sábado, 4 de junio de 2016

FANTÔMAS según LOUIS FEUILLADE



[ADVERTENCIA: EL PRESENTE ARTÍCULO ES UNA VERSIÓN REVISADA DEL QUE PUBLIQUÉ EN EL NÚM. 466 DE “DIRIGIDO POR…”.] La firma MPO Ibérica, S.L., ha editado un pack de dos DVDs., que contiene las cinco películas de la serie Fantômas que dirigiera Louis Feuillade (1873-1925) entre 1913 y 1914. Una oportunidad de oro para recuperar, en copias restauradas y parcialmente sonorizadas, este bonito clásico del cine silente francés, en torno al escurridizo Emperador del Crimen creado por Marcel Allain y Pierre Souvestre.


Feuillade  escribió y realizó cinco films de metraje relativamente largo (el más breve dura 51 minutos, y el más extenso, 90) con los cuales conformó una serie dedicada a Fantômas, la célebre creación literaria de Allain y Souvestre: la formada por Fantômas a la sombra de la guillotina (Fantômas – À l’ombre de la guillotine, 1913) –basada, a su vez, en la primera novela de Allain y Souvestre, Fantômas (1911)–, Juve contra Fantômas (Juve contre Fantômas/ Fantômas II – Juve contre Fantômas, 1913) –adaptación de la novela homónima de 1911–, El muerto que mata (Le mort qui tue/ Fantômas III – Le mort qui tue, 1913) –que adapta Le mort qui tue (1911)–, Fantômas contra Fantômas (Fantômas contre Fantômas/ Fantômas IV – Fantômas contre Fantômas, 1914) –según Le policier apache (1911)– y El magistrado ladrón (Le faux magistrat/ Fantômas V – Le faux magistrat, 1914) –a partir de Le magistrat cambrioleur (1912)–, también mencionada con el título español de El falso magistrado. Producida por Gaumont y protagonizada por el excelente actor francés René Navarre (Fantômas), el escocés Edmund Breon (inspector Juve) y el también galo Georges Melchior (el periodista de La Capitale Jérôme Fandor), la serie Fantômas es una de las obras más célebres de Feuillade. Su éxito se vio interrumpido por el estallido de la Primera Guerra Mundial –su protagonista, René Navarre, tuvo que alistarse–, lo cual obligó a concluirla antes de tiempo. A continuación, Feuillade realizaría, también para Gaumont, sus otras dos obras seriales más conocidas, Les Vampires (1915) y Judex (1917).

1. “Fantômas a la sombra de la guillotina” (1913).
Los títulos de crédito de Fantômas a la sombra de la guillotina nos presentan –como también harán los de Juve contra Fantômas y Fantômas contra Fantômas– al protagonista luciendo, en una sucesión de planos medios lentamente encadenados, los distintos disfraces que el astuto delincuente llevará a lo largo del metraje. Es una manera práctica de advertir al público qué aspecto tendrá Navarre en las escenas en las que aparecerá, pero al mismo tiempo, y fuera o no Feuillade consciente de ello (pudo tratarse de algo fruto de la intuición), esos planos mostrándonos las distintas caras de Fantômas expresan poéticamente el dominio del criminal para el disfraz y el rasgo más inquietante de su personalidad: el hombre que tiene muchos rostros, pero ninguno en concreto. ¿Hace falta recordar que Georges Franju, quien homenajearía a Feuillade en su extraordinaria Judex (ídem, 1963), titularía El hombre sin rostro (L’homme sans visage, 1975) a su particular revisión televisiva del personaje de Fantômas?


La acción se divide en tres partes: “El robo del Royal Palace Hôtel” nos muestra a Fantômas apoderándose de las joyas y una fuerte suma de dinero de la princesa Danidoff (Jane Faber). “La desaparición de Lord Beltham” gira alrededor del suceso del título, en el cual está implicada su esposa, Lady Beltham (Renée Carl), en realidad amante y cómplice de Fantômas, que culmina con el macabro hallazgo del cadáver del desaparecido por parte de Juve dentro de un baúl. “Alrededor del patíbulo” glosa cómo Fantômas, que ha sido detenido por el asesinato de Lord Beltham bajo la personalidad de un tal Gurn y condenado a la guillotina, logra evadirse en el último momento con la ayuda de sus compinches.


