuelve la escena de un modo mucho más impactante pero en mi opinión mucho menos efectivo: Rorschach asesina rápidamente al criminal acribillándole con un hacha (además Snyder no duda en insertar planos de detalle del hacha clavándose en la cabeza del delincuente). Con esto no quiero decir que Snyder debería haberse limitado a calcar el original: lo que intento explicar es que no es tan fiel al original como puede parecer (en otras palabras: es fiel a la letra pero no al espíritu), y por otro lado las pocas alteraciones que introduce no creo que sean muy acertadas.
En lo que respecta a las otras adaptaciones de Moore a la gran pantalla ambas me parecen fallidas: aunque “Desde el infierno” no es una mala película es una lástima que se aleje tanto de la obra original, una novela tan extraordinaria que en mi opinión se encuentra a la misma altura de “Watchmen”; en cuanto a “La liga de los hombres extraordinarios” decir que aquí sí que se usó la novela como excusa para organizar una simple película de acción, perdiendo por el camino todo el ácido sentido del humor con el que Moore retrataba a sus crepusculares héroes.
Siento haberme extendido tanto, y quiero dejar claro que respeto a todo aquel que disfrute con la película “Watchmen”. Simplemente expresaba mi punto de vista, pero por supuesto puede estar completamente equivocado.
Ha sido un placer “hablar” contigo, un saludo.
Pedro Grimalt
En noviembre del 2004, en la convención nacional de fantasía y ciencia-ficción (más conocida como Hispacon) celebrada en Cádiz, tuve la enorme suerte de asistir a una muy divertida conferencia a cargo de Guillermo Del Toro en la que éste, con su habitual tono ameno, desgranó todo tipo de divertidas anécdotas acerca de sus experiencias como cineasta en Hollywood. Una vez abierto el turno de preguntas, alguien formuló la inevitable cuestión sobre una posible adaptación de Watchmen, un proyecto que sabíamos que en algún momento le había sido ofrecido. Del Toro se puso serio por un instante y nos dijo “Miren, es verdad que dos veces me han ofrecido hacer Watchmen. Y las dos veces lo he considerado muy seriamente. Pero es que es tan complejo, tiene tantas historias, amo y respeto tanto ese cómic que creo que me resultaría imposible convertirlo en una película tradicional sin traicionarlo por muy buen presupuesto que tuviera” Tras una breve pausa, añadió “Además, yo es que pienso en el Dr. Manhattan y solo de imaginarme en pantalla un tipo azul desnudo de ocho metros es que me cago en los pantalones...”
ResponderEliminarSirva esta anécdota para ejemplificar un hecho que ninguna reseña que se haga de esta película debería esquivar: Alan Moore y Dave Gibbons diseñaron a conciencia Watchmen no solo para dinamitar el concepto del cómic de superhéroes tal y como se había conocido hasta entonces sino para explorar sus posibilidades narrativas hasta dar forma a una obra sombría y compleja que, en palabras de sus autores, solo tuviera pleno sentido en los márgenes del medio que contribuyeron a reinventar de forma definitiva. De ahí que desde siempre Watchmen fuera considerada, además de la obra clave del género – algo así como lo que en su momento supuso 2001 Una Odisea del Espacio para el cine – como un proyecto imposible de llevar a la gran pantalla sin desvirtuar su esencia. Solo desde la plena conciencia de este hecho puede llegar a entenderse por completo que la principal motivación de Zack Snyder no haya sido otra que satisfacer a las incontables legiones de aficionados que, como si de vigilantes del santo grial se trataran, han mantenido desde el primer momento una actitud desconfiada e incluso agresiva con el proyecto, sustentada tanto en las sucesivas decepciones provocadas por las anteriores adaptaciones de otras obras de Moore – la desangelada From Hell, la desastrosa La Liga de los Hombres Extraordinarios y la interesante aunque en muchos aspectos alejada del carácter ácrata y libertario del cómic original V de Vendetta – como en la propia actitud desdeñosa hacia el cine de su genial autor, que se ha negado a que su nombre apareciera en los títulos e incluso ha cedido a Gibbons la más que
sustanciosa cantidad que le correspondía en concepto de derechos de autor.
