jueves, 31 de diciembre de 2020

“EL CUENTO DE LA CRIADA”: segunda aproximación



[ADVERTENCIA: EN EL PRESENTE ARTÍCULO SE REVELAN IMPORTANTES DETALLES DE LA TRAMA DE ESTA SERIE (Y DE LA NOVELA QUE LA INSPIRA).] Como ya tuve ocasión de comentar en mi primera aproximación a lo que podríamos denominar el “universo Cuento de la Criada”, formado por la novela homónima de Margaret Atwood (1985), su primera adaptación para el cine –el largometraje El cuento de la doncella (The Handmaid’s Tale, 1990, Volker Schlöndorff)–, y la segunda para televisión –la serie El cuento de la criada (The Handmaid’s Tale, 2017- )–, hasta ese momento no había tenido la ocasión de leer el mencionado libro de Atwood (1). Una vez leído, en una reciente reedición española a cargo de Salamandra (octubre de 2020) que incluye una introducción añadida por Atwood a las ediciones publicadas con posterioridad al éxito de la serie protagonizada por Elisabeth Moss, me ha parecido una obra excelente, hasta el punto de que pienso leer su continuación escrita, asimismo, por Atwood –Los testamentos, también publicada en castellano por Salamandra en 2019–, tan pronto como me sea posible. Escribo estas líneas tras haber leído la novela y a falta de revisar la película de Schlöndorff basada en la misma, un visionado demasiado lejano en el tiempo como para pronunciarme con rigor sobre ella, por más que puedo avanzar, sobre la base de ese vago recuerdo, algo que, me imagino, habrá sido ya sobradamente comentado, con lo cual doy por sentado de que no estoy descubriendo nada: que tanto el film de Schlöndorff como la primera temporada de la serie son adaptaciones razonablemente fieles a la trama del libro. Mi intención es escribir más aproximaciones al “universo Cuento de la Criada” en cuanto haya revisado El cuento de la doncella, visto la cuarta temporada de la serie –y ya se ha anunciado la realización de una quinta–, y leído Los testamentos.



Lo primero que me ha llamado la atención de la novela son las declaraciones de su autora en la mencionada introducción incluida en las ediciones más recientes del libro. En una de ellas explica el que, a su entender, es el origen de la idea de que la protagonista de la serie se llame June, tal y como creen, asimismo, muchos lectores, cuando en la novela no tiene nombre, salvo el que usan sus amos para denominarla: Defred. “Cuando empecé –escribe Atwood–, “El cuento de la criada” se llamaba “Offred”, el nombre de su personaje principal. Está compuesto por el nombre de pila de un hombre, Fred, y el prefijo que denota posesión: es como el “de” en francés y español, el “von” del alemán, o el sufijo “son” de los apellidos ingleses, como Williamson. El nombre insinuaba también otra posible interpretación: “offred”, “ofrecida”, que aludía a una ofrenda religiosa, o a una víctima ofrecida en sacrificio. ¿Por qué no llegamos a conocer en ningún momento el verdadero nombre del personaje principal? Me lo preguntan a menudo. Porque, respondo, a lo largo de la historia mucha gente ha visto su nombre cambiado, o simplemente ha desaparecido de la vista. Hay quien deduce que el verdadero nombre de Defred es June porque, de todos los nombres susurrados entre las criadas en el gimnasio/ dormitorio, June es el único que no vuelve a aparecer nunca más. No era esa mi idea original, pero, como encaja, los lectores son libres de creerlo si así lo desean(2). La escritora se refiere concretamente a la línea final del capítulo I, Primera Parte (La noche), en la que la protagonista recuerda cómo las criadas sometidas a adiestramiento comunicaban de una cama a otra sus nombres de pila: “Alma, Janine, Dolores, Moira, June”. También menciona de pasada un dato que, ignorante de mí, desconocía por completo: la existencia de una ópera basada en su novela –The Handmaid’s Tale (2000), compuesta por Poul Ruders y con libreto de Paul Bentley–, un ballet –The Handmaid’s Tale (2013), con coreografía de Lila York– y un cómic –The Handmaid’s Tale: The Graphic Novel (2019), con dibujos de Renée Nault–.

 

A falta, como digo, de recordar con precisión la versión de Schlöndorff, la serie toma de la novela muchas cosas, entre ellas su construcción narrativa a base de flasbhacks, con la salvedad, recordemos, de que, en el arranque del primer capítulo de la primera temporada de la serie, veíamos a June/ Defred huyendo de la persecución de los Guardianes de Gilead junto con su marido Luke (O-T. Fagbenie) y su hija Hannah (Raven Riley Dupont/ Ayomi Jonas/ Jordana Blake en distintas edades), así como la captura de June y Hannah, las cuales dan a Luke por muerto. En cambio, la novela nos presenta a la protagonista ya sometida al adiestramiento especialmente concebido para asegurar la sumisión y fertilidad de las Criadas a manos de las Tías, las guardianas femeninas, y la descripción del intento de huida de Defred y su familia no aparece hasta bien avanzado el libro en forma, asimismo, de flashback, literario en este caso. Por cierto, en la novela no se menciona para nada que Luke sea, como en la serie, de raza negra, ni, por descontado, el carácter mestizo de Hannah, por más que la raza de estos personajes no resulta relevante a la hora de caracterizar a los mismos, a no ser que lo interpretemos como un ejemplo práctico del pensamiento progresista y sin prejuicios de June. Y, ya que estamos con los personajes, también llama la atención que la protagonista del libro se describa a sí misma del siguiente modo: “Tengo treinta y tres años y el cabello castaño. Mido uno setenta descalza”. Más cerca, por tanto, de la malograda protagonista de El cuento de la doncella Natasha Richardson y su metro setenta y cinco, por más que fuera rubia, que de Elisabeth Moss y su metro sesenta de estatura y el cabello asimismo rubio que luce en la serie.



