sábado, 25 de noviembre de 2017

La honorable sociedad: “LIGA DE LA JUSTICIA”, de ZACK SNYDER



[ADVERTENCIA: EN EL PRESENTE ARTÍCULO SE REVELAN IMPORTANTES DETALLES DE LA TRAMA DE ESTE FILM.] Las desdichadas circunstancias que rodearon la producción de Liga de la Justicia (Justice League, 2017) son bien conocidas a estas alturas: su realizador, Zack Snyder, abandonó el proyecto a pocas semanas de finalizar el rodaje, abatido por la muerte de su hija, lo cual motivó que los últimos días de filmación y la postproducción corrieran a cargo de Joss Whedon, asimismo coautor del argumento y del guion junto con Chris Terrio. Existe bastante consenso en cuanto a que todo lo que hizo Whedon fue rodar algunas pequeñas escenas de diálogo y completar planos que faltaban de secuencias más grandes, con lo cual su labor no habría sido tan importante como para merecer crédito como codirector. Sea como fuere, no puede menos que pensarse que, incluso en el caso de no haberse producido la marcha de Snyder en las fases finales del proyecto, Liga de la Justicia seguiría siendo lo que es: una curiosa y bastante armoniosa fusión del cine de superhéroes de Snyder y Whedon.


No cuesta mucho ver en Liga de la Justicia numerosos “toques” à la Snyder, tanto en lo que se refiere a la visión cotidiana, casi “a ras del suelo”, de los superhéroes, lo cual ineludiblemente hace pensar, sobre todo, en su lectura cinematográfica de Watchmen (ídem, 2009) (1), y que también se hallaban presentes, pero con mucha menos fuerza e intensidad, en sus otras dos películas precedentes dentro del Universo Cinematográfico DC: El Hombre de Acero (Man of Steel, 2013) (2) y Batman v Superman: El amanecer de la Justicia (Batman v Superman: Dawn of Justice, 2016) (3). Hay, incluso, una inesperada revisión parcial del estilo visual desarrollado en la estupenda 300 (ídem, 2006) en la que, por otra parte, es una de las mejores secuencias de acción de Liga de la Justicia, si no la mejor: el momento en que la reina Hipólita (Connie Nielsen), madre de Diana Prince/ Wonder Woman (Gal Gadot), y sus amazonas, tratan de poner a salvo una de las tres Cajas Madre del ataque del villano de la función, Steppenwolf (que, en la V.O. del film, se expresa con la voz del excelente Ciarán Hinds).


En cambio, el concepto de la Liga como equipo parece más bien de la cosecha de Whedon, así como el sentido del humor que lo sazona, en la línea de lo desarrollado, por descontado, en sus dos entregas para Marvel de las aventuras de Los Vengadores (2012-2015) (4); por fortuna, en lo que a comicidad se refiere, el resultado no resulta tan cargante como el de la apayasada Thor: Ragnarok (ídem, 2017, Taika Waititi) (5). Puestos a hilar fino, la secuencia de acción cerca del principio, en la que Wonder Woman frustra un atentado terrorista dentro de un banco, asimismo bien resuelta en sus líneas generales, parece un guiño a El caballero oscuro (The Dark Knight, 2008) (6), del aquí productor ejecutivo Christopher Nolan; como también lo parece ese momento en que Bruce Wayne/ Batman (Ben Affleck) descubre ante Wonder Woman su espalda desnuda llena de cicatrices y moratones.