De la misma forma, a un servidor le resultaría en este caso en particular una tarea por completo imposible el ejercicio de abstracción que supondría analizar la película de Snyder dejando de lado el hecho de que Watchmen siempre ha sido una de sus obras favoritas. Desde esa perspectiva, conviene dejar algo claro: tengo la impresión que Watchmen la película es una obra que si bien puede disfrutarse a la perfección sin haber leído la novela gráfica original, será percibida (y apreciada) de forma distinta en función de ese hecho.
Si en 300 Snyder ya se había aplicado en un denodado esfuerzo por calcar de una forma casi literal las poderosas imágenes surgidas del lápiz de Frank Miller para un argumento sencillo y directo, uno de los retos con Watchmen consistía en ser doblemente fiel a la narrativa gráfica diseñada por Moore y Gibbons sin por ello descuidar el complejo entramado argumental repleto de referencias cruzadas históricas, políticas, humanas, morales y hasta metafísicas que conforman una obra única. Y Snyder solo sale triunfante a medias, porque si bien nadie podrá acusar a su adaptación de no ser extremadamente fiel y respetuoso con la obra original, nuevamente nos encontramos con ese escollo, quizás insalvable, que impide casi siempre a los directores entender que más allá de que todo comic tenga esa cualidad de storyboard prefabricado como una biblia a seguir, cine y cómic son medios narrativos distintos y el primero ha de hacer un sobreesfuerzo por romper esa percepción y llevarse la narración a su terreno porque en el mejor de los casos – como es este Watchmen – lo único que puede conseguir es un brillante a la vez que enfermizo ejercicio de repetición que sin duda contentará de forma notable a los que hemos reproducido esa película en nuestra cabeza mientras leíamos y releíamos el cómic pero que, considerando aisladamente la película, no puede esconder una serie de defectos narrativos y de ritmo que lastran de forma notable sus muchos logros.
No hay mejor ejemplo de eso que los magníficos y muy comentados títulos de crédito iniciales, por una razón muy sencilla: Snyder busca una solución estrictamente cinematográfica a un problema narrativo y, a los sones del inmortal The Times They Are A-Changing de Dylan, resuelve con creatividad e inusitada brillantez ese necesario prólogo para situarnos en esos USA de los 80 alternativos, reconocibles pero sin duda muy distintos. Sin embargo, Snyder le tiene más respeto a los puristas que a su propio talento y no ahonda por ese camino, prefiriendo ceñirse a la literalidad del original en la certidumbre de que ese es el mejor medio posible de enfrentarse al reto que tiene por delante.
La atmósfera, la estética, el barroco diseño e incluso el color del cómic están plasmados con una fidelidad obsesiva. Snyder consigue llevar hasta las últimas consecuencias su propuesta, de tal forma que a menudo nos sorprendemos frente a una película poblada de superhéroes muy poco heroicos, dolorosamente humanos, patéticos, psicópatas y sórdidos, en la que las escenas de acción, por mucho que remitan al inevitable modelo Matrix con su profusión de ralentís y contengan las generosas dosis de salvaje violencia que ya pudimos apreciar en el autor de 300, son casi inexistentes en una obra que se preocupa mucho más de una disección de personajes y situaciones que nos acerca una visión del superhéroe tan adulta, sombría y compleja que es más que posible que alguno se pierda entre sus disquisiciones existenciales.
