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miércoles, 25 de noviembre de 2009

VIEJO, GORDO Y TUERTO: “VALOR DE LEY”

Estos días ha saltado a la palestra la noticia de que Joel y Ethan Coen planean realizar en breve True Grit, esto es, un remake de Valor de ley (True Grit, 1969, Henry Hathaway), o mejor dicho, una nueva versión de la excelente novela homónima de Charles Portis (que en España publicó Bruguera en 1970, coincidiendo con el estreno entre nosotros de la película de Hathaway, dentro de su colección Libro Amigo). En el momento de escribir estas líneas se perfilan, como probables protagonistas de la versión de los Coen, Jeff Bridges (como el sheriff Rooster Cogburn), Matt Damon (como el ranger La Beouf) y Josh Brolin (como el villano Tom Chaney). También se anuncia que este remake será más fiel a la novela de Portis, lo cual puede ser cierto pero que, dicho así, probablemente habrá producido la impresión entre quienes no hayan leído el libro, absolutamente equivocada, de que el film de Hathaway no era fiel al mismo, cuando lo cierto es que lo es en un elevado porcentaje. Pero, en cualquier caso, ya se verá en su momento el resultado de esta nueva versión; lo único que espero de ella es que, como mínimo, los Coen no hagan con el Valor de ley de Henry Hathaway el desastre que perpetraron a partir de El quinteto de la muerte (The Ladykillers, 1955), de Alexander Mackendrick.

Resulta fácil ver en Valor de ley un western a medio camino entre el tono abstracto ensayado por John Ford en El hombre que mató a Liberty Valance (The Man Who Shot Liberty Valance, 1962) y la actitud de resistencia ante el cine que se estaba imponiendo en ese momento del Howard Hawks de El Dorado (ídem, 1966). Por un lado, hay en Valor de ley suficientes elementos de abstracción. El primero: su heroína es Mattie Ross (Kim Darby), una chica de 14 años empeñada en vengar la muerte de su padre, Frank Ross (John Pickard), capturando al hombre que lo asesinó, Tom Chaney (Jeff Corey). Mattie cuenta con la ayuda de dos agentes de la ley, el viejo comisario Rooster Cogburn (John Wayne) y el joven ranger de Texas La Boeuf (Glen Campbell), aunque –segundo elemento de abstracción— su colaboración en la captura de Chaney no tiene nada de desinteresada: Cogburn lo hace por los 100 dólares que le va a pagar Mattie y por la tajada que puede sacar de la recompensa que La Boeuf promete compartir con él, dado que este último busca a Chaney por la muerte de un senador tejano. Tercer elemento de abstracción: el contraste de caracteres entre estos tres personajes da pie a no pocas situaciones resueltas con un tono de comedia. Por otro lado, Valor de ley exhibe su condición de western de resistencia en el tono anacrónico de lo que muestra y, sobre todo, de cómo lo muestra: Cogburn es otro representante de “los viejos tiempos” del Far West y del western; la trama gira, como muchos clásicos del género, alrededor de una venganza, y se resuelve con un cruce de disparos entre los representantes del orden establecido y los desperados a los cuales se ha unido Chaney en su huida; y pone una especial atención en la caracterización de personajes, el tratamiento dramático del paisaje y la descripción de un modo de vida que pertenece a ese pasado: una partida de naipes que degenera en un asesinato a sangre fría; la importancia que tenían los caballos; cómo cualquier herida podía suponer la diferencia entre seguir vivo o morir; el detallismo con que está observado todo (alojarse en un hostal, tener siempre a punto las armas, herrar los caballos, darles galletas de maíz porque tienen sal…).

