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viernes, 2 de noviembre de 2012

“LOOPER”, DE RIAN JOHNSON (Telegrama núm. 19)



[ADVERTENCIA: EN EL PRESENTE ARTÍCULO SE REVELAN IMPORTANTES DETALLES DE LA TRAMA DE ESTE FILM.] El arranque de Looper (ídem, 2012) es de los que hacen temer lo peor. A base de mucha, demasiada voz en off, la película escrita y dirigida por Rian Johnson insiste sobremanera en situarnos en el contexto de ciencia ficción del relato, a fin de que tengamos claro que: a) nos hallamos en el año 2044; b) en el futuro –el futuro desde la perspectiva del año 2044—, nos dice esa misma voz en off, se inventarán y prohibirán los viajes en el tiempo, a fin de evitar las famosas paradojas que todo buen lector o espectador de literatura y cine fanta-científicos, variante temática viajes temporales, conoce a la perfección; c) en ese futuro a treinta años vista, el 2074 concretamente, un criminal se saltará la prohibición de viajar en el tiempo, montando un lucrativo negocio a base de secuestrar a personas “molestas” y enviarlas, maniatadas, con una capucha cubriéndoles la cabeza para preservar su identidad y cargadas de lingotes de plata, al año 2044, donde serán asesinadas nada más llegar y de este modo dejarán de existir en el futuro; y d) los matones encargados de ejecutar de inmediato a los recién llegados del futuro y cobrarse con la plata que llevan sujetada a la espalda son los loopers, una siniestra profesión muy bien pagada pero que tiene un grave inconveniente: de vez en cuando, el organizador de los viajes temporales del futuro envía al año 2044 a uno de esos antiguos loopers ya “retirados”, y con un cargamento de oro en vez de plata en la espalda, quien indefectiblemente acaba ejecutado por la versión de sí mismo del pasado: cuando eso ocurre, el looper del año 2044 sabe a ciencia cierta que exactamente dentro de treinta años él morirá… a manos de sí mismo; por tanto, conoce con exactitud el día de su muerte.




La idea es sugestiva, pero ya no lo es tanto su exposición, sobrecargada como digo por un exceso de voz en off “explicativa” del personaje protagonista del relato, el looper Joe (Joseph Gordon-Levitt), que sobre todo en esos minutos iniciales casi llega a hacerse cargante. Se puede comprender que para Rian Johnson acaso fuera necesario ese largo prolegómeno inicial destinado a ubicar al espectador en el contexto del relato, sobre todo a fin de hacerle llegar al punto que realmente le interesa: lo que ocurre cuando el Joe del año 2044 recibe el encargo de “despachar” a una nueva víctima con la escopeta recortada o trabuco que utiliza en su labor como looper, y se encuentra con que el recién llegado no es sino él mismo, es decir, el Joe del año 2074 (Bruce Willis). No solo eso: el Joe del futuro, prevenido sobre cuál va a ser su destino, consigue burlar al Joe del pasado y escapar: una paradoja se ha desatado: un bucle en el tiempo anda suelto. Cierto, el planteamiento de Looper es harto atractivo, pero la “sobreexposición” llevada a cabo por Johnson a través sobre todo del guión, casi consigue estropear su encanto y reducir el alcance de una película a todas luces descompensada. Ese propósito inicial del guionista y director de dejar bien claro desde el principio dónde estamos y qué terreno estamos pisando (y más hallándonos en el frágil territorio de las paradojas temporales) acaba volviéndose en contra de la solidez del film, habida cuenta de que, a continuación, Looper se alarga hasta las casi dos horas de metraje, tiempo más que suficiente que Johnson podría haber empleado en ir desarrollando de una forma mucho más sutil ese planteamiento inicial en teoría interesante, en vez de decantarse por resolverlo en la práctica de manera torpe y precipitada. Dos horas que, como digo, Johnson prefiere invertir en una narración que continúa pecando de la misma desigualdad del principio: buenas ideas y buenos momentos de puesta en escena se alternan con no pocos instantes absolutamente prescindibles, destinados a alargar un metraje que parece empeñado en estropearse a sí mismo.