La primera de esas tres partes atesora una secuencia de modélica construcción: Feuillade detalla en tres planos, sin que en apariencia venga a cuento, la lentitud con que el ascensor del hotel sube al tercer piso, donde está la habitación de la princesa Danidoff. Más tarde, Fantômas logrará huir del hotel dejando inconsciente al botones e intercambiando con él sus vestiduras dentro del ascensor: la lentitud de este le da tiempo para llevar a cabo tan astuta estratagema.

2. “Juve contra Fantômas” (1913).
Juve contra Fantômas glosa los (inútiles) esfuerzos del inspector Juve y de Fandor con tal de impedir que Fantômas, su cómplice femenina Joséphine (Yvette Andréyor) y el resto de su banda atraquen a un adinerado hombre de negocios a bordo de un tren (“La catástrofe del Expreso Simplon”). Más tarde, Juve y Fandor siguen la pista de Joséphine y la acorralan en un night-club de Montmartre, el “Crocodile”, donde un disfrazado Fantômas volverá a escapárseles (“En el “Crocodile””). Luego, ambos descubren que Fantômas se cita una noche a la semana con Lady Beltham en la mansión de esta, y le preparan una encerrona (“El chalet de guarida”).


Uno de los episodios más espectaculares de la serie, Juve contra Fantômas adopta la técnica del cliffhanger, abundando aquí los (brillantes) “momentos álgidos”: Fantômas ordena desenganchar el vagón de cola donde viajan Fandor y el potentado, y luego ese mismo vagón rueda pendiente abajo hasta estrellarse contra el Expreso Simplon, que circulaba detrás suyo…;


…el Emperador del Crimen organiza una aparatosa encerrona a Juve y Fandor al borde del Sena, donde deben repeler a tiros un ataque de los hombres de Fantômas, y salvar la vida escondiéndose dentro de un barril que hacen rodar en medio de las llamas hasta el agua, por donde huyen nadando…;


…también prepara otra trampa mortal contra Juve, introduciéndole una enorme serpiente en su dormitorio mientras duerme; Fantômas se zafa de Juve y Fandor cuando le detienen en el “Crocodile”, usando un par de brazos postizos que son los que en realidad sujetan los dos primeros, y en un rasgo de notable cinismo, regresa al “Crocodile” para seguir flirteando con dos damas de su agrado (sic)…;


…en el colmo de la audacia, un encapuchado Fantômas se esconde de la policía sumergiéndose en un depósito de agua, y respirando gracias a una botella de vino hueca, antes de hacer saltar por los aires la mansión Beltham con todos los policías dentro. Feuillade trabaja meritoriamente el plano fijo: en un mismo encuadre, vemos pasar al coche en el que viaja Fantômas, luego aquél en el que le persiguen Juve y Fandor, y a continuación a un sicario del primero, que se subirá subrepticiamente a la parte trasera del vehículo de los segundos para pincharles una rueda. 


Destaca asimismo la manera de integrar los escenarios naturales parisinos en la intriga, lo cual proporciona una gran viveza a las imágenes y erige el film en un magnífico documento sobre el París de la época.

3. “El muerto que mata” (1913).
El más largo de los films de la serie, dividido en seis partes (“El drama de la Rue Norvins”, “La investigación de Fandor”, “El collar de la princesa”, “El banquero Nanteuil”, “Elizabeth Dollon” y “El guante de piel humana”), y uno de los más intrincados a nivel argumental. Aquí no hay planos encadenados de Navarre, Breon y sus caracterizaciones, porque el personaje de Juve se supone que ha muerto en el clímax de la anterior película, como aclaran los “Preliminares” de esta: Fandor se recupera de sus heridas en un hospital, lamentando el asesinato de su amigo.


El muerto que mata nos muestra cómo el pintor ceramista Jacques Dollon (André Luguet) es acusado, por culpa de Fantômas, del asesinato de una mujer, e incapaz de demostrar su inocencia, termina encarcelado –la escena en la que es sometido a la ignominia de tener que imprimir sus huellas dactilares con tinta parece un anticipo de Falso culpable (The Wrong Man, 1956, Alfred Hitchcock)–, para acabar estrangulado a manos de Nibet (Naudier), el celador corrupto que colaboró en la evasión de Fantômas a la sombra de la guillotina; luego, el cadáver de Dollon desaparece misteriosamente cuando su hermana Elizabeth (Fabienne Fabrèges) se presenta en prisión para visitarle.


