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miércoles, 19 de julio de 2023

“Denti” (o “Tiburón 3.1”): “TIBURÓN 3”, de ENZO G. CASTELLARI



L’ultimo squalo
(1981), en España Tiburón 3 (sic), ha pasado a la historia del cine exploitation como el enésimo ejemplo de “imitación a la italiana” de un éxito del cine norteamericano. Desde luego que puede verse así, pero lo cierto es que la popularidad (y el nada despreciable éxito comercial) de esta pequeña película dirigida por Enzo G. Castellari no fue tan solo culpa de sus productores italianos (Maurizio Amati, Sandro Amati y Ugo Tocci), sino del estadounidense Edward L. Montoro, responsable de numerosas producciones de bajo presupuesto tanto norteamericanas como italianas (1), que fue quien adquirió los derechos de explotación en los Estados Unidos de L’último squalo, a través de su firma Film Ventures International (FVI), estrenándola el 5 de marzo de 1982 con el título de Great White, “Gran blanco” (2). Montoro invirtió 4 millones de dólares en tiraje de copias y creación de merchandising promocional, operación que se saldó con una muy rentable recaudación de entre 18 y 24 millones de dólares en tan solo sus dos primeras semanas de exhibición. Pero la gallina de los huevos de oro se terminó antes de tiempo a raíz de una demanda de Universal Pictures contra el film, acusándolo de ser un plagio de Tiburón (Jaws, 1975), por no mencionar el fastidio que suponía para el mismo estudio la existencia de una “secuela pirata” del clásico de Steven Spielberg ya que, por esas fechas, estaban enfrascados en la producción de lo que finalmente sería Jaws 3-D (El gran tiburón) (Jaws 3-D [a.k.a. Jaws III], 1983, Joe Alves) (3). Universal ganó el pleito, obligando a Montoro a retirar todas las copias de la película de los cines estadounidenses.



Mientras tanto, L’ultimo squalo se había estrenado originalmente casi un año antes en Italia, el 2 de abril de 1981, y ese mismo año llegaría a otros países europeos, entre ellos España, donde se estrenó el 1 de agosto con el título de Tiburón 3 (en otras latitudes se la conocería, entre otros, con los títulos en inglés de The Last Shark y The Last Jaws). Salvo error del que suscribe, y como ya apunté en este mismo blog (4), el título Tiburón 3 fue obra y gracia del distribuidor español del film, el productor José Frade, quien lo distribuyó a través de su firma J.F. Films de Distribución, S.A. Como puede apreciarse en la publicidad española de la época, donde se la anunciaba como “una fabulosa superproducción que aventaja a las anteriores por sus luchas, peripecias y guerra sin cuartel. ¡“TIBURÓN 3” NO PERDONA!” (sic), y contando con la presencia en su reparto de dos buenos y prematuramente malogrados actores norteamericanos de carácter, James Franciscus y Vic Morrow, Castellari aparecía acreditado disimulando su nacionalidad original transalpina bajo el apodo “E. G. Castell”. Puedo dar fe de la siguiente anécdota: el que suscribe la vio de estreno en el largo tiempo desaparecido cine Río de Barcelona y, al finalizar la sesión, los espectadores que habían asistido a la misma decían a los que hacían cola para el siguiente pase: “¡no entren…!”. A pesar de tan efusiva “recomendación”, Tiburón 3 convocó en España a 1.651.413 espectadores y recaudó el equivalente a 1.649.529,87 euros de la época: poca broma… (5).



Decir que Tiburón 3 es una mala película es quedarse muy corto, y al mismo tiempo, terriblemente injusto, dado que, a la vista de su humildad, burlarse de ella resulta demasiado fácil e incoherente: el film nunca pretende ser más de lo que es. Si aquí hablo de ella no es, evidentemente, gracias a su calidad, que no la tiene, sino más bien por su cualidad: el ser representativa de una manera de entender el cine de género italiano. La primera secuencia, la de los títulos de crédito, es muy característica de este tipo de película: un windsurfista navega velozmente por el mar, haciendo una exhibición para la cámara de las habilidades gimnásticas del joven; mientras tanto, en montaje en paralelo, vamos viendo insertos del fondo del mar desde el punto de vista subjetivo, cómo no, del tiburón. El montaje en paralelo se amplía, pasando de dos acciones simultáneas a mostrar tres añadiendo a los amigos del muchacho en la playa, preparando sus tablas de windsurf. Simple pero efectivo: el tiburón, fuera de campo, elige al windsurfista como su primera víctima. Castellari recurre a la misma economía narrativa para presentar al principal protagonista, recurriendo para ello al tradicional travelling por los objetos personales, las fotos y los recortes de prensa que glosan las virtudes del escritor especialista en biología marina Peter Benton (Franciscus), hasta detenerse en su mesa de despacho, donde está trabajando, escribiendo a máquina.



