La ya clásica imagen del actor Roddy McDowall, caracterizado como el chimpancé Cornelius –Aurelio (sic), según el doblaje español de la época—, ocupa la portada del núm. 41 de Scifiworld, que dedica buena parte de su contenido a la saga de El planeta de los simios, a propósito del estreno de la nueva –y magnífica— entrega de la misma, El origen del planeta de los simios (Rise of the Planet of the Apes, 2011), sin duda alguna la película del verano y uno de los mejores films estrenados este año. Mi contribución a este número consiste, precisamente, en un artículo, que escribí antes de haber visto la película de Rupert Wyatt (de ahí que, quienes lo lean ahora, comprobarán que hablo de la misma “en futuro”), sobre la saga simia en su conjunto: “La popularidad de la misma obedece a muchas y muy variadas razones. La primera, la más obvia, se debe a la sedimentación de la fama de estas películas, empezando por el prestigio del primer film de la serie firmado por Franklin J. Schaffner y reconocido clásico del género de la ciencia ficción que, por si fuera poco, coincidió en el mismo año de su estreno con otras tres carismáticas producciones fantásticas que marcaron un antes y un después en la historia del fantástico: “2001: una odisea del espacio” (2001: A Space Odyssey, 1968), de Stanley Kubrick, “La noche de los muertos vivientes” (Night of the Living Dead, 1968), de George A. Romero, y al menos, “La semilla del diablo” (Rosemary’s Baby, 1968), de Roman Polanski. Otros factores que han determinado su popularidad residen en el culto cinéfilo alrededor de los elementos de configuración de la película, tales como la espectacular labor de caracterización de los personajes de los simios –premiada con un Oscar especial— llevada a cabo por el maquillador John Chambers; la presencia al frente del reparto de una estrella “hollywoodiense”, Charlton Heston, lo cual vendría a simbolizar el final del Viejo Hollywood y el inicio del Nuevo; la celebrada partitura atonal y con elementos electrónicos –asimismo candidata al Oscar— de Jerry Goldsmith; la contribución al guión –como luego veremos, muy importante— realizada por Rod Serling, famoso creador de la mítica serie de televisión “Dimensión Desconocida” (The Twilight Zone, 1959-1965); y, por descontado, el legendario clímax de ese primer film, el aterrador descubrimiento de los restos de la Estatua de la Libertad en la playa, que ha devenido una de las imágenes más fácilmente reconocibles no ya del género “fantastique”, sino de la propia historia del cinematógrafo en general”.
jueves, 25 de agosto de 2011
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A mi también me pareció una gran película, muy superior a Super8, interesante, pero algo bluff. Gran artículo, felicidades.
ResponderEliminarMuy de acuerdo, este "Origen del planeta de los simios" ha resultado ser una sorpresa muy grata. Tengo entendido que el director venía de hacer una película carcelaria, lo que supongo que explica lo que a mí me ha parecido uno de los grandes aciertos de la película, que el cautiverio de César esté narrado recurriendo a los esquemas de este tipo de cine, desde los momkentos en que se va ganando el respeto de los demás simios hasta los elaborados planes de fuga.
ResponderEliminarEn el lado negativo, por mucho que me haya gustado la película, el trazo grueso que ya menciona TFV a la hora de retratar a los villanos, porque además de eso se podría decir que la película no necesita villanos en absoluto. Y otro detalle, que al ser una película de calificación PG-13 la rebelión, cuando finalmente llega, es relativamente incruenta, y además carece de los tonos apocalípticos que sí tenía en "La Rebelión de los Simios" (J. Lee Thompson, 1972), su precedente más directo, excepto en el plano final que muestra a César observando de lejos la ciudad atacada.