No obstante, y a diferencia de la serie, el personaje del comandante en la novela y en el film de Schlöndorff (donde corre a cargo de Robert Duvall), y el de su esposa, Serena Joy (Faye Dunaway, en la película), son bastante más mayores que sus homólogos, el comandante Fred Waterford (Joseph Fiennes) y Serena Joy (Yvonne Strahovski) en la serie. ¿A qué se debe este cambio en las edades de estos personajes de la serie con respecto al libro y al largo para el cine? Especulo con que ello se justifica a fin de subrayar, más todavía que en la novela y que en el film de Schlöndorff, que el comandante Waterford se siente secretamente enamorado de su criada Defred/ June, y que le interesa más allá del hecho de que se trate de una mujer joven, y, por tanto, sexualmente más deseable que la esposa ajada imaginada por Atwood y visualizada por Schlöndorff, y eso se debe a que, además, le gusta a nivel intelectual: recordemos que el comandante llama a su criada a su despacho muchas noches… para jugar al Scrabble. El hecho de que en la serie Serena sea una mujer joven y hermosa, y por tanto también atractiva a nivel sexual, además de tanto o más intelectual que su marido, contrasta todavía más con el hecho de que el comandante Waterford ni la ama ni la desea, y en cambio, por contraste, le resulta más atractiva y excitante su criada porque es diferente.



El sexo en el libro de Atwood y en la película de Schlöndorff, tiene una importancia a nivel narrativo mayor que en la serie. En la novela, el horrible ritual de la Ceremonia destinado a conseguir que el comandante insemine a su criada, y que no es más que una repugnante violación en toda regla, está descrito con todo detalle. No solo eso: la protagonista del libro, el cual está narrado en primera persona por aquélla, es una mujer que piensa por sí misma y lucha con tal de impedir que los tiranos de Gilead le laven el cerebro y la conviertan en una sierva sumisa y paridora sin más. Además, la Defred de Atwood es una mujer joven, viva y sensual, a la que le gusta el sexo y no se le van de la cabeza sus ganas de follar. De hecho, una de las cosas que más la agravian de su condición de esclava sexual consiste, precisamente, en que tiene que follar no cuando ella quiere y con quien quiere, sino cuando se lo ordenan y con quien se lo ordenan por el mero hecho de ser mujer. En un momento de la novela, mientras la protagonista está tomando un baño, Atwood pone en su mente la siguiente reflexión: “Mi desnudez me resulta extraña. Mi cuerpo parece anticuado. ¿De verdad me ponía bañador para ir a la playa? Lo hacía sin reparar en ello, entre los hombres, sin importarme que mis piernas, mis brazos, mis muslos y mi espalda quedaran al descubierto y alguien los viera: vergonzoso, impúdico. Evito mirar mi cuerpo, no tanto porque vea algo vergonzoso o impúdico, sino porque no quiero verlo. No quiero mirar algo que me determina de forma absoluta”. Quizá fuera por eso que, para compensar la frialdad con la cual la primera temporada de la serie contemplaba la cuestión sexual –es difícil hacer una serie como El cuento de la criada, venderla como un alegato feminista en el que su protagonista es sometida a la vejación de la Ceremonia, y luego tener que explicar que, pese a ser víctima de semejante delito, a Defred le gusta el sexo…–, en el segundo episodio de la segunda temporada, No mujeres (Unwomen, 2018, Mike Barker), se subrayaba el deseo que June siente hacia Nick (Max Minghella), satisfaciendo furiosamente con él su apetito sexual largo tiempo reprimido.



La novela culmina con el mismo final ambiguo y abierto del último episodio de la primera temporada de la serie, con Defred/ June conducida por hombres armados que o bien son guardianes, o bien insurrectos disfrazados como tales, que la sacan de la vivienda del comandante y la introducen dentro de una furgoneta que la conducirá quizá a la muerte, quizá a la libertad. Es de suponer que los responsables de la serie prefirieron curarse en salud para el caso de que la misma no superara su primera temporada, pero, gracias al éxito que tuvo, a partir de las siguientes temporadas fueron ampliando la trama del libro. No obstante, el auténtico final de la novela consiste en un capítulo a modo de adenda que al contrario que el resto de la obra no está escrito en primera persona, como ya hemos indicado, sino en tercera persona, y que, básicamente, consiste en la transcripción de una supuesta conferencia impartida en el año 2195 (sic), donde se nos aclara que lo que acabamos de leer no es sino otra transcripción, la del relato de Defred grabado en viejas cintas de casete milagrosamente descubiertas. Cabe preguntarse, llegados a este punto, si Atwood conocía Mecanoescrito del segundo origen (Mecanoscrit del segon origen), la famosa novela de ciencia ficción de Manuel de Pedrolo originalmente publicada en 1974 y editada por primera vez en lengua inglesa en los Estados Unidos en 1985 –el mismo año que se publicó El cuento de la criada–, con el título de Final Trajectory, y cuya conclusión es, como mínimo, parecida.          

 



(1) http://elcineseguntfv.blogspot.com/2020/05/el-cuento-de-la-criada-una-primera.html

(2) Las declaraciones de Atwood y todos los fragmentos de la novela que cito están extraídos de la mencionada edición española de El cuento de la criada a cargo de Salamandra de octubre de 2020.


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