Aparte del ya mencionado arranque, que mal que pese si por algo acaba llamando la atención es por su torpe manera de empobrecer y casi destrozar su bonito punto de partida, Looper hace gala de un exceso de verborrea inútil y, sobre todo, de redundancias: ya en esos primeros minutos, y como si la voz en off del personaje del Joe del año 2044 no contribuyera a hacer más previsible lo que va a ocurrir a continuación –es decir, que Joe va a ser el próximo looper que recibirá la fatídica visita de la versión de sí mismo procedente del futuro, anunciándole su muerte a treinta años vista—, Johnson introduce al personaje de otro looper, Seth (Paul Dano), que vive “premonitoriamente” la misma situación que luego vivirá Joe: la llegada desde el 2074 de una versión treinta años mayor de sí mismo (Frank Brennan), a la que tampoco logrará eliminar, firmando así su sentencia de muerte en el presente: un looper que falla en su propósito de matar a su versión del futuro está condenado a muerte por la organización criminal que le paga por sus servicios de matarife, pues en este caso es necesario matar a las dos versiones de la misma persona, la del presente y la del futuro, a fin de cerrar “los bucles” (cosa que en teoría es mucho más fácil: basta con matar al incompetente looper del presente para que automáticamente muera su versión envejecida del futuro). Comprendo que todo ello se trata de un ardid del guionista y realizador para ir “preparando” al espectador de cara a lo que va a venir a continuación, y para que entienda en qué consiste el problema del Joe de 2044 cuando se le escapa el Joe de 2074 (tiene que elegir entre poder vivir treinta años más o morir en el presente), pero el resultado resulta narrativamente más mecánico y dramáticamente menos denso de lo que sería de desear.



Looper
acaba siendo antes que nada un film bienintencionado y que funciona con eficacia en determinados momentos, pero el conjunto peca, como digo, de redundante y excesivamente retórico, por más que líneas generales sea más interesante que el celebrado primer largometraje de Rian Johnson, Brick (ídem, 2005; no he visto The Brothers Bloom, 2008, ni sus trabajos para las series de televisión Terriers y Breaking Bad). Ello se debe, insisto, a que Johnson invierte demasiado tiempo en potenciar determinados elementos del guion destinados a hacer avanzar el relato y hacerlo más sólido, pero su manera de hacerlo resulta, asimismo, excesivamente artificiosa y el resultado acaba resultando bastante falso. Ello se hace patente en todo lo relativo a las dos mujeres que aparecen en la(s) vida(s) de “los dos Joe”, lo cual da pie a una curiosa pero, aún así, excesivamente forzada subdivisión de la trama en dos subtramas paralelas desarrolladas en distintos planos temporales. Trataré de explicarme, pues es algo un poco complicado (que no complejo). Primero vemos cómo el Joe de 2044 recibe por sorpresa al Joe de 2074, quien consigue dejarle sin sentido y huir. Pero, poco después, vemos el proceso en virtud del cual el Joe de 2044 acabó siendo, treinta años después, el Joe de 2074, y eso pasa indefectiblemente por el asesinato del Joe venido del futuro a manos del Joe treinta años más joven. A partir de ahí, vemos la evolución del Joe joven, con los rasgos de Joseph Gordon-Levitt, y cómo se transformó en el Joe maduro, con los de Bruce Willis, prosiguiendo su “carrera” como asesino a sueldo “convencional” (dejó de ser un looper) hasta que conoció y se enamoró de una bella mujer oriental (Qing Xu), la cual le hizo desistir voluntariamente de su vida de delincuente y querer vivir en paz el resto de sus días. De este modo, se dota al personaje del Joe de 2074 de una clara motivación para sus acciones: el Joe del futuro quiere eliminar al responsable del asesinato de su mujer y de enviarle al año 2044, porque de este modo deshará todo lo ocurrido y recuperará al amor de su vida. Algo muy parecido ocurre con el Joe de 2044: perseguido por los loopers que envía tras de sí su jefe Abe (Jeff Daniels), el Joe de 2044 va a parar a una granja, donde se refugiará y terminará enamorándose de su propietaria, Sara (Emily Blunt), quien vive allí sola en compañía de su hijo, Cid (Pierre Gagnon). Hete aquí que este pequeño en cuestión es, o mejor dicho será en el futuro, el responsable del siniestro negocio de los loopers, de la futura desgracia del Joe de 2074 y de los problemas actuales del Joe de 2044: un misterioso personaje al que todos conocen únicamente con el apodo de El Fundador. Por tanto, el objetivo del Joe de 2074 será el asesinato del pequeño Cid, y el del Joe de 2044 el protegerlo, ambos motivados por el amor de dos distintas mujeres. La motivación de “los dos Joe” está muy clara, pero no traspasa el nivel de lo teórico; quiero decir que vemos al Joe de 2074 enamorado de aquella mujer oriental, y luego vemos al Joe de 2044 primero simpatizando con el pequeño Cid y poco después enamorándose de Sara y acostándose con ella, pero esas historias de amor no “se sienten”: los personajes se relacionan entre sí a capricho del guion, y no porque haya nada entre ellos que sugiera la posibilidad de ese deseo de relacionarse.



