“DIRIGIDO POR…” MAYO 2011, YA A LA VENTA
Insidious (ídem, 2011), de James Wan, es la película de portada del núm. 411 de Dirigido por…, el cual incluye, entre otros contenidos, la segunda parte del estudio dedicado a Robert Aldrich, a cargo de Antonio José Navarro, y uno en torno a la figura del cineasta francés Georges Franju, escrito por Quim Casas, y al albur de la próxima edición en DVD de Ojos sin rostro (Les yeux sans visage, 1960) por la firma Versus, la cual viene acompañada por un folleto en el cual ha colaborado un servidor. Mi contribución de este mes se centra, sobre todo, en el cine mudo, dado que he escrito, por un lado, un artículo dedicado a dos extraordinarias películas de David Wark Griffith, Las dos tormentas (Way Down East, 1920) y Las dos huérfanas (Orphans of the Storm, 1921), dentro de la sección Flashback, con motivo de su edición en DVD a cargo de la firma Divisa.
““Las dos tormentas” me parece, asimismo, un completo catálogo de los mejores rasgos del cine de Griffith, y una de esas raras películas en las que cada imagen, prácticamente cada plano, está cargado con todas y cada una de las referencias culturales que constituían el bagaje cultural, y por qué no, también filosófico y humano de este pionero, firmante de obras que, como consecuencia del largo tiempo transcurrido desde su realización (algunas de ellas ya suman un siglo de existencia), me temo que están cayendo poco a poco en el abismo del olvido”.
“El título original de “Las dos huérfanas”, también conocida en nuestro país como “Las dos huerfanitas”, es “Orphans of the Storm”, o sea, “Huérfanas de la tormenta”. Una película que, a simple vista, podría encuadrarse en el cine de Griffith, digamos, “histórico” –“Judith de Bethulia” (Judith of Bethulia, 1913), “El nacimiento de una nación” (The Birth of a Nation, 1915), “Intolerancia” (Intolerance, 1916), “América” (America, 1924)–, por más que, en la práctica, sus intenciones estén más cerca del espectáculo melodramático que de la reconstrucción rigurosa de hechos”.
Asimismo, publico este mes un texto que, tiempo atrás, publiqué en este mismo blog, lo cual explica que ahora lo haya eliminado de aquí: mi comentario sobre otro clásico silente, en este caso el maravilloso film de Viktor Sjöstrom Körkarlen (1921), conocido en castellano como La carreta fantasma.
Otras críticas que publico en este mismo número son las de Código fuente (Source Code, 2011), de Duncan Jones, Sin límites (Limitless, 2011), de Neil Burger, y Scream 4 (ídem, 2011), de Wes Craven.
Así me gusta, Tomás, eliminando las evidencias de que el texto que publicaste aquí no es exactamente igual al que ha aparecido en la revista. Está claro que a veces vienen muy bien las aportaciones de otros blogueros... Me parece patético.
ResponderEliminarDudo que publiques el comentario.
ResponderEliminarBuenos días, Anónimo:
ResponderEliminarSi te refieres a mi comentario de "La carreta fantasma", no tengo el menor problema en admitir que, de cara a su publicación en papel para "Dirigido por...", retoqué ligeramente el texto, aprovechando la oportunidad que tenía de revisarlo, pues a fin de cuentas se trata de un texto mío, y me limité a ejercitar mi derecho de autor. También pacté con el editor la eliminación del texto original del blog, a cambio de su difusión en la revista, para que no estuviera duplicado, lo cual me pareció muy razonable.
Toda crítica a mi trabajo es bienvenida, proceda de "bloggers" o de cualquier otra persona, pues acostumbro a partir de la base de que no tengo la razón en todo (¡o en nada!) y de que cualquier opinión, tanto la mía como la de cualquier otro, es subjetiva, parcial y, por tanto, susceptible de estar equivocada por completo. Estas son las reglas del juego, y las juego con gusto.
¡Naturalmente que me equivoco en ocasiones! ¡O siempre! El juego va de eso. Y de aprender de los errores. Lo siento, pero no sé jugar de otra manera que no sea diciendo lo que pienso y opinando lo que quiero.
¿Te parece patético admitir los propios errores? Muy bien, es tu muy respetable opinión. Yo, sencillamente, me limito a agradecer a esas personas que nunca se equivocan y que lo tienen siempre todo muy claro (¡cómo les envidio!), que tengan la deferencia de dirigirse hacia mí y hacerme notar cuán equivocado estoy.
Muchas gracias por tu atención. Pásate por aquí siempre que lo desees.