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martes, 25 de agosto de 2009

FORMAS DEL CINE DE TERROR, MÉTODOS DEL CINE DE AUTOR: A PROPÓSITO DE “ARRÁSTRAME AL INFIERNO” Y “ANTICRISTO” (1)

Sam Raimi y Lars von Trier. A priori, dos maneras antitéticas de entender el cine; el primero, un cineasta norteamericano que empezó a labrarse su prestigio con el cine de terror de bajo presupuesto y ha acabado firmando algunas de las más caras superproducciones de Hollywood de estos últimos años, tal es el caso de la por ahora trilogía –pronto, tetralogía— dedicada a Spider-Man (2002-2004-2007); el segundo, un cineasta danés cuya carrera siempre se ha movido dentro de los círculos selectos de los festivales internacionales de cine que le han servido de plataforma para la promoción de su trabajo. El uno, un cineasta “de masas”; el otro, un cineasta “para minorías”; en ambos casos, al menos, en teoría. Temáticamente, tampoco parece que haya nada en común entre ellos: Raimi ha hecho sobre todo cine fantástico, dejando aparte sus incursiones en la comedia (Ola de crímenes, ola de risas, Crimewave, 1985), el western (Rápida y mortal, The Quick and the Dead, 1995), el thriller (Un plan sencillo, A Simple Plan, 1998) y el, digamos, melodrama deportivo (Entre el amor y el juego, For Love of the Game, 1999); mientras que Von Trier es un cineasta aparentemente menos genérico (de “cine de género”) que el anterior, a pesar de que muchas de sus películas de estos últimos tiempos, momento en el cual su reputación artística ha alcanzado las más altas cotas, hayan partido de los patrones clásicos de algunos géneros tan “típicos” como el melodrama (Rompiendo las olas, Breaking the Waves, 1996; Dogville, ídem, 2003, y Manderlay, ídem, 2004, díptico que pronto se convertirá en trilogía con la adición de la ya anunciada Wasington), el musical (Bailar en la oscuridad, Dancer in the Dark, 2000) e incluso la comedia (El jefe de todo esto, Direktoren for det hele, 2006).

Pero, a poco que se mire con cierto detenimiento, quizá Raimi y Von Trier no estén tan lejos el uno del otro. Ambos son realizadores caracterizados por una notable impronta visual. Los dos, cada uno a su manera, han desarrollado carreras caracterizadas por sus llamativos estilos; dichos estilos pueden gustar o no, pero siguen siendo lo que les dota de personalidad propia y diferenciada. En tercer lugar, ambos coinciden en el hecho de haber incursionado en el cine de terror; Raimi, como es bien sabido, con notable frecuencia; Von Trier, en cambio, mucho menos, pero de una forma bastante significativa, más si tenemos en cuenta que incluso sus títulos aparentemente más “realistas” tienen algo de irreal. Raimi ha regresado al cine de terror con Arrástrame al infierno (Drag Me to Hell, 2009). Von Trier ha llevado a cabo con Anticristo (Antichrist, 2009) su más genuina aportación a ese mismo género desde la serie de televisión The Kingdom (Riget, 1994-1997). Dos maneras de entender el cine fantástico por un lado tan antitéticas como la personalidad de sus creadores; pero, bajo cierto punto de vista, quizá no tan alejadas entre sí. Arrástrame al infierno es una especie de declaración de principios por parte de un Raimi acaso un tanto “quemado” por la experiencia laboral de haber rodado de manera casi consecutiva tres entregas centradas en el Hombre Araña, tal y como daban a entender los signos de fatiga presentes en la mediocre Spider-Man 3 (ídem, 2007). El resultado, siendo consciente de sus imperfecciones, me parece altamente gozoso, una de las películas más estimulantes, creativas y sobre todo divertidas que haya visto últimamente aún partiendo, como parte, de una base argumental un tanto débil, si bien menos inconsistente e insustancial de lo que parece. En cuanto a Anticristo, el nuevo y muy polémico largometraje de Von Trier, generador de amores y odios desde su presentación en el último Festival de Cannes, me ha parecido –lo adelanto ya— muy, muy interesante, una pieza que debería llamar la atención, positivamente, de espectadores y aficionados al cine que no se dejen arrastrar por la aureola de “escándalo” que viene arrastrando este film y vean sus méritos fílmicos en sí mismos considerados. Tanto Arrástrame al infierno como Anticristo parecen partir, por tanto, de una similar inquietud común: la del deseo de desmarcarse de las producciones que sus respectivos realizadores han venido firmando en estos últimos tiempos.