Ni que decir tiene que Tiburón 3 toma muchas ideas de Tiburón y Tiburón 2 (Jaws 2, 1978, Jeannot Szwarc) (6), bien sea de manera literal, o bien inspirándose en ellas para hacer algo parecido. Sin ánimo de exhaustividad, en primer lugar, se dosifica tanto como se puede las apariciones del “animatrónico” creado por Giorgio Ferrari –solo la cabeza: hacer el cuerpo entero era demasiado caro–, que, aunque risible, resulta preferible a la patética maqueta del escualo utilizada en determinados planos submarinos que parecen rodados en la pecera del despacho de alguno de los productores. Naturalmente, el ataque al windsurfista del principio, y a los participantes en la competición de windsurf que se celebra en la bahía de la localidad costera donde transcurre el relato, guarda ecos del ataque a la esquiadora náutica de Tiburón 2 y anticipa, en parte, al equipo de esquí acrobático que aparecerá en Jaws 3-D. Ron Hamer, el veterano pescador de tiburones que interpreta Vic Morrow, recuerda a Robert Shaw en el primer film, mientras que el alcalde Wells (Joshua Sinclair) también se resiste –como el de la isla de Amity al cual daba vida Murray Hamilton en Tiburón 1 & 2– a que se cierre la bahía justo antes de las festividades que ha organizado de cara a conseguir su reelección para el cargo. Como en Tiburón 2, hay una secuencia de acción que implica la participación y el hundimiento en el mar de un helicóptero. Cerca del final, el tiburón arranca una parte del muelle de madera con varias personas encima, como también hacía en la película de Spielberg. Resulta curioso comprobar que la manera gracias a la cual el escualo acaba siendo destruido, gracias a una carga explosiva que lleva consigo el cadáver de Ron que ha quedado atrapado en las fauces del pez, además de tener ecos indudables del clímax de Tiburón parece un claro anticipo de la resolución de Jaws 3-D. No nos olvidemos que, aquí, el tiburón “ruge” como un dinosaurio, ridiculez que sería adoptada, en parte, en Jaws 3-D, y plenamente en Tiburón, la venganza (Jaws: The Revenge, 1987, Joseph Sargent) (7). Pero también hay ideas tomadas de otras fuentes: la escena en la que la hija de Peter y su esposa Gloria (Micaela “Micky” Pignatelli), llamada Jenny (personaje que corre a cargo de Stefania Girolami Goodwin, hija de Castellari en la vida real), la cual pierde una pierna entre las fauces del escualo, parece sacada de uno de los mejores momentos de Orca, la ballena asesina (Orca, 1977, Michael Anderson) (8).



Al compás de la música (de alguna manera hay que llamarla) compuesta por los temibles Guido y Maurizio De Angelis, el Tiburón 3 de Castellari se muestra pródigo en escenas de “suspense” toscamente resueltas, sean o no falsas. Hay una secuencia, completamente gratuita, dado que al final resulta que no ocurre en ella absolutamente nada, en la cual una chica en bikini se lanza al mar a cámara lenta, seguida por tres chicos y otra chica, mientras, en un enésimo montaje en paralelo, vemos planos del tiburón (mejor dicho, imágenes de archivo de un escualo, muy abundantes a lo largo del metraje), supuestamente al acecho de tanta carne joven y fresca. También hay momentos involuntariamente cómicos, como aquel en el que el ataque del pez hace saltar por los aires la lancha del personaje encarnado por Ennio Girolami, el hermano de Castellari, y entonces se puede apreciar perfectamente que la persona que se halla a bordo de la embarcación es un maniquí; o la impagable aparición de Dave (Chuck Kaufman), el pistolero vestido de cowboy que ha sido contratado para matar al tiburón con su rifle alimentado con una munición explosiva…, pero que a la primera de cambio pierde esa arma sin llegar a pegar un solo tiro con ella.

 


"Tiburón 3" a ojos de un niño:

(1) Me remito, para abreviar, a la filmografía que aparece en IMDb: https://www.imdb.com/name/nm0600162/?ref_=ttfc_fc_cr4.

(2) El mismo título que tendría la mucho más reciente Tiburón blanco (Great White, 2021, Martin Wilson).

(3) http://elcineseguntfv.blogspot.com/2023/06/tiburon-32-jaws-3-d-el-gran-tiburon-de.html.

(4) Véase nota 3.

(5) https://sede.mcu.gob.es/CatalogoICAA/Peliculas/Detalle?Pelicula=613551. Dicha fuente indica otra fecha de estreno en España: el 9 de julio de 1981. En la ficha, Castellari figura, asimismo, con su nombre auténtico: Enzo Girolami.

(6) http://elcineseguntfv.blogspot.com/2023/07/terror-en-amity-otra-vez-tiburon-2-de.html.

(7) http://elcineseguntfv.blogspot.com/2023/07/la-maldicion-de-los-brody-o-los-brody.html.

(8) http://elcineseguntfv.blogspot.com/2023/05/a-la-sombra-de-moby-dick-orca-la.html.




2 comentarios:

  1. Pues a mi m parece mejor película que tiburón 3D..

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  2. Pues a mi me parece mucho mejor pelicula que Tiburón 3D...Es un clásico del cine friki y me parece un film muy injustamente tratada por la crítica.

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