Hay otros aspectos en Looper que están cerca, muy cerca, de estropear la película casi por completo. Apunto, por ejemplo, la presencia de un personaje secundario tan irritante como el de Kid Blue (Noah Segan), otro looper al servicio de Abe que se hace (fácilmente) detestable desde su primera aparición, y que no hace sino volverse progresivamente más cargante con todas y cada una de sus salidas en pantalla, persiguiendo tenazmente al Joe de 2044: su última aparición en la carretera, en medio del primer duelo de “los dos Joe” cerca de la granja, es absolutamente gratuita y debería haber desaparecido en la mesa de montaje. Señalo, por otro lado, la no menos gratuita concesión u homenaje al Bruce Willis de Jungla de cristal en la asimismo prescindible secuencia en la que el Joe de 2074 va a parar al cubil de Abe y los loopers y se encarga de “despacharlos” a todos a golpe de metralleta. Se trata, también hay que reconocerlo, de un fragmento de acción bien rodado, pero no hace más que poner en evidencia la desigualdad de intenciones y resultados de la cual hace gala esta, a pesar de todo, atractiva película. Otro buen ejemplo de esa desigualdad reside en una secuencia que, a primera vista, también parece a todas luces excesiva, pero que luego adquiere –es de justicia reconocerlo— un sorprendente sentido. Me refiero a ese momento en que Sara discute con su hijo Cid y, ante la reacción histérica del pequeño (subrayada en ostentosos planos al ralentí), la mujer se aterroriza, sale de la habitación y corre a refugiarse… en el interior de una caja fuerte (sic); antes hemos oído que Cid fue educado por la ya fallecida hermana de Sara mientras ella estuvo fuera de casa durante años y que el pequeño, resentido por ese abandono, sigue sin llamarla “madre”; la reacción de Sara ante los gritos de Cid parece, pues, una exagerada reacción de la mujer, motivada por su sentimiento de culpabilidad; pero, más adelante, descubriremos, como digo, que hay algo más: un looper llamado Jesse (Garret Dillahunt) se presenta en la granja de Sara, y eso permitirá descubrir –en una espectacular secuencia de nuevo al ralentí que ha sido comparada, también justamente, con el apoteósico final de La furia (The Fury, 1978, Brian De Palma)— que Cid es un niño con incontrolables poderes mentales (y, por tanto, es El Fundador).



Lo mejor de Looper asoma cuando el film se concentra en lo verdaderamente interesante y se deja estar de florituras narrativas destinadas a conferirle al relato una densidad de la que, por desgracia, carece salvo en los siguientes momentos: la sencilla efectividad con que se resuelven las “llegadas” desde el futuro de las víctimas de Joe y el resto de sus compañeros loopers, por medio de un simple corte de montaje que, por unos segundos, impregna a lo narrado de una inesperada magia; ese momento magnífico –este sí— en el que Johnson resuelve elípticamente la atroz tortura a la que está siendo sometido el looper Seth, mostrándonos los efectos de las sucesivas mutilaciones del cuerpo del joven Seth en el cuerpo de la versión envejecida de sí mismo (la progresiva desaparición incruenta de su nariz, dedos, piernas, brazos…); la ingeniosa manera como el joven Joe se cita con el viejo Joe (el primero se inscribe una dirección en el brazo, que aparece así en el mismo brazo del segundo en forma de cicatriz); la mirada desolada del Joe de 2074 después de haber asesinado a un niño que acaso pudiera ser El Fundador (resulta de agradecer la valentía de una estrella como Willis a la hora de arriesgarse a “dañar” su habitual imagen heroica con una escena tan radical); o el brillante y a la vez lógico golpe de efecto del final, que por una vez y sin que sirva de precedente no voy a destripar aquí, dado el todavía muy reciente estreno de esta película, vuelvo a insistir, estimable, por más que esté muy lejos de parecerme esa obra maestra del fantástico y uno de los mejores films de ciencia ficción norteamericanos de estos últimos años, como ya se ha dicho.