La alegría con que Sam Raimi parece haber hecho frente a la realización de Arrástrame al infierno está fuera de toda duda viendo el film. Directo y sin prejuicios, excelentemente filmado y montado, Arrástrame al infierno es un jocoso festival de horrores que, con independencia de su desparpajo, también se revela a poco que se mire con cierta calma menos frívolo y superficial de lo que parece, yendo más allá del mero “divertimento”. Se ha hablado estos días de lo que la película tiene de aguda digresión sobre el arribismo e incluso como metáfora de la culpabilidad de las entidades bancarias como responsables de la actual crisis financiera, y ello en base a su punto de partida argumental. Christine Brown (Alison Lohman) es una joven que trabaja en el departamento de créditos de un banco. Quiere hacer méritos ante su jefe, el Sr. Jacks (David Paymer), para conseguir un ascenso a un puesto laboral al cual también aspira un repelente compañero de trabajo, Stu (Reggie Lee), el cual parece estar a punto de conseguirlo por encima de Christine a base de aplicar la clásica técnica del lameculos. El Sr. Jacks le recomienda que, para prosperar en su trabajo, tome “decisiones difíciles”, que no es sino un eufemismo bajo el cual encubrir que debe ser dura, inflexible, pensar únicamente en el beneficio del banco y comportarse como una fría hija de puta. Y eso hace: un día, se presenta en el banco una anciana gitana, la Sra. Ganush (Lorna Raver), la cual le suplica incluso de rodillas que se le renueve por tercera vez una hipoteca; Christine toma una “decisión difícil” en nombre del Sr. Jacks, que no quiere ensuciarse las manos, y le niega la renovación. Resultado: la anciana jura vengarse de Christine, por haberla humillado, y le lanza “mal de ojo”: una maldición. A partir de ese momento, la vida de la muchacha se convertirá, literalmente, en un infierno al convertirse en el objetivo de un demonio, el Lamia, que no cejará hasta arrastrarla al averno…

Ya he mencionado que Arrástrame al infierno es un auténtico festín de diversión garantizada para los amantes del cine fantástico; y no sólo, claro está, porque contenga muchas situaciones y arquetipos fácilmente reconocibles (eso no tiene nada de meritorio); tampoco por el notable sentido del humor del que hace gala; sino sobre todo por la destreza demostrada por Raimi a la hora de poner en solfa ese amplio catálogo de horrores satánicos, y haciéndolo, además, con tanta agilidad, destreza e ironía, con tanto y tan contagioso entusiasmo, que se hace perdonar que, en ocasiones, algunos golpes de efecto estén metidos con calzador, o a veces sean decididamente gratuitos. La secuencia del parking no tiene desperdicio: desde el estupendo detalle del pañuelo de la Sra. Ganush revoloteando siniestramente ante los ojos de Christine, hasta la furiosa pelea de ambas mujeres dentro del coche. Los ataques del Lamia a la protagonista en su propia casa rozan la perfección: Raimi vuelve a demostrar, como ya hiciera en su seminal Posesión infernal (The Evil Dead, 1981), cómo es capaz de convertir un decorado en un espacio surrealista por medio de una sabia combinación de inteligente planificación y astuto empleo del sonido: la sombra del Lamia arrastrándose por las paredes o subiendo las escaleras depara algunas de las imágenes más bellas que haya firmado últimamente su realizador. Es cierto, vuelvo a insistir, que hay secuencias que buscan tan sólo aterrar por aterrar, el efecto por el efecto: tal es el caso de la escena en la que Christine repele el enésimo ataque de la bruja Ganush desplomando sobre su cabeza un enorme peso, de tal manera que su cráneo se aplasta y sus ojos salen disparados de sus cuencas… para aplastarse contra la cara de Christine (momento que, como comentaba jocoso Quim Casas en su crónica del Festival de Cannes para Dirigido por… hace pocos meses, provocó un espontáneo aplauso por parte de un público acaso hastiado de los rigores del mal llamado “cine serio”); algunas previsibles apariciones/“sustos” de la Sra. Ganush, como la del dormitorio; incluso el propio prólogo del relato, sin duda impactante, para ir “abriendo boca”; mas su resolución resulta tan efectiva, brillante incluso, que consiguen no desentonar en el conjunto de un relato que, como veremos a continuación, está narrado desde el punto de vista subjetivo de su protagonista femenina, con lo cual introducen, gracias a esa misma “gratuidad”, un determinado componente desestabilizador de la estructura interna del relato: la noción clásica de planteamiento-nudo-desenlace se tambalea así ante los vaivenes de una narración en la cual, tal y como está planteada, puede pasar en cualquier momento cualquier “cosa”. Y esa “violación” de la narrativa tradicional es una de las bases del buen cine fantástico.

