Sería fácil afirmar que Nicholas Meyer es el guionista y realizador a quien se le deben las mejores aportaciones a la saga cinematográfica de la franquicia Star Trek previas a la entrada en la misma de J.J. Abrams. Dejando aparte que coescribió y realizó la más que simpática Los pasajeros del tiempo (Time After Time, 1979), y que es el autor de la estupenda novela que dio pie a la notable Elemental, Dr. Freud (The Seven-Per-Cent Solution, 1976, Herbert Ross) (1), Meyer es bien conocido (y reconocido) por los trekkies por su contribución a tres de las películas que, según consenso, están entre las mejores de la serie para el cine: Star Trek II: La ira de Khan (Star Trek II: The Wrath of Khan, 1982) y Star Trek VI: Aquel país desconocido (Star Trek VI: The Undiscovered Country, 1991) –estrenada en España como Aquel país desconocido–, ambas en calidad de coguionista y director, y la muy agradable Star Trek IV: Misión: Salvar la Tierra (Star Trek IV: The Voyage Home, 1986, Leonard Nimoy) –Misión: Salvar la Tierra en cines españoles–, si bien en esta tan solo como coguionista.
Vaya por delante que La ira de Khan y Aquel país desconocido están lejos de ser buenos films, pero sin duda alguna se sostienen mejor que las aburridísimas Star Trek III: En busca de Spock (Star Trek III: The Search for Spock, 1984, Leonard Nimoy) y Star Trek V: La última frontera (Star Trek V: The Final Frontier, 1989, William Shatner) (2); de hecho, creo que la relativamente buena recepción crítica que tuvo en su momento Aquel país desconocido se debió, en no poca medida, al mal recuerdo dejado por La última frontera, comparada con la cual Aquel país desconocido, sin ser ninguna maravilla, casi parece una obra de arte. Sea como fuere, lo cierto es que la trama de Aquel país desconocido, firmada por Meyer junto con Denny Martin Flinn a partir de un argumento elaborado por el intérprete de Spock, Leonard Nimoy, y por Lawrence Konner y Mark Rosenthal, está aceptablemente elaborada y sólidamente trabajada, por más que se note en muchos momentos que la película está construida en torno a una premisa prácticamente insoslayable: el envejecimiento de los miembros del reparto de la primera serie de televisión y, contando este, de los seis primeros largometrajes cinematográficos. No es de extrañar, en este sentido, que el film empiece mostrándonos al oficial de navegación Sulu (George Takei) ascendido al grado de capitán y comandando su propia nave estelar, la Excelsior; que, cuando Kirk (William Shatner), McCoy (DeForest Kelley), Scotty (James Doohan), Chekov (Walter Koenig) y Uhura (Nichelle Nichols) asisten a la reunión del alto mando de la Flota Estelar convocada por Spock (Leonard Nimoy), el sarcástico McCoy afirme que quizá les están preparando una fiesta de jubilación (sic); que se diga que Kirk y su tripulación están a tan solo tres meses de dicho retiro; o que, tras haber besado a la atractiva alienígena metamórfica Martia (Iman), Kirk le diga a McCoy: “¿Quién dice que ya estamos acabados?”. Aquel país desconocido es una película de héroes crepusculares viviendo la última de sus grandes aventuras. No resulta de extrañar, en este sentido, el carácter simbólico de la última secuencia, con los representantes de distintos planetas de la Flota Estelar aplaudiendo a Kirk y los suyos, o lo que es lo mismo, a los veteranos miembros del elenco de la franquicia –cuyas firmas se reproducen en los títulos de crédito finales–, por los servicios prestados.
Aquel país desconocido enlaza hábilmente con la segunda serie de televisión de la franquicia, Star Trek: La próxima generación (Star Trek: The Next Generation, 1987-1994): si, en esta última, los klingon ya habían dejado de ser los villanos, formando incluso parte de la Flota Estelar y de la tripulación de la nave comandada por el capitán Picard (Patrick Stewart), Aquel país desconocido, que cronológicamente se sitúa antes que La próxima generación, nos describe el momento, delicado y crucial, en el que los klingon dieron los primeros pasos para firmar la paz con la Flota Estelar. Todo se produce a raíz de un inesperado incidente: la explosión accidental de Praxis, una luna klingon, deja tan debilitados a estos últimos que deciden que continuar la guerra contra la Flota Estelar resulta económicamente inviable y que lo mejor es negociar esa paz largo tiempo esperada usando la vía diplomática. Podría afirmarse que Aquel país desconocido es la más “política” de las entregas fílmicas de la franquicia, ya que en el argumento hacen acto de presencia numerosas convenciones del thriller “conspiranoico”: la tensa cena a bordo de la Enterprise que, a regañadientes, Kirk ofrece al canciller klingon Gorkon –David Warner, quien también tenía un papel secundario, y anodino, en La última frontera– y su séquito; el atentado “de falsa bandera” contra Gorkon y sus hombres a bordo de su propia nave; el intento de asesinato del presidente de la Federación de Planetas (Kurtwood Smith) por parte de un (falso) francotirador klingon en plena conferencia, a lo Mensajero del miedo (The Manchurian Candidate, 1962, John Frankenheimer).
