Star Trek V: La última frontera (Star Trek V: The Final Frontier, 1989), inédita en cines de España, pero estrenada en formatos físicos con ese título, que es el que utilizaremos, arrastra desde el momento de su estreno en los Estados Unidos “mala fama”, consistente en estar mayoritariamente considerado el peor film para el cine de toda la franquicia creada por Gene Roddenberry. Fama negativa que, todo hay que decirlo, está muy justificada, habida cuenta de que se trata, en sus líneas generales, de una película fallida y mediocre, si bien no es menos cierto que dicha “mala fama” resulta un tanto exagerada: sin ser, en absoluto, un film conseguido, resulta como mínimo curioso y no tan terriblemente malo como pregona el fandom trekkie: no me parece peor, pongamos por caso, que las soporíferas Star Trek III: En busca de Spock (Star Trek III: The Search for Spock, 1984, Leonard Nimoy), Star Trek: La próxima generación (Star Trek: Generations, 1994, David Carson), Star Trek: Insurrección (Star Trek: Insurrection, 1998, Jonathan Frakes) o Star Trek: Más allá (Star Trek Beyond, 2016, Justin Lin) (1).
Star Trek V: La última frontera –en adelante, La última frontera– parte de un guion firmado por el guionista David Loughery a partir de un argumento previamente elaborado por el principal promotor y director de la película, el también intérprete del capitán Kirk William Shatner, junto con el productor Harve Bennett y el propio Loughery. Tienen razón quienes afirman que la trama de La última frontera guarda ecos de la de Star Trek (La conquista del espacio) (Star Trek, a.k.a. Star Trek: The Motion Picture, 1979, Robert Wise) (2): si, en esta última, recordemos, una gigantesca y amenazadora nave alienígena, V’Ger, resultaba ser el viejo satélite de la NASA Voyager VI, cuyo propósito final era encontrar a su Creador (el hombre) y fusionarse con él, en La última frontera el argumento gira alrededor de Sybok (Laurence Luckinbill), un vulcaniano de privilegiada inteligencia que logra apoderarse de la nave Enterprise, con el propósito de viajar a un recóndito rincón del universo donde, según él, se encuentra la fuente original de sabiduría del cosmos, es decir…, ¡Dios! La idea tiene su gracia, de puro delirante, por más que los responsables del film no se atrevan a llevarla hasta sus últimas consecuencias: lo que Kirk y sus amigos y compañeros de aventuras, Spock (Leonard Nimoy) y McCoy (DeForest Kelley), y el mencionado Sybok encuentran al final de su viaje es un ser que, aparentemente, parece Dios –como él mismo dice, adopta unos rasgos (los del actor que lo interpreta, George Murdock) fácilmente reconocibles: el aspecto que, por lo general, se le atribuye ortodoxamente al Supremo Hacedor–, pero que en realidad no es Dios, sino un ser maléfico que, a la primera de cambio, tortura a los protagonistas, con la intención de que le conduzcan a bordo de la Enterprise para huir de ese planeta escondido que, para él, es una especie de prisión estelar. Es una conclusión casi me atrevería a decir que necesariamente decepcionante, habida cuenta de que no está a la altura de las expectativas creadas, y que, además, desemboca en un clímax escasamente espectacular como consecuencia de la pobreza de sus efectos visuales.
Lo más atractivo de la función reside en el personaje de Sybok, no tanto por la entusiasta interpretación que del mismo hace Laurence Luckinbill, o por el hecho de ser una especie de antítesis vulcaniana del implacablemente lógico Spock (al que le une, además, una relación directa de hermandad, siendo hijos del mismo padre vulcaniano, pero de distinta madre), sino porque da pie a las escenas más logradas. Me refiero a esa curiosa secuencia en la que, gracias al enorme poder de convicción casi hipnótica de Sybok, primero McCoy y luego Spock hacen frente a sus demonios interiores: McCoy, remordido por el hecho de que le aplicó la eutanasia a su anciano padre (Bill Quinn), enfermo terminal, cuando poco después de haberlo hecho apareció una cura para su dolencia, sintiéndose, por tanto, responsable de su muerte; y Spock, avergonzado porque, desde el momento mismo que nació, decepcionó a su padre, Sarek (Jonathan Simpson), quien le consideraba “demasiado humano”, un asunto este en el cual volvería a incidir el reboot de J.J. Abrams (3); la secuencia, bien apoyada sobre el trabajo de sus estupendos actores, funciona.
El problema de La última frontera es que el resto… no funciona. El prólogo ambientado en el desierto, en el cual vemos a Sybok iniciando su labor de “evangelización”, reclutando al primero de los miembros del pequeño ejército que logrará reunir para apoderarse de la Enterprise, es correcto y, hasta cierto punto, prometedor. Pero también hay momentos penosos; en particular, esa tonta escena en la que la teniente de comunicaciones Uhura (Nichelle Nichols) baila, desnuda y estratégicamente cubierta con unas plumas (¿de dónde las ha sacado?), para “distraer” a los guardias de Sybok, sin duda el peor momento del film y me atrevería a afirmar que de toda la saga cinematográfica de la franquicia. Las escenas de acción tampoco están resueltas con brío, con la pequeña salvedad de esa, divertida, en la que Spock usa unas botas voladoras, cargando consigo a Kirk y McCoy, y los tres vuelan por el interior de la Enterprise. La amenaza de un guerrero klingon con ganas de ponerse medallas, el capitán Klaa (Todd Bryant), carece de la más mínima fuerza, por más que, en un momento dado, dé pie a una buena idea de puesta en escena: el travelling frontal que recorre el puente de mando de la Enterprise y se detiene en un monitor que avisa de la inminente llegada de la nave de los belicosos klingon. La última frontera acaba siendo un irregular refrito de ideas que se quedan en meros apuntes, probablemente como consecuencia de la masacre que sufrió el montaje de la película –Shatner quería estrenar una versión de más de dos horas, pero hubo de conformarse con una de 107 minutos–, lo cual tampoco justifica la tibieza del resultado.
(1) http://elcineseguntfv.blogspot.com/2016/08/una-atropellada-odisea-espacial-star.html
(2) http://elcineseguntfv.blogspot.com/2021/08/ser-o-no-ser-trekkie-star-trek-la.html
de stark tree tampoco es la que menos me gusta . aprovecho para animarte a escribir un estudio sobre el prometido cine de artes marciales honk kong y otro de guilty pleasure que escribiste a proposito de nueva york 2012...gracias
ResponderEliminarAlguna crítica he leído que culpaba el fracaso de ST5 en el exceso de ego de William Shatner, el intérprete de Kirk. Desde luego cuesta no echarle la culpa, porque su nombre está por todos lados: protagonista, guionista, director... pero eso no quita que los mandamases de la franquicia dejaran pasar semejantes errores de cálculo. A no ser que después de ST4 (que a mí no me gusta, me parece una película ligera y mal acabada) el futuro de la saga ya les importara tres pepinos.
ResponderEliminarCoincido en que la idea principal (buscar a Dios en una nave) tiene su gracia de puro disparatada, pero me cuesta imaginar una manera de desaprovecharla peor que este aburrimiento.
El argumento de la pelicula me recordo desde siempre al hermoso relato del Padre Carmody de Philip Jose Farmer,titulado Padre(Father),y publicado en España en Relaciones Extrañas.¿Lo has leido?
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