No deja de ser sintomático de las intenciones del film el hecho de que el mismo transcurra desde el punto de vista de Christine, de tal manera que a ratos podemos pensar que buena parte de lo que le ocurre, o mejor dicho, de lo que vemos que le ocurre, reside en su imaginación; o, dicho de otro modo, que no es más que el resultado de su mala conciencia. Esa perspectiva subjetiva justifica, asimismo, determinados detalles “imposibles”, como en esa escena en la cual Christine se presenta en el hogar de la Sra. Ganush para pedirle disculpas, descubriendo que se está celebrando precisamente el funeral de la gitana: Christine ve (o cree ver) a la anciana “despertándose” en su ataúd, y el cadáver va a parar encima suyo, derramando sobre ella un repugnante líquido, quizá embalsamador; ahora bien, cuando Christine se incorpora, no tiene ni una sola mancha en su ropa… De hecho, ese impagable detalle de la secuencia del banco, en virtud del cual Christine y sólo Christine ve a la vieja gitana quitándose y poniéndose la dentadura postiza (sic), apunta a algo que se desarrollará a continuación: que Christine es una “niña pija” a la que, entre otras cosas, le repugnan los pobres. Sabemos de Christine que es una chica que quiere “trepar” en el trabajo; que mira con ojos envidiosos las maniobras de lameculos de Stu; que tiene un novio aparentemente tan normal-y-corriente (ergo, tan vulgar) como ella, Clay (Justin Long); se nos dice de pasada que de pequeña fue una “niña gorda”, algo que la molestaba profundamente. Tal y como le advierte el adivino Rham Jas (Dileep Rao), Christine será capaz de hacer cosas que creía inimaginables con tal de librarse del acoso del Lamia: desde matar a su propio gatito hasta aceptar los consejos del adivino, pasando por ponerse en manos de la curandera Shaun San Dena (Adriana Barraza), profanar tumbas o intentar pasarle la maldición a un anciano decrépito o al odioso de Stu (en una secuencia brillante, la de la cafetería, que expone con sencillez y eficacia los frágiles límites de la moral y la ética del ser humano ante una situación de pura supervivencia en la que el miedo lo es todo y lo demás para a ser secundario; es interesante, asimismo, que en esta secuencia el espectador pueda llegar a identificarse con Christine y considerar, al igual que ella, que el arribista Stu es un personaje “prescindible” o “eliminable”…, o lo que es lo mismo, que merece morir). Resulta ejemplar, asimismo, la conclusión del relato, que no destriparé aquí en atención a quien todavía no haya visto la película, nada complaciente para los tiempos que corren, irónica y rebosante de mala leche.

(continuará…)

6 comentarios:

  1. Hola Tomás, ante todo felicitarte por el blog, soy un seguidor de tus críticas tanto en Dirigido Por como en Imágenes De Actualidad y ahora también de tu blog. Sobre todo me parece interesante los ejemplos que pones de secuencias concretas de las películas y de detalles de dirección que intentan provocar una determinada sensación en el espectador. Eso es lo que yo considero más interesante en cualquier crítica de cine.

    Dicho ésto, no comparto tu opinión sobre Arrástrame al infierno. Es verdad que fuí al cine con el prejuicio de que personalmente no me atraen demasiado las películas que intentan unir terror con humor. Lo que me atrae de las películas de terror es que, aparte de los "sustos" y las secuencias fuertes, tengan un tono, una atmósfera inquietante que (a falta de otra expresión mejor) de "mal rollo". Pero para mí en ésta el tono medio de guasa le quita totalmente eso por lo que en ese aspecto solo queda un conjunto de secuencias destinadas a provocar el susto de turno. En cuanto al humor para mí también falla (solo la secuencia de la cena con los suegros me pareció realmente divertida). Comparto contigo el entusiasmo por la que para mí es la mejor escena, la de la cafetería en la que se ve como un ser humano se plantea pasarle la pesadilla vivida a otra persona y enviarla así literalmente al infierno. Me parece muy interesante lo que dices del punto de vista de Christine que es el del espectador y de que lleguemos a ver con buenos ojos que Stu viva la misma pesadilla.

    Para acabar me gustaría preguntarte cúal es para tí la mejor película de Raimi, y si te parece más interesante como director de películas de este tipo como Arrástrame al infierno o de superproducciones como la saga Spiderman.

    Saludos.

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  2. Si bien el filme de Sam Raimi me parece estimable, creo que acusa un cierto desequilibrio dramático: pasajes de lograda atmósfera terrorífica (excelente, entre otros, la sesión espiritista)se ven solapados por un humor de "brocha gorda" que, por redundante, termina resultando un tanto cansino.

    Un fuerte abrazo.

