jueves, 20 de diciembre de 2012

“EL HOBBIT: UN VIAJE INESPERADO”, de PETER JACKSON (Telegrama núm. 21)


[ADVERTENCIA: EN EL PRESENTE ARTÍCULO SE REVELAN IMPORTANTES DETALLES DE LA TRAMA DE ESTE FILM.] Creo que no tiene ningún sentido intentar reprocharle a El hobbit: Un viaje inesperado (The Hobbit: An Unexpected Journey, 2012) sus evidentes similitudes narrativas y visuales con la trilogía de El Señor de los Anillos (The Lord of the Rings, 2001-2003), habida cuenta de que estamos hablando de una película dirigida por el mismo realizador –Peter Jackson—, basada en otra novela del mismo autor –J.R.R. Tolkien—, escrita por los mismos guionistas –Fran Walsh, Philippa Boyens y el propio Jackson, a los cuales se añade Guillermo del Toro, primer director inicialmente previsto para este proyecto—, llevada a cabo casi con el mismo equipo de colaboradores –el director de fotografía Andrew Lesnie, el compositor Howard Shore, el decorador Dan Hennah, los técnicos de efectos visuales de Weta Digital—, y que además comparte con la trilogía de los Anillos a varios de sus principales intérpretes repitiendo los mismos personajes –Ian McKellen (Gandalf), Andy Serkis (Gollum; curiosamente, también acreditado como director de segunda unidad), Cate Blanchett (Galadriel), Hugo Weaving (Elrond), Christopher Lee (Saruman), Ian Holm (Bilbo viejo), Elijah Wood (Frodo); a los cuales parece ser que se les unirá, en alguna de las dos posteriores entregas que conforman esta nueva trilogía tolkieniana, Orlando Bloom (Legolas)—; todo ello para narrar una aventura fantástica que transcurre en el mismo escenario imaginado por Tolkien: la Tierra Media, si bien su acción dramática propiamente dicha se sitúa cronológicamente sesenta años antes de los acontecimientos narrados en El Señor de los Anillos-la novela y la trilogía de Jackson.




Cierto: El hobbit: Un viaje inesperado es la primera entrega de una nueva trilogía de Jackson en torno a otra obra de