Todo lo apuntado bastaría para considerar Valor de ley un film admirable, si no fuera porque todavía va más allá de esos presupuestos. A pesar de la teórica influencia de las obras maestras de Ford y Hawks de esa misma década, la película no se limita a seguir el camino previamente transitado por esos cineastas (por más que comparta con aquéllos cierto espíritu generacional), ya que su realizador, Henry Hathaway, había dado sobradas muestras de una personalidad propia y diferenciada, de la cual Valor de ley acaba resultando uno de sus mejores exponentes, si no el mejor: cualquiera que conozca un poco la obra de este director no debería sorprenderse ante el carácter experimental de sus mezclas de western con otros géneros –recuérdese Alaska, tierra de oro (North to Alaska, 1960) y su extraña inclinación hacia la comedia; o El póquer de la muerte (5 Card Stud, 1968) y sus sorprendentes ramalazos de relato policíaco—, ni ante el talante inquieto, abierto a nuevas posibilidades de narrar en imágenes, de un cineasta siempre dispuesto a aprender de su trabajo. Hathaway no era un realizador anclado en el pasado, sino alguien consciente de que, durante la década de los sesenta, el cine en general y el western en particular habían cambiado. De ahí que todos sus westerns de esta década, pero sobre todo Valor de ley, sean una fusión entre lo viejo y lo nuevo, el canto del cisne del género y el anuncio de otras maneras de entender el western. Valor de ley acaba erigiéndose en el último gran western clásico, o de una forma “clásica” del mismo, y al mismo tiempo en el primer gran western moderno, o si se prefiere, el primer exponente de una cierta modernidad.

El film arranca de una manera seca y escueta, con Frank Ross despidiéndose de su familia para emprender un viaje de negocios en compañía de su ayudante Tom Chaney, y con su gratuito asesinato a manos de este último. Mattie llega al pueblo para ocuparse del cadáver de su padre, demostrando una madurez y entereza impropias de alguien de 14 años. En el pueblo se celebra la ejecución en la horca de tres hombres, vivida por los habitantes del lugar como si fuera una fiesta (detalle genial: Hathaway recoge en un mismo plano a un grupo de niños, jugando en un columpio mientras, al fondo de la imagen, se alza ominoso el patíbulo). No menos ásperos resultan los personajes que rodean a Mattie: el vendedor de caballos (Strother Martin) al que le revende los potros que compró su padre, la casera que le cobra un precio abusivo por un alojamiento consistente en compartir el lecho con una anciana y una cena a base de “harina y un poco de agua”. Únicamente cuando está a solas en su habitación, Mattie da rienda suelta a sus emociones contenidas y llora. Ello se erige en un espléndido resumen del espíritu de la película, la cual recoge todo el sabor amargo y desencantado del western de la década permitiéndose, durante unos segundos, echar una lágrima por esos tiempos en los que sentimientos y emociones eran más importantes que la violencia.

Pero Valor de ley no es un film lastimoso, sino una obra lúcida y vital que mira de frente a sus personajes, juzgándolos con severidad aun tratándolos, en última instancia, con cariño. Cogburn y Mattie –espléndidamente encarnados por John Wayne y Kim Darby— son las dos caras de una misma moneda: el primero, ese comisario viejo, gordo y tuerto, demasiado mayor para seducir a una chica, asimismo, demasiado joven, alcoholizado y de gatillo fácil, con muchos muertos a sus espaldas y un borroso pasado como ladrón; y la segunda, esa muchacha severa y entusiasta, dura y vengativa, digna heredera de las pioneras del Oeste. Ambos son, de distinta manera, reliquias del pasado unidas en una aventura regada con abruptos estallidos de violencia: hay que apuntar al respecto la extraordinaria secuencia en la cabaña de los forajidos junto al río, que culmina con el crudo momento en que Quincy (Jeremy Slate) y Moon (Dennis Hopper) se dan muerte el uno al otro a cuchillazos, en una clara demostración de la lucidez del veterano Hathaway ante la violencia del cine de la época y de los tiempos en que vivía; o el magnífico enfrentamiento final entre Cogburn y la banda dirigida por Ned Pepper (Robert Duvall), rodado como si fuera un duelo medieval, con Cogburn convertido en una especie de caballero de tiempos remotos. El epílogo del relato es, asimismo, de una excepcional brillantez: Cogburn y Mattie se despiden junto al pequeño cementerio de los Ross, en medio de un paisaje nevado, donde el viejo comisario ya tiene reservado el lugar, junto a Mattie, donde yacerá para siempre; Cogburn monta a caballo y da un salto sobre una valla; entonces, un Hathaway sensible a los nuevos tiempos cierra Valor de ley con un "moderno" plano congelado de la cabriola de Cogburn, en una imagen que tiene el mérito de erigirse en una especie de patético homenaje de despedida a una manera de entender el género del western.