Fantômas roba un valioso collar a la princesa Danidoff, y deja deliberadamente en el cuello de la inconsciente dama una huella dactilar…, que resulta ser de Dollon, muerto tres días antes, porque el criminal se ha apoderado de sus huellas, confeccionando unos guantes de piel humana para despistar a la policía: Dollon se convierte, de este modo, en “el muerto que mata” (sic). Pero hasta el Emperador del Crimen comete errores: se olvidó en casa de Dollon una lista con sus próximos objetivos criminales, y para recuperarla intenta asesinar a Elizabeth, fingiendo que esta ha querido suicidarse con el gas de la vivienda. Una vez restablecido, Fandor anda de nuevo tras la pista de Fantômas: salva a Elizabeth y se hace con la lista, descubriendo que Juve no ha muerto y que persigue a Fantômas disfrazado como un pequeño delincuente, Crânajour. ¡El policía asume las técnicas del criminal para capturarle! 


Pero Fantômas, ahora bajo la falsa identidad del banquero Nanteuil, volverá a huir. El muerto que mata habría hecho las delicias de Fritz Lang: flota sobre sus imágenes, así como sobre las de la posterior El magistrado ladrón, una atmósfera esquiva y misteriosa, llena de dudas e incertidumbres, digna de Las Arañas, los Mabuse y Spione.

4. “Fantômas contra Fantômas” (1914).
Fantômas contra Fantômas se abre con un giro argumental inesperado: en la primera parte (“Fantômas y la opinión pública”), Juve es acusado por la prensa ¡de ser él mismo Fantômas!, hasta el punto de que las autoridades judiciales decretan su detención. Mientras tanto, en la segunda parte del relato (“La pared que sangra”), Fantômas –ahora bajo las falsas identidades de un viejo usurero apodado tío Moche, y de un detective norteamericano llamado Tom Bob (sic)–, prosigue sus actividades criminales, empezando por encubrir el asesinato de un cobrador para así ganarse a dos nuevos cómplices, el apache Paulet (Laurent Morléas) y su compañera (Yvette Andréyor), los cuales han escondido el cadáver detrás de una pared que, al ser agujereada por Fantômas/ Tom Bob, empieza a rezumar sangre. Por cierto, la escena de asesinato del cobrador a manos de Paulet y su novia, quienes le agreden para robarle, está notablemente resuelta: Feuillade construye un plano ingenioso, en el que vemos a Paulet apostándose, martillo en ristre, junto a la puerta de una habitación; su novia abre la puerta hacia la cámara, ocultándonos el golpe mortal que detrás de ella Paulet le asesta al cobrador, al que vemos desplomarse tras esa puerta. 


En la tercera parte (titulada, al igual que todo el film “Fantômas contra Fantômas”), y disfrazado de Tom Bob, el Emperador del Crimen vuelve a extorsionar por última vez a su antigua amante Lady Beltham, ahora casada de nuevo y convertida en la gran duquesa Alexandra, obligándola a abrir un fondo para una recompensa para quien consiga dar información que facilite la captura de Fantômas…;


…la gran duquesa organiza una fiesta de disfraces para recaudar dicha recompensa, a la cual también asisten Fandor y otro agente de policía ataviados como ¡Fantômas!; como el auténtico también hace otro tanto, ello da pie a una rocambolesca situación de “suspense”, al estar presentes tres Fantômas en la fiesta, produciéndose los inevitables equívocos; el nuevo crimen de Fantômas, asesinando al policía que iba disfrazado como él, consigue demostrar la inocencia de Juve, que es puesto en libertad, no sin antes detener a Nibet, el cómplice de Fantômas en la cárcel. Fantômas recluta nuevos hombres entre los apaches que viven en los suburbios rurales de París, los cuales llevan a cabo un plan audaz: disfrazados de albañiles, entran en los juzgados y secuestran a Juve; no obstante, Juve consigue engañar a los apaches fingiendo que él es Fantômas, y de este modo gana tiempo para que Fandor envíe a una patrulla de agentes a rescatarle. Juve y Fandor vuelven rápidamente a la mansión de la gran duquesa Alexandra, a donde Fantômas, disfrazado de Tom Bob, ha ido para que la aristócrata le dé la recompensa acumulada; los dos primeros consiguen capturarle, pero, como siempre, el Emperador del Crimen se deshace de ellos y emprende la huida. [Nota bene: La copia de Fantômas contra Fantômas está restaurada, como las del resto del pack, pero la desaparición de una secuencia ha obligado a reemplazarla por una de otro film de la serie, y está señalada con un asterisco (*).]

