Entre 1966 y 1971, la productora británica Hammer Films llevó a cabo un pequeño ciclo de “películas prehistóricas”, inaugurado por la segunda versión de Hace un millón de años (One Million Years B.C., 1966, Don Chaffey), protagonizada por la popular Raquel Welch y con efectos visuales del gran Ray Harryhausen, a la cual le siguió Mujeres prehistóricas (Prehistoric Women, 1967, Michael Carreras), Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra (When Dinosaurs Ruled the Earth, 1970) y la poco recordada Creatures the World Forgot (Chaffey, 1971). Hoy hablaremos de Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra, producida en 1968 y con copia fechada en 1969, si bien estrenada en 1970, y acaso la más interesante del lote a pesar de sus deficiencias y no pocas ingenuidades, empezando por el tópico inherente a este tipo de films: la insistencia en mostrar a dinosaurios y seres humanos compartiendo nuestro mundo, cuando es bien sabido que el homo sapiens apareció sobre la faz de la Tierra unos 200.000 años después de la extinción de los lagartos terribles.
Escrita y dirigida por Val Guest, realizador a quien se le deben otros atractivos títulos para la Hammer –El experimento del Dr. Quatermass (The Quatermass Xperiment, 1955), Quatermass II (1957), The Abominable Snowman (1957)–, además de excelentes aportaciones al cine bélico –The Camp of Blood Island (1958), Ayer enemigos (Yesterday’s Enemy, 1959)–, Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra fue una modesta producción hammeriana presupuestada en 566.000 libras esterlinas y rodada en diversos enclaves de Gran Canaria y Fuerteventura (la playa de Maspalomas, la montaña de Ansite, Amurga, Caldera de Tejera), y hace gala de algunas curiosas particularidades. En primer lugar, la presencia como asesor de guion del famoso escritor J.G. Ballard (Crash, Rascacielos, El Imperio del Sol), acreditado como J.B. Ballard, quien –como ya ocurría en Hace un millón de años– creó expresamente para el film un ficticio lenguaje cavernícola de 27 palabras, entre ellas “neecha” (“alto”), “zak” (“izquierda”), “akita” (“mira”), “necro” (“malo”), “m'kan” (“matar”), “mata” (“muerto”) o “yo kita” (“voy”). Por otra parte, la solvencia de los efectos visuales stop-motion de Jim Danforth y sus colaboradores, David W. Allen y Roger Dickens, en la línea de los creados por Harryhausen para Hace un millón de años, y que incluso llegaron a ser acreedores a una nominación al Óscar. Resulta chocante la anécdota que afirma que Guest y Danforth, que en la vida real eran muy puritanos, se negaron a incluir un tiranosaurio entre los monstruos de la película porque, en su opinión, aquél tenía connotaciones gais (sic).
Buena parte del lanzamiento publicitario giró alrededor de su protagonista, Victoria Vetri, una actriz norteamericana que había sido “chica Playboy” (Miss Septiembre 1967 y Playmate del Año 1968) usando el seudónimo Angela Dorian, había tenido pequeños papeles en títulos como Chuka (ídem, 1967, Gordon Douglas) y La semilla del diablo (Rosemary’s Baby, 1968, Roman Polanski), y su vida privada fue de lo más turbulenta y desdichada (1). Hammer Films se asoció con Playboy de cara a promocionar Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra en los EE.UU. mediante sesiones fotográficas en las que Vetri aparecía con bikinis prehistóricos todavía más diminutos que los que luce en el film. En 1984, Vetri confesó que Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra incluía los desnudos más explícitos de la historia del cine Hammer: una escena de sexo que fue cortada en el momento de su estreno pero que se encuentra incorporada en las actuales ediciones en formato doméstico.
Dentro de cierta tosquedad formal, tiene su mérito que Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra tenga a gala explicar una historia muy sencilla, cierto, pero apoyándose completamente en las imágenes y sin recurrir a los diálogos, que como hemos dicho tienen lugar en un idioma “prehistórico” completamente ficticio. Ya hemos avanzado que hay mucha ingenuidad en esta película: Sanna (Victoria Vetri) es una muchacha condenada a muerte desde su nacimiento, dado que en su aldea es costumbre sacrificar en honor del sol a las jóvenes de cabellos rubios como ella. Sanna huye de su aldea arrojándose al mar, donde es rescatada por Tara (Robin Hawdon), miembro de una tribu de pescadores que se enamora de ella, provocando así los inevitables celos de su pareja, Ayak (Imogen Hassall), quien intenta deshacerse de Sanna acusándola de ser una bruja. De nuevo huida para salvar su vida, Sanna es adoptada por un dinosaurio hembra que, al descubrirla dormida dentro de la cáscara de uno de sus huevos, cree que es una de sus crías (sic).
A pesar de esas simplezas, el film hace gala, por otra parte, de cierta, e inesperada, crudeza. La secuencia del elasmosaurus que casi arrasa la aldea de Tara tras haberlo capturado culmina con el dinosaurio quemado vivo con la ayuda de un líquido inflamable. Sanna está a punto de ser devorada viva por una planta carnívora, dentro de la cual se refugia, escondiéndose de sus perseguidores, sin conocer el peligro en el que se está metiendo, y de la cual tan solo logrará zafarse cortándose su cabellera, atrapada en las fauces del voraz vegetal con un cuchillo; precisamente, cuando Tara descubra un mechón de los rubios cabellos de Sanna cogidos por esa misma planta, creerá que la joven ha sido devorada por el vegetal. Los cazadores de la tribu se enfrentan a un chasmosaurus (una especie de triceratops), cuyas afiladas astas provocan graves heridas. En la secuencia final del tsunami que arrasa la aldea de los pescadores, Sanna, Tara y otra pareja de amigos suyos salvarán sus existencias atravesando el oleaje a bordo de una frágil embarcación; antes, Ayak morirá, tragada por las arenas movedizas, a pesar de los esfuerzos de Tara por salvarle la vida; por otro lado, unos inquietantes cangrejos gigantes aprovechan la retirada del mar para abalanzarse salvajemente sobre los aldeanos. Steven Spielberg rindió un pequeño homenaje a esta modesta pero agradable película de Val Guest en su Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993): inmediatamente después de que el tiranosaurio haya vencido a los velocirraptores que amenazaban a los protagonistas, se desploma una pancarta donde se lee el título original en inglés del film de Guest: When Dinosaurs Ruled the Earth.
(1) En 1980, fue víctima de un asalto en su propia casa, como consecuencia del cual acabó con la nariz y costillas rotas; los agresores nunca fueron detenidos. El 16 de octubre de 2010, intentó asesinar a tiros a su esposo Bruce Rathgeb, de 25 años (cuarenta y uno menos que ella), lo cual le acarreó cumplir una condena de privación de libertad, por intento de asesinato, en el Centro de Mujeres de California Central, del cual salió en abril de 2018 en libertad condicional.
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