Más allá de estas, digamos, pinceladas “autorales”, que demuestran que, mal que pese y guste o no, Liga de la Justicia es un fiel reflejo de la personalidad de sus diversos responsables, la película repite en gran medida buena parte de las virtudes –que las tenía– y los defectos –que también– de Batman v Superman, con buenas ideas de guion y de momentos de puesta en escena que se combinan, torpemente, con ideas de segunda fila y soluciones de realización harto convencionales. De entrada, Liga de la Justicia es un film un tanto deslavazado y falto de cohesión, habida cuenta de que una de sus teóricas virtudes, su reducción de metraje con respecto a su predecesora –121 minutos, frente a los 151 de Batman v Superman en su montaje para cines–, a la larga acaba volviéndose en contra del mismo. Si, por un lado, se agradece que, tras la previa presentación de Batman, Superman (Henry Cavill) y Wonder Woman en El Hombre de Acero, Batman v Superman y Wonder Woman (ídem, 2017, Patty Jenkins) (7), Liga de la Justicia vaya desde el principio “al grano”, ello está, por otra parte, descompensado por la escasa descripción que se nos proporciona del resto de miembros del equipo: Barry Allen/ Flash (un Ezra Miller que tiene a su cargo el personaje “gracioso” de la función), Arthur Curry/ Aquaman (Jason Momoa) y, algo menos, Victor Stone/ Cyborg (Ray Fisher), a la espera, probablemente, de las películas que estarán centradas en los dos primeros, Flashpoint (2020) y la ya en postproducción Aquaman (James Wan, 2018), respectivamente.


Pesa en contra del resultado el escaso interés de la figura del villano, el mencionado “conquistador de mundos” Steppenwolf, que está visualizado de manera poco atractiva: sus apariciones, solo o rodeado de su ejército de Parademonios, guardan numerosos ecos visuales de las películas de Peter Jackson a partir de las obras de J.R.R. Tolkien, lo cual en sí mismo considerado no tiene porqué ser bueno o malo si no fuera porque, a ratos, impregna a la función de una poco deseable sensación de déjà vu. Ello no obsta, empero, para que la presencia en pantalla de Steppenwolf y los Parademonios no dé pie –insistamos– a algunas escenas de acción resueltas con pericia, caso de la que abre el film, la pelea de Batman contra un Parademonio, o sobre todo la lucha de los miembros de la Liga contra Steppenwolf y los Parademonios en los subterráneos del puerto de Gotham. Mas, a pesar de ese esporádico vigor de la realización, el conjunto adolece de superficialidad, de falta de densidad.


Funciona mejor, por comparación, lo relativo al gran cabo que quedaba suelto al final de Batman v Superman y que aquí tenía, inevitablemente, que resolverse: la resurrección del difunto Superman. De hecho, la secuencia en la que Batman, Wonder Woman, Flash y Aquaman vuelven a la vida al Hombre de Acero en el mismo laboratorio/ nave extraterrestre de Lex Luthor (Jesse Eisenberg) visto en la anterior película –aviso para navegantes: Luthor protagoniza la secuencia post-créditos de Liga de la Justicia–, es, como digo, otra de las mejores del film. Hay aquí, incluso, una buena utilización narrativa y expresiva de los efectos visuales, en particular lo relativo a la visualización de la súper-velocidad, a cámara lenta, del personaje de Flash, por más que se trate de un recurso que se repite sobremanera a lo largo de la proyección, y dejando aparte que tampoco sea nada novedoso: recordemos que ya lo hizo Bryan Singer, y con más gracia, en sus dos últimas películas sobre la Patrulla X: X-Men: Días del futuro pasado (X-Men: Days of Future Past, 2014) (8) y X-Men: Apocalipsis (X-Men: Apocalypse, 2016) (9). Pero hasta el resultado de ese teórico gran momento, que se prolonga a las escenas posteriores en las que los miembros de la Liga se ven obligados a enfrentarse a un resucitado pero también desmemoriado y desconcertado Superman, si bien resuelto con corrección, adolece de la misma frialdad y escasa emotividad que se echa en falta, sin ir más lejos, en los inmediatamente posteriores cara a cara de Superman con su amada Lois Lane (una abotargada Amy Adams) y su madre adoptiva Martha Kent (Diane Lane): la emoción es la gran ausente de una función teóricamente emocionante. Resulta preferible, por su sencillez y su respeto a cierto espíritu ingenuo de los cómics originales esa breve, pero simpática, escena post-créditos en la que Superman y Flash se hacen la vieja pregunta que se han formulado los lectores desde hace décadas: ¿cuál de los dos es más rápido?     



(6) Véase nota 1.
(9) http://elcineseguntfv.blogspot.com.es/2016/06/dirigido-por-de-junio-2016-la-venta.html

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