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  3. Continúa, Tomás, continúa...

    Para mí la mejor película estrenada este año en nuestro país junto a Déjame entrar, Up y Un cuento de navidad.

    Lolo

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  4. La verdad, muy de acuerdo contigo, Tomás. Siempre he pensado que Raimi es un autor mucho más estimable de lo que se suele decir; de alguna manera, que no haga cine "serio" (su película más aplaudida fue 'Un plan sencillo', la más cercana, por así decirlo, al cine de los Coen) y su tendencia hacia lo 'camp' y a la autoparodia hace que muy pocos críticos se lo tomen en serio. Pero hay que reconocer que las películas de Raimi tienen un vigor narrativo que ya muchos quisieran para sí. Incluso sus películas más mediocres, como 'Spider-Man 3' incluyen momentos de gran interés (por ejemplo, la génesis del hombre de arena, para mí uno de los momentos más bellos de la filmografía de Raimi).

    Yo fui a ver esta película sin esperarme gran cosa (tenía la sensación de que la película iba a ser una versión edulcorada y comercial de la saga de 'Evil Dead') pero me resultó a la par divertidísima y terrorífica, a pesar de que es cierto que la película abusa demasiado de los efectos gratuitos. Pero la brillantez de algunas escenas como la de "en-boca-cerrada-no-entran-moscas", la del aparcamiento o, sobre todo, la de la cafetería acaban pesando más que los defectos. Por no hablar de ese apoteósico final, que me dejó con muchas ganas de ponerme a aplaudir.

    No, 'Arrástrame al infierno' no es ninguna obra maestra, pero me lo pasé 'teta' viéndola. Y no muchas películas que haya visto este año me han hecho pasármelo tan bien como esta.

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  5. Buenas tardes a todos.

    Coke: gracias por tus palabras, si bien creo que esa mezcla de terror y humor es muy característica de Raimi. Me inclino a pensar que este tipo de producción le va más que la serie "Spider-Man", que por otro lado tampoco están nada mal en su conjunto. De Raimi me gustan sobre todo el primer "Posesión infernal", "Darkman" y "Un plan sencillo"; quizá incluiría "Arrástrame al infierno" entre sus mejores logros; creo que nunca ha hecho un film completamente redondo, pero en estas cuatro hay momentos que sí lo son.

    The Fisher King: estamos de acuerdo en que hay ciertos desequilibrios, pero particularmente los atribuyo más a guión que a realización; la película está rodada con tanta gracia que, al final, le perdonas esos defectos (si bien siendo consciente de que, en efecto, están ahí...).

    i-chan: la razón por la cual mucha crítica no se toma demasiado en serio a Sam Raimi es, creo, que él es el primero que no se toma demasiado en serio a sí mismo; creo que hay un fondo de modestia en sus películas, desde las primeras hasta las últimas, los "Spider-Man" incluidos; es verdad que he dicho que el tercero me parece mediocre, pero tampoco tan horrible como se ha dicho; y, precisamente, el momento del "nacimiento" del Hombre de Arena es, de acuerdo, el mejor momento del film. Todos coincidimos en que "Arrástrame al infierno" quizá no sea un dechado de virtudes(ni, creo, lo pretende...); pero, eso sí..., ¡qué bien nos lo hemos pasado viéndola! Cuando, en las primeras secuencias, vi a la anciana gitana quitándose los dientes y dejándolos sobre la mesa llenos de babas, pensé: "agárrate, que esto va a ir a más..."; y, en efecto, así fue... A mí también me pareció divertida a rabiar, si bien puedo comprender que quien no sea amigo del cine fantástico pueda parecerle una memez.

    Un abrazo,
    Tomás.

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  6. José Belón de Cisneros15 de septiembre de 2009, 0:21

    ¡Hola a todos, especialmente a Tomás! A mí no me gustó Arrástrame al infierno porque me pareció un Raimi desinflado. Las secuencias de horror las encontré bastante tópicas, pero había detalles de humor negro, como los que habéis citado y a los que incluyo la apertura de la boca de la vieja con la pala y la patada que le endiña la protagonista para cerrársela como de las mejores cosas del film. No estoy de acuerdo contigo, Tomás, en que lo del peso que cae sobre la gitana y le saca los ojos sea tan cutre, de hecho, es de los pocos momentos en los que Raimi recurre a la planificación que le hizo tan querido por algunos, mostrándola en films tan divertidos como Darkman o El Ejército de las Tinieblas. Coincido en que el nacimiento de el hombre de arena es lo mejor de Spiderman 3. Bueno, pues que sigas haciendo críticas tan buenas, Tomás, un abrazo para tí y un saludo para los todos.
    José Belón de Cisneros

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