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viernes, 30 de septiembre de 2011

“DIRIGIDO POR…” OCTUBRE 2011, YA A LA VENTA




El núm. 415 de Dirigido por… viene cargado de numerosos contenidos de interés. Al tratarse de un número dominado por la rabiosa actualidad derivada de los recientemente celebrados festivales de Venecia y San Sebastián, y ante la inminencia de otros como el de Sitges, no resulta de extrañar que buena parte del ejemplar de este mes esté lleno de títulos firmados por famosos realizadores y de películas que están generando, por una u otra razón, notables expectativas. Ángel Sala analiza el film que ocupa el principal espacio de la portada, Contagio (Contagion, 2011), de Steven Soderbergh. Tonio L. Alarcón firma un estudio sobre el realizador vasco Enrique Urbizu, con motivo del reciente estreno de No habrá paz para los malvados (2011). Antonio José Navarro se encarga de películas como Mientras duermes (2011), de Jaume Balagueró (a quien también ha entrevistado), Intruders (2011), de Juan Carlos Fresnadillo, y la nueva versión –más bien eso que suele llamarse, erróneamente, “precuela”— de La cosa (The Thing, 2011), de Matthijs van Heijningen Jr., además de ofrecer una crónica del Festival de Donostia 2011 y firmar el Cinema Bis de este mes, dedicado a The Camp on Blood Island (1958), de Val Guest. Quim Casas aborda Restless (Sin descanso) (Restless, 2011), el nuevo Gus Van Sant, a quien Gabriel Lerman ha entrevistado, y los cortometrajes de autor que se exhibirán a partir de este mes de octubre en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) dentro de la exposición titulada Todas las cartas. Correspondencias fílmicas, los cuales luego formarán parte de un pack en DVD que editará más adelante Intermedio; mientras que Anna Petrus y Aurélien Le Genissel hacen otro tanto, respectivamente, con Eva (2011), de Kike Maíllo, y El niño de la bicicleta (Le gamin au vélo, 2011), de Luc y Jean-Pierre Dardenne.

Mi contribución a este número de Dirigido por… incluye, por un lado, un comentario del más reciente film del siempre interesante Mike Leigh: Another Year (ídem, 2010): “un reencuentro con el cine más característico, y vuelvo a insistir, “reconocible” de Mike Leigh. Se trata de una obra que retoma, por un lado, la tonalidad casi “mélo” de anteriores obras suyas –“Todo o nada” (All or Nothing, 2002), “El secreto de Vera Drake” (Vera Drake, 2004), sus mejores películas de la pasada década–, pero sin desprenderse por completo del sentido de humor que impregnaba su largometraje precedente, el parcialmente fallido “Happy, una historia sobre la felicidad” (Happy-Go-Lucky, 2008)”.

También he tenido la ocasión de firmar un artículo menos habitual en la revista (por más que, espero, este no sea ni mucho menos el último de este estilo), centrado en una serie de televisión de reciente emisión en España: la magnífica versión de Mildred Pierce (ídem, 2011) realizada para la cadena HBO por Todd Haynes: “una producción clásica y moderna, en el sentido más noble de ambas expresiones. Clásica, porque recupera el placer de una narración sólida y bien contada, y moderna, sin ser posmoderna, porque arroja sobre ese material una mirada al mismo tiempo respetuosa y contemporánea”.

Firmo, asimismo, tres antologías que forman parte de la segunda y última entrega del dossier que la revista ha dedicado a la temática del cine dentro del cine. Por orden cronológico la primera es la de La condesa descalza (The Barefoot Contessa, 1954), de Joseph L. Mankiewicz: “en el contexto del presente “dossier” sobre “cine dentro del cine”, “La condesa descalza” puede resultar incluso decepcionante, habida cuenta de que todo lo que cuenta sobre los entresijos de la industria cinematográfica estadounidense de su tiempo (y con independencia de que no pocas de sus conclusiones al respecto puedan seguir aplicándose al Hollywood del presente siglo) no es sino un alegato, a ratos elegante pero en no pocas ocasiones excesivamente grueso, contra las injerencias en el terreno artístico de productores de cine megalómanos sobre la labor de los guionistas y realizadores a sus órdenes en el Hollywood de los tiempos de la “política de estudios””.