Obra rica en lecturas y en subtexto, Watchmen navega siempre buscando un equilibrio entre un cierto sentido de lo comercial que se basa en epatar al espectador con una puesta de escena espectacular repleta de imágenes impactantes siempre que la historia lo permite – lo que hasta cierto punto, y por paradójico que parezca, traiciona pese a su fidelidad a la esencia desmitificadora de la obra original, pues por momentos parece una celebración de aquello que pretende destruir desde sus cimientos – y su necesidad de transmitir las terribles cargas de profundidad que la película inflige no ya al género de superhéroes, sino a nuestra propia concepción del ser humano y la moralidad de nuestros actos.
Como no podía ser de otra forma, eso se traduce en una película híbrida, fascinante en su saludable extravagancia a la vez que carente de emoción allá donde debería tenerla; voluntariamente referencial en su BSO en detalles que van de lo redundante (La Cabalgata de las Valkirias y Vietnam) a lo esperpéntico (Hallelujah en la escena de sexo) pasando por lo directamente kitsch (Sounds of Silence en el entierro del Comediante o 99 Luftballoons en la cita de Laurie y Dan) e igualmente desigual en sus interpretaciones: si Jackie Earl Haley saca buen partido de su magnífico Rorschach llevándose de calle la función, Jeffrey Dean Morgan transmite toda la crudeza de ese cabronazo aterrador que es el Comediante y Patrick Wilson compone un más que decente Buho Nocturno atenazado por su propia mediocridad, a Malin Akerman le falta un hervor pese a su innegable belleza y atractivo para encarnar de forma convincente a Espectro de Seda, Billy Crudup desaparece bajo el pixelado e hierático Dr. Manhattan y Matthew Goode es el error más flagrante tanto de casting como de dirección de actores, pues ese Ozymandias que debería ser uno de los pilares de la ambigüedad moral esencial de la obra no podría haberse enfocado desde un ángulo más errado, algo sorprendente si consideramos la enorme fidelidad al resto de los elementos que Snyder mantiene en todo momento.
Tan virtuosa como desigual, tan hipnótica a ratos como errática en ritmo, Watchmen es en cualquier caso toda una experiencia de lo más disfrutable que si bien no consigue salir indemne del enorme reto que suponía estar a la altura de las desmesuradas expectativas que le pedían poco menos que supusiera el cataclismo innovador para el género que su homónima fue para los comics, es una película más que apreciable y sugerente, que sabe adaptarse con ductilidad en su un tanto apresurado tramo final al trauma de un mundo post 11-S cuyas consecuencias consigue reflejar de refilón en ese mundo ucrónico pero reconocible y que, por encima de todo, consigue plantear en el espectador algunas preguntas inquietantes. Y, lo que es aun mejor, siempre se puede volver a la inconmensurable obra de los visionarios Moore y Gibbons en busca de algunas respuestas.
Buenas noches a todos:
ResponderEliminarUnas pocas líneas para felicitar a todas aquellas personas que han vertido sus comentarios en esta entrada del blog, dado que todas lo han hecho con una notable seriedad y erudición, demostrando una saludable falta de prejuicios a la hora de analizar cine basado en, dicen algunos, meros "tebeos". Mi más cordial enhorabuena.
Un saludo,
Tomás.
El final de Watchmen es muy parecido al deel cabllero oscuro.
ResponderEliminarEn el sentido de que habeces "esta bien" mentirles al pueblo.
Ademas de muchas cosas relacionadas con los personajes.
Yo no vi la pelicula cumpleta , pero Owl es una mezcla de Clark Kent y Bruce Wayne.
Y el traje y muchas cosas son similares a Batman.
El comediante es una mezlca de el joker(El guason) , capitan america (Por las estrellas pero con un arie a jugador a fubol americano) y Tony Stark por la cara y lo alcholico.
Si Owl es Batman , Mr Manhattan es Superman.
Yo no lei muchos comics pero habia un personaje que era una mezcla de un zombi de superman , pro que tenia una soga (ahorcado) y un traje similar a otro personaje que no se un hkmbre.
Y uno que era parecido al hombre alcon.