13 comentarios:

  1. A mi hay algo que me parece gracioso, y es que la crítica más seria se deshace en elogios hacia la obra de Ford y Wayne (dos fachas de categoria) y luego se dedica a ridiculizar o protestar por las pelis de Stallone, Schwarzenegger, Bronson y demás. Aunque bueno, Stallone por fin está siendo reivindicado y apreciado y el cara palo de Eastwood (otro al que le encanta más una venganza que a Bronson un pistolón) que "casualmente" es respetado desde que le dieron su primer Oscar (aun recuerdo en los entrañables años 80's defendiendo yo El Jinete Pálido cuando los cinéfilos "serios" decían que no era más que otra peli facha de venganzas y masacres) y que estrene el bodrio que estrene siempre es bien recibido...

    ¿Qué diferencia hay entre Rambo II y Boinas Verdes? De hecho Rambo II tiene mejor fotografia!

    En fin, nunca entenderé por qué unos si merecen el respeto de la crítica y otros son poco menos que desterrados. Al fin y al cabo a mi Charles Bronson, puestos a comparar, me parece mejor actor que Wayne.

    Por cierto, acabo de comprarme el Imágenes de Actualidad, bien pronto que han sacado el número de Diciembre!

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  2. Buenas tardes, Tomás:
    Comparto tu admiración por este excelente western; de paso me gustaría sugerirte que dediques más entradas al llamado cine clásico (que en muchas ocasiones demuestra ser mucho más moderno que el cine actual). Pienso que “Valor de ley” es uno de los mejores westerns de la última etapa de John Wayne (un inciso: actor muy infravalorado, como demuestran sus admirables interpretaciones en “La legión invencible”, “El hombre tranquilo” o “Centauros del desierto”, entre otras); de los últimos años de su carrera también destacaría, obviamente, la extraordinaria “El Dorado”, pero también “El último pistolero”, del en ocasiones olvidado Don Siegel (últimamente parece que solo se habla de él como el mentor de Clint Eastwood). Sin ser del todo redonda, “El último pistolero” es una emotiva despedida del cine por parte de Wayne; además veo en ella un precedente de ciertas ideas presentes en la excelente “Gran Torino” de Eastwood (sobretodo en su tercio final).
    Un saludo.

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  3. Una reivindicación muy acertada, un film de su época y contra su época. Desborda humanidad y es de esas películas que no puedes evitar ver cuando la pillas en plena emisión, una de esas que te alegran el día. Seca pero tierna,divertida y reflexiva, una maravilla de un director con menos cartel del que quizás se merezca. A ver que hacen los Coen, el reparto resulta atractivo y su estilo depurado le puede sentar bien al western, y son buenos adaptadores aunque creo que no te entusiasma demasiado "No es país para viejos" que a su modo ya es un western y que innegablemente está espléndidamente rodado.

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  4. Hathaway, que gran director. Una historia de aprendizaje, sobre los mitos, el valor y la determinación(y la violencia): creo que, como se ha dicho, son filmes como este de dónde a veces ha tomado el testigo Eastwood.
    Eso sí, Dennis Hopper está pasadísimo de vueltas(se sabe que tuvo sus más y sus menos con el director), aunque por ejemplo el personaje de Duvall resulta muy interesante. "Valor de ley" es muy estimulante, aunque pienso que le falta algo de fluidez, de poesía... aunque me gusta, prefiero otros "westerns" de Hathaway. En cuanto al "remake" de los Coen, creo que puede interesarles ese contraste entre los personajes del que hablas. Hay otro infravalorado filme de Hathaway, "Círculo de fuego", que amén de tener puntos en común con "Valor de ley", contrastaba los personajes "normales" con los psicópatas, de una manera no muy lejana a "Fargo".
    Saludos.

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  5. Hola Tomás, ojeando el nuevo número de IMÁGENES veo el artículo sobre Titanic que comentabas el otro dia. No lo he leido porque me da pereza (¿qué se puede decir de la peli que no se haya dicho ya mil veces? Es un clásico demasiado sobado!) pero si me he fijado en un titular sobre los Efectos Especiales de los que comentas que abrieron nuevas puertas...Bueno, yo no estoy del todo de acuerdo. Pienso que la peli que si abrió puertas, que fue una revolución y que mostró lo que la Infografia era capaz de hacer (bien usada) era Terminator 2.

    En Titanic a mi los FX me defraudaron bastante, baste señalar esos planos iniciales del barco surcando el mar donde se nota la estética de videojuego de la infografia usada y lo cutre que resulta (solo hay que fijarse en los "monigotes" que pasean por la cubierta del barco y sus movimientos robóticos...eso no son FX impactantes precisamente!!!)

