El origen de este film de Michael
Anderson se halla en la novela homónima de William F. Nolan y George Clayton
Johnson, publicada por primera vez en los Estados Unidos en 1967, cuyos
derechos cinematográficos fueron adquiridos por la Metro-Goldwyn -Mayer.
Nolan y Johnson también firmaron el guion del film, accediendo a llevar a cabo
algunos cambios en el argumento del libro, como elevar el límite de vida de los
ciudadanos del futuro de los 21
a los 30 años y la inclusión de un clímax espectacular
que incluyera la destrucción de la ciudad.
El cambio más radical fue una
imposición de la MGM. En
la novela, el procedimiento del ordenador que controla la ciudad para regular la demografía consiste en una Casa del Sueño, donde los ciudadanos de 21 años
son “dormidos” para nunca despertar. La idea hizo tanta gracia que fue
incorporada al argumento de otra producción MGM de ciencia ficción que se
realizó antes que La fuga de Logan
(Logan’s Run, 1976): la magnífica Cuando
el destino nos alcance (Soylent Green, 1973), dirigida por Richard
Fleischer. Ello obligó a los autores a inventarse el ritual del Carrusel, en el
cual sus participantes flotan en el aire dentro de un extraño escenario
preparado a tales efectos y explotan, ante el alborozo de los espectadores
asistentes, ajenos a lo que se está desarrollando ante sus ojos, que van
gritando: “¡Renovarse!
¡Renovarse!”. No obstante, el guion definitivo sería obra de David
Zelag Goodman, quien figura acreditado como único guionista.
En cierto sentido puede afirmarse que
La fuga de Logan es el
último exponente de un tipo de cine de ciencia ficción de temática futurista
muy en boga en el cine norteamericano de los setenta, como la ya mencionada Cuando el destino nos alcance o el
film de Norman Jewison Rollerball
(ídem, 1975), y una heredera directa de las películas de ciencia ficción de los
años treinta, cuarenta y cincuenta, dado que su visión colorista del futuro,
que muestra a los hombres vestidos con uniformes que parecen pijamas y a las
mujeres con atuendos vaporosos y minifaldas, está más cerca de la mostrada por
títulos como la británica La vida
futura (Things To Come, 1936, William Cameron Menzies), los seriales
de Flash Gordon, Planeta prohibido
(Forbidden Planet, 1956, Fred McLeod Wilcox,) o la serie de televisión Star Trek y sus posteriores
secuelas cinematográficas, que de 2001:
Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, 1968, Stanley
Kubrick,). Ello es perceptible en secuencias como la del Carrusel, la del laboratorio
de cirugía estética con láser que regenta Doc (encarnado por el propio hijo del
realizador del film, el actor Michael Anderson Jr.), o la que tiene lugar en La Catedral , un sector
degradado de la ciudad poblado por jóvenes Cachorros que viven en un estado de
salvajismo, y donde la pareja protagonista, Logan (Michael York) y Jessica
(Jenny Agutter), atraviesan una situación peligrosa: la concepción de la
secuencia evoca el ambiente de títulos como El último hombre... vivo (The Omega Man, 1971, Boris Sagal,) o Nueva York, año 2012 (The Ultimate
Warrior, 1975, Robert Clouse) (1).
También se ha querido ver en la
escena en la cual Logan y Jessica, tras haber conseguido huir de la ciudad,
llegan hasta Washington y ven, por primera vez en su vida, el rostro esculpido
en mármol de un anciano, el del gigantesco monumento a Abraham Lincoln, un
equivalente de la famosa Estatua de la Libertad semienterrada en la playa en el célebre
final de El planeta de los simios (Planet
of the Apes, 1968, Franklin J. Schaffner,). Otro aspecto que marca el momento
en que La fuga de Logan
fue realizada reside en sus secuencias finales, las cuales remiten al cine de
catástrofes imperante durante los setenta: en particular, una bonita escena submarina
(Logan y Jenny vuelven a entrar en la ciudad buceando a través del conducto de
la planta depuradora de agua), que guarda ciertos ecos de La aventura del Poseidón
(The Poseidon Adventure, 1972, Ronald Neame); y sobre todo, las más bien
inverosímiles escenas de destrucción de la ciudad.
De hecho, al año siguiente de su estreno todo el cine de ciencia ficción representado por La fuga de Logan sería literalmente barrido por el triunfo clamoroso de La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977, George Lucas), seguido dos años más tarde por el de Alien: el octavo pasajero (Alien, 1979, Ridley Scott) (2), películas que cambiaron para siempre el horizonte del género. La fuga de Logan está más cerca de otras aproximaciones posteriores que del trasfondo sórdido y pesimista que imperó en la ciencia ficción norteamericana de los setenta, y quizás ello explicaría el generoso “culto” que existe a su alrededor, sobre todo en los Estados Unidos, donde esta película sigue siendo increíblemente popular. Baste con señalar su ingenuo “final feliz”, recuperado de forma muy parecida en
No hay comentarios:
Publicar un comentario