4 comentarios:

  1. Buenos días, Tomás:

    Estoy bastante de acuerdo con tu artículo, en cuanto considero que la película es atractiva pero muy desigual. En este sentido, el guión es sin duda lo más endeble, lo que me lleva a la siguiente conclusión: Johnson es un director de momentos, sean secuencias (la muerte a pedacitos de Seth), imágenes (ese final) o, a falta de una palabra mejor, "sensaciones" (el fragmento que narra la vida del 1º Joe es casi onírico en un primer momento, cuando describe la vida de un drogadicto, para cambiar de registro visual al conocer Joe a su definitivo amor, siendo esas imágenes más sobrias, con más "peso"); teniendo estas ideas en la cabeza, montó una historia para que encajaran, y como era de esperar a esa historia se le ven las costuras por todas partes. Por ejemplo - y aquí me pondré un poco SPOILER - la antedicha secuencia de la tortura de Seth es absurda: se puede discutir si matando al Seth presente de mataría al Seth futuro, pero lo que está claro que en cuanto desaparece el primer dedo es imposible que Seth futuro permanezca: el Seth presente no va a salir con vida de ninguna manera. Sin embargo, la secuencia es ejemplar tomada independientemente. En resumen, es el raro ejemplo de película que hasta cierto punto sobrepasa un guión endeble.

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  2. Estoy de acuerdo en que, con una premisa tan interesante, el resultado podría haber sido mucho mejor.
    A mi entender el gran acierto es la manera de "cambiar de protagonista" (aunque en realidad sea el mismo personaje) una vez parece que la historia no pueda dar más de sí aprovechando los viajes en el tiempo. Cuando Gordon-Levitt se enfrenta a Willis nosotros "estamos con él" ya que es el personaje que conocemos, nuestro protagonista. Pero al seguir su vida y ver como se convierte en Willis y viaja al pasado nos hace ver la misma situación desde el punto de vista de la versión "vieja" de Joe. Me parece muy interesante este giro.
    Pero una vez en la granja inexplicablemente la película se va por otros derroteros y se olvida de la identificación del espectador con el personaje de Willis (con todas sus motivaciones y su historia de amor), conviertiéndolo así en terminator, cuando ya estábamos empezando a empatizar con él después de la genial escena de la conversación en el restaurante.
    Un saludo!

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  3. Pues vaya, no coincido la verdad. Sin duda, desde Origen, no me lo había pasado tan bien en el cine. He visto Prometeus, The Dark Knight Rises, Chronicle, X Men First Class, The Turin Horse (esta no es que me lo pasara bien, pero me parece una obra maestra)... Me parece que hay mucho ingenio a la hora de realizar el film, me parece que Willis está en su elemento, que Lewitt lo hace bien y su maquillaje no estroepa nada, y la historia es interesante, por más que la peli abuse de tópicos de la ciencia ficción. Me parece que hoy en día, el cine en el que los géneros palomiteros intentan ser originales, Looper lo intenta y lo consigue, muy difícilmente, pero no en la historia sino en su realización. Es muy jodido conseguir algo original en estos tiempos donde se ha tocado casi todo. Pero me parece insultante que ideas como las de In Time hagan de la ciencia ficción una vía de escape cuando encierran a uno en el más absurdo de los escapes. Sin embargo Looper me ha resultado genial, y no coincido. No es por mal, pero si una peli empieza por decepcionar, lo hará en todo el metraje, a veces es mejor irse conformando y hasta se puede pasar por alto partes tan lentas como las de la granja (esperando la llegada de Willis) o en Origen, cuando DiCaprio explica (no en off sino en on) el laberíntico pasado de éste a la joven Ellen Page para los espectadores que se sientan perdidos en el relato. No es una obra maestra, nunca lo será, pero intenta ser diferente y para mí lo ha conseguido. Hoy en día las obras maestras están muy lejos del cine comercial si no es de la mano personas como Nolan, y está más cerca del cine europeo expuesto por ejemplo en Cannes o Venecia.

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  4. 'Looper' es una película curiosa, entretenida, que parte de una premisa interesante y te hace pasar un buen rato. Eso sí, mejor no darle vueltas porque los agujeros pueden engullirte en cualquier momento. Si te mola la acción y la ciencia ficción, es para ti. Un saludo!!

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