    Si he leido el cuadro de datos del film y es curioso porque hablando de rodajes difíciles el de Titanic fue pecata minuta comparado con el de Abyss (película mucho más revolucionaria en cuanto a FX y nuevas formas de rodar en agua, por cierto)

    Y ya que hablamos de James Cameron decir que ha sido decepcionante ver que con la cantidad de dinero que se ha gastado en Avatar (que por cierto, el otro dia decian en Slashfilm.com que aun quedaban 30 minutos de metraje sin terminar al que tenían que añadir los FX de sonido!) al final no se les haya ocurrido un mejor diseño de extraterrestres que hombres altos con grandes ojos y azules!

    Eso me hace recordar al mítico Kubrick y su peli 2001, Kubrick quería mostrar alienígenas pero cuando se dió cuenta que cualquier diseño que le mostraban quedaba ridículo en pantalla decidió finalmente no mostrarlos. Era una manera de asegurarse de no meter la pata!

    En Avatar había que mostrar extraterrestres, claro, pero que no se les haya ocurrido nada mejor que seres azules de videojuego...no sé, pero para mi esto ni es revolucionario ni ná.

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  6. Carlos, estoy de acuerdo con lo de algunos efectos digitales de "Titanic", como los de los "monigotes por la cubierta", que parecen F/X mal renderizados. Eso sí, otros efectos de la película si están muy logrados(la parte del hundimiento del barco). En general, son pocos los filmes que han hecho un buen uso de la infografía, y de hecho, a muchas producciones de las últimas dos décadas, este tipo de efectos no hacen sino restarles puntos: la lista sería interminable.

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  7. Buenos días a todos:

    Peliagudo tema el de la ideología de algunos clásicos del cine, Carlos; particularmente, no creo que John Ford fuese un "facha", aunque sin duda alguna era un conservador; lo creo firmemente de John Wayne por lo que he leído sobre él; también estoy de acuerdo en que el paso del tiempo revaloriza y/o minimiza estas cuestiones y que, sin duda, Stallone o Clint Eastwood ahora están bien considerados y las cuestiones ideológicas de su cine se pasan por alto o se soslayan (y, cierto, la fotografía de "Rambo" es mucho mejor que la de "Boinas verdes", je, je...: ¡la hizo el gran Jack Cardiff!). No es un tema que se pueda resolver en unas pocas líneas, y habría que ver caso por caso, pues el cine es bueno o es malo con independencia del pie ideológico de quien lo haga: hay buenas películas hechas por gente "de derechas", malas películas hechas por gente "de izquierdas", y viceversa. Añado aquí, a pesar de que el tema "Titanic" sea en otra entrada, que en su momento el trucaje de la gente digital que se ve por la cubierta del barco era muy innovador, aunque es verdad que, visto hoy en día, "canta" bastante (cosa normal, habida cuenta que la informática avanza no ya de año en año, sino incluso de mes en mes...). Dentro de diez o quince años, la gente igual se ríe de los trucajes de "Transformers" o "2012" y entonces se llevará otra cosa. Es la rueda que siempre gira y nunca para. En cuanto a los aliens de "Avatar", pues... no sé, no sé; ya hablaremos largo y tendido de este flm cuando se estrene, seguro.

    Comparto con Álvaro, Adrián y Pedro mi admiración hacia Henry Hathaway. "Valor de ley" es uno de mis "westerns" de cabecera. Es verdad, Pedro, que me gustaría hacer más clásicos en este blog, pero piensa que esto lo hago en mis ratos libres y a veces "me tira" más la actualidad, con lo cual demuestro que soy un "bloggero" como cualquier otro (tampoco he pretendido nunca ser otra cosa). También comprendo que, por regla general y salvo excepciones, la mayoría de personas que leen blogs sobre cine son gente joven, y entiendo que quieran leer antes sobre la última novedad que se acaba de estrenar que sobre clásicos que en la mayoría de ocasiones desconocen.

    Un abrazo.

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  8. Aclaro una cosa: lo de los efectos cutres de Titanic yo los noté en el cine en su dia, en el estreno (Titanic jamás la he vuelto a ver, claro ejemplo de lo poco que me gustó), en la misma sala del cine pensé: que cosa más cutre! (y es que en pantalla grande estas cosas se notan mucho más que si luego las revisas en un televisor). Y ya digo, Terminator 2 era más antigua y sus efectos eran más impactantes (aunque si, tenía algunos detalles cutres, pero curiosamente debidos a los FX tradicionales, esa moto saltando con un muñeco, que con los infográficos)

    Si, sobre ideología la cosa sería muy extensa, claro ejemplo: Charlton Heston! Un actor mítico y carismático con pelis maravillosas y en lo personal un facha como una casa (aunque no sé si al final la edad pesó más que su raciocionio a la hora de defender ciertas cosas, como dicen los filósofos todos nos volvemos más conservadores con la edad...)