La segunda es la dedicada a La tapadera (The Front, 1976), una buena y algo olvidada película “dominada por el binomio formado por el realizador Martin Ritt y el guionista Walter Bernstein, unidos en una causa común que, como es bien sabido, les tocó personalmente de lleno: la tristemente célebre “caza de brujas” instigada por el senador Joseph McCarthy en la América de los años cincuenta, y destinada a erradicar de los Estados Unidos no ya el comunismo, sino incluso la mera simpatía o el simple interés hacia una corriente de pensamiento distinta a las imperantes”.

La tercera, La sombra del vampiro (Shadow of the Vampire, 2000), de E. Elias Merhige, “una atractiva película a contracorriente, agradable de ver y a la que no le faltan buenos momentos, por mas que en su conjunto no termine de ser todo lo satisfactoria que podría haber sido”.

Completo mi contribución mensual con una crítica de un film no exento de interés y que, sorprendentemente, ha funcionado bastante bien en cines españoles: La deuda (The Debt, 2010), de John Madden.

12 comentarios:

  1. Tomás, en la web de la revista han actualizado todo salvo el sumario, que sigue siendo el de septiembre...

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  2. Hola, Duke:
    Acabo de verlo. Tienes razón. El lunes se subsanará.
    Un cordial saludo.

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  3. Mientras se corrige, sólo hace falta cambiar el "414" por "415" para ver el sumario nuevo... ¡Un abrazo!

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  4. El sumario sigue sin actualizarse y la solución que propone Alarcón no sirve de nada.

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  5. Buenas tardes:

    ¡Con la informática hemos topado! Mañana intentaré averiguar qué pasa.

    Saludos.

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  6. Tomás, si me permites, voy a hacer una pequeña corrección a tu, por otra parte, magnífico texto sobre 'Mildred Pierce' en el último número de 'Dirigido por...'. Al comienzo del tercer párrafo del artículo comentas que 'Los Soprano' es una serie "de época", al igual que otras como 'Boardwalk Empire' o 'John Adams'. La serie creada por David Chase es de ambientación contemporánea (se desarrolla en una Nueva Jersey coetánea al tiempo de emisión de la serie). Nada más. Un saludo.

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  7. Buenos días, Luissss:
    ¡Vaya, hombre! Pues es verdad; fue un lapsus, provocado más que nada por el aire, en cierto sentido, "anticuado" de la saga de los Soprano. En fin, qué se le va a hacer.
    Saludos.

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  8. En la ficha técnica de "Mildred Pierce" se ha omitido a Evan Rachel Wood. Es curioso leer como lo que Curtiz resolvió con un casto beso Haynes lo resuelve con un desnudo (imagino que bastante casto). Me refiero a cuando la madre descubre que su hija es la amante de su novio.

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  9. Pues no es precisamente casto el desnudo de Evan Rachel Woood. Desprende una violenta carnalidad mezcla de desprejuiciada provocación e irrefrenable crueldad, muy adecuado para un personaje tan miserable como el que interpreta la actriz.
    No os la perdáis (la miniserie, se entiende), es de lo mejorcito de HBO ya de por sí acostumbrada a ofrecernos series de alto nivel.

    Saludos.

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  10. Imagino que sera un perfil y no un integral frontal, cosa que se suele evitar en Hollywood y aún más en tv.

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  11. Buenas noches, Eugenio:

    Pues no: el desnudo de Evan Rachel Wood en esta serie es prácticamente un integral frontal, nueva prueba de que, en la actualidad, la TV norteamericana ofrece producciones más atrevidas que el cine norteamericano.

    Saludos cordiales.

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  12. Poca tele norteamericana ves Eugenio, muy poca. La televisión por cable USA, y la HBO como epítome de la misma, es el medio audivisual más permisivo del país, debido a su carácter de "cable", es decir pagado, privado, no está sujeta a restricción, me atrevería a decir incluso que a censura, alguna. No solo frontales femeninos, si nos circunscribimos al sexo porque de violencia gráfica física y/o moral ya está superada cualquier barrera, sino masculinos en abundancia, como pueden verse en Roma, incluyendo una célebre escena de no menos de 5 minutos protagonizada por James Purefoy, Juego de Tronos, Los Soprano o Boardwalk Empire, por citar unas pocas. Asombrosamente ni siquiera existe una autocensura comercial en muchas ocasiones. De hecho una serie como Mad Men, se mantiene únicamente por su prestigio crítico/artístico, siendo, en proporción, extraordinariamente minoritaria. Es decir, lo que Hollywood suele evitar, es decir lo adulto en todos los sentidos, ha encontrado perfecto acomodo en la televisión. Te recomiendo que pruebes.

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