5. “El magistrado ladrón” (1914).
Tras un “Prólogo”, en el cual un ladrón al servicio de Fantômas, disfrazado de sacerdote, se apodera de unas joyas que acaban de vender a un joyero los marqueses de Tergall (Mesnery y Germaine Pelisse), la acción de El magistrado ladrón ahonda con más profundidad que nunca en toda la serie en la compleja personalidad de su antihéroe protagonista, habida cuenta de que, en esta ocasión, la mayor parte de la trama transcurre desde su punto de vista. De entrada, el film depara una sorpresa argumental con respecto al que le precede, puesto que arranca mostrándonos a Fantômas cumpliendo condena en una prisión belga, a la espera de ser ejecutado, y continúa, de manera no menos chocante, con Juve, disfrazado y fingiéndose un compinche de Fantômas, ¡ayudándole a escapar de su prisión en Bélgica! (eso sí, con el propósito de que huya de regreso a Francia, donde por fin podrá echarle el guante).


Tras su huida, y durante su viaje de regreso a Francia, Fantômas asesina a Pradier, un juez de instrucción de cuya identidad decide apoderarse, suplantándolo e instalándose en Saint-Calais. Bajo ese disfraz, Fantômas chantajea a la marquesa de Tergall, exigiéndole la cantidad de 500.000 francos a cambio de guardar silencio sobre su relación extraconyugal con un joven. Será la aparición de Fandor por Saint-Calais, para investigar las misteriosas circunstancias de la muerte del marqués de Tergall (por culpa, claro está, de Fantômas), lo que precipitará la nueva huida del Emperador del Crimen. Tal y como ya hiciera Juve en El magistrado ladrón, aquí también Fandor decide adoptar métodos y argucias dignos de Fantômas para intentar atraparle: véase la secuencia en la que, con la ayuda de dos policías, engaña a dos sicarios de su archienemigo, Paulet y otro apodado el Alumno, fingiendo ser el mismísimo Fantômas, a la espera de que intenten liberarle para poder detenerles. Pero Fantômas es todavía más ingenioso que sus enemigos: aunque al final será detenido, antes habrá utilizado por última vez la identidad y la firma del juez Pradier para redactar una orden de liberación de sí mismo tan pronto como haya sido sacado de Saint-Calais.


El magistrado ladrón atesora otra de las mejores escenas de asesinato de toda la serie, la del marqués de Tergall mientras duerme en su dormitorio: su esposa enciende la calefacción de gas y le deja dormido en su cama; Fantômas baja al sótano de la mansión y cierre la llave de paso, para volverla a abrir a continuación; de este modo, la llama de la habitación del marqués se apaga, dejando libre por toda la estancia el gas que acabará con la vida del enfermizo aristócrata. También hay aquí dos de los escasos movimientos de cámara que aparecen en toda la serie, pero tienen mucho sentido. El primero es un movimiento lateral de la cámara de derecha a izquierda del encuadre, poniendo en relación la habitación de hotel donde el marqués de Tergall y el joyero han cerrado su trato, y la habitación contigua, ocupada por el disfrazado Robinard (Jean-François Martial), quien ha agujereado la pared y, por detrás, el escritorio donde estaban las joyas guardadas bajo llave, para acceder a las mismas; el segundo es el bello movimiento ascendente de la cámara que sigue en plano general a Ribonard cuando se sube a una frágil escalera a la campana de la iglesia ara recuperar las joyas que robó al marqués de Tergall y que están allí escondidas, lo cual anticipa la situación de peligro que luego sufrirá tras ser traicionado por Fantômas y abandonado a su suerte ahí arriba; escena que, por cierto, luego da pie a otro momento no menos magnífico: aquél en el que, en plena misa fúnebre por el marqués de Tergall, alguien pone en marcha esa misma campana, provocando la muerte de Ribonard, que estaba cogido al badajo, y desatando sobre los presentes una inesperada lluvia de joyas y… sangre. [Nota bene: La copia de El magistrado ladrón es la más relativamente defectuosa del pack, hasta el punto de que algunas escenas presentan saltos como consecuencia de la desaparición de fotogramas, mientras que otras han tenido que ser suplidas mediante rótulos informativos adicionales y foto-fijas que se conservan.]

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