La traición se encuentra muy presente en el trasfondo del relato. El general klingon Chang (Christopher Plummer), no cuesta nada adivinarlo, es el auténtico responsable del asesinato del canciller Gorkon y una de las mentes detrás del atentado contra el presidente de la Federación. Tras haber sido (falsamente) acusados de ser los autores de la muerte de Gorkon, y enviados al gélido planeta prisión Rura Penthe, Kirk y McCoy son traicionados por la mencionada alienígena Martia, quien les ayuda a escapar de su cautiverio con la única finalidad de que los klingon intenten asesinarles en el exterior aplicándoles la tristemente célebre “ley de fugas”. Incluso la pupila predilecta de Spock, la teniente vulcaniana Valeris (Kim Cattrall), trabaja en realidad para Gorkon y sus aliados, lo cual da pie, inesperadamente, a uno de los mejores momentos del film: la escena en la que, cosa rara en él, Spock casi se deja llevar por la ira, disgustado por la traición de Valeris, desarmándola con un gesto brusco y sometiéndola a una dura exploración mental con tal de arrancarle la verdad. En consonancia con este planteamiento, los diálogos están repletos de citas de Shakespeare, empezando por la referencia simbólica a ese “país desconocido”, que aquí no es sino la paz. Nada resulta especialmente original, pero nada es tampoco particularmente ofensivo o fuera de lugar, dado que la funcional puesta en imágenes de Nicholas Meyer ni brilla ni molesta. No resulta de extrañar, en este sentido, que la secuencia más llamativa, como ya se dijo en el momento de su estreno y sigue afirmándose todavía hoy (a pesar de lo mal que han envejecido sus efectos digitales), resida en el mencionado atentado “de falsa bandera” contra Gorkon y la tripulación de su nave, perpetrado por dos hombres armados, cubiertos con cascos y con botas magnéticas, aprovechando que la nave klingon se encuentra sin gravedad: los rayos láser de las pistolas de los asesinos provocan heridas en los cuerpos flotantes de los klingon, de las que manan espesas gotas de sangre púrpura que flotan en el aire a gravedad cero.
(1) http://elcineseguntfv.blogspot.com/2021/04/la-solucion-al-siete-por-ciento.html
Buenas noches Tomás, dale una oportunidad a "Star Trek: Discovery", actualmente en Netflix en su 3ª temporada, una maravilla de serie que respeta el serial original y a la vez innova (Bryan Fuller como co-creador de la serie seguramente tendrá mucho que ver en esto.)
ResponderEliminarExcelentes interpretaciones (aunque hay que darle justicia a Sonequa-Martin Green, todo un descubrimiento y un personaje femenino emponderado esta vez sí extraordinariamente.)
Los efectos visuales lucen como un espectacular blockbuster veraniego de 150 millones de dolares ( esto en pantalla grande debe ser alucinante) pero lo más importante puestos al servicio de la historia que se cuenta y con mucha atención puesta en los personajes y sus motivaciones (ciencia-ficción emocional como la llamo yo.)
Saludos desde Almería (un seguidor de hace muchos años en este blog y en Dirigido que tuvo la ocasión de conocerte personalmente en el Fnac de Barcelona en la presentación del libro de Martin Scorsese hace unos años y me comentaste que tu padre si no recuerdo mal es de Almería.)
Un abrazo (perdona que te tutee y la confianza pero es que son muchos años siguiendote...)
Desde luego las de Meyer me parecen las entregas más satisfactorias de la saga, pero tampoco excesivamente brillantes. Me da la impresión de que más que "hacer" Star Trek lleva la serie a su terreno, el de aventuras marítimas (alguna vez creo recordar ha comparado a Kirk con Horatio Hornblower) o en este caso el thriller político.
ResponderEliminarEn lo que no coincido es en reivindicar a Meyer y a Michael Crichton como directores, ambos me parecen limitados.