    Aunque mi caso favorito es Chuck Norris: ferviente cristiano y karateka, lector de la biblia y republicano empedernido pero afecto a toda causa benéfica, Dios mediante, e incluso defensor de limitar las armas en USA (hizo incluso anuncios de televisión contra las armas!). Todo un personaje ideal para una tesis!

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  9. La verdad es que pasé por este blog de casualidad y me marché (uno más de cine.. hay tantos). Además, que no sabía qué narices quería decir TFV...
    Y ahora descubro que son las siglas del crítico de Dirigido que se encargaba de reseñar las películas de animación que otros me parece no tenían en cuenta... Me alegro de saber que andas por aquí, Tomás. Hace tiempo que no compro vuestras revistas (ya lo siento.. no compro ninguna sobre cine, en realidad)...pero recuerdo con cariño cosas tusyas como aquel Dossier sobre Disney, por ejemplo.
    Valor de ley me gusta, pero no me parece una gran película. Creo que la jugada les salió mejor a director y actor en Los cuatro hijos de Katie Elder, que tiene un algo más que a esta le falta. Seguiré tus entradas... y cuando tenga tiempo me pondré al día con las viejas. Un saludo.

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  10. Otro western de Hathaway muy poco conocido pero maravilloso es The Shepherd of the Hills (1941) con un uso espléndido de un Technicolor primitivo (hay planos que, al menos a mí, me remitieron a Velázquez). Una película telúrica y atravesada por pasiones, leyendas y tradiciones que casi parecen preceder al cristianismo, con un reparto subyugante

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  11. Gracias por dejarme participar en el blog de uno de los críticos mas razonables que hay en este pais. Me encanta la pelicula de Hathaway. También hay otra de su última etapa que me gusta mucho, creo que es "Circulo de Fuego" con Gregory Peck. Hecho en falta en el cine actual estas historias tan bien contadas y sin pretensiones tanto a nivel ético y/o estético. Lo siento pero, desde mi ignorancia, prefiero a Hathaway que a Scorsese.
    Con Stallone totalmente de acuerdo, me parecen muy estimables Acorralado, el primer Rocky, Copland, Evasión o Victoria, Fist y porque no hasta su último John Rambo me entretuvo mucho.

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  12. Buenos días a todos:

    ¡A mí también me gusta Heston, Carlos, con indepndencia de qué pie ideológico calzara! Es la historia de siempre: lo cortés no quita lo valiente, y las personas no son sólo su ideología: hay todo un mundo detrás de ellas.

    Estemos o no del todo de acuerdo, David, Duke y Anónimo, al menos está claro que compartimos la pasión por Henry Hathaway. En particular, siento por todos los "westerns" que hizo entre los años sesenta y primeros setenta una particular debilidad (entre los cuales están, aparte de los que han salido mencionados, "Alaska, tierra de oro" o "Nevada Smith"). Por no hablar, claro está, de sus aportaciones a otros géneros, como el de aventuras: "El demonio del mar", que ha salido hace poco en DVD, es una maravilla sin parangón; si alguien no la ha visto, creo que merece la pena hacerlo. ¡Y todavía habrá quién diga que Hathaway era "un artesano sin personalidad"! (que, lo juro, fue una de las varias lindezas que se dijeron en el momento de su muerte...).

    Un abrazo.

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  13. A mi modo de ver, esas lindezas son herencia directa de la política de autores que, aplicada a Hathaway, seguramente verían a un director con una obra general muy heterogénea y que gustaba de cierto mestizaje de géneros sin aparentemente demasiada unión entre sus películas. Supongo que por eso se le niega esa personalidad que sí demostraba con frecuencia (el mismo Hathaway se definía como un mecánico al que encargaban una pieza y él debía resolverla de la forma más precisa posible) como por ejemplo demuestra su habitual tratamiento de la violencia como breves pero intensos estallidos o sus no menos habituales personajes que por momentos bordean una especie de demencia (Richard Widmark y cierta escalera, Jack Elam en Rawhide, la risa burlona de Cagney al final de 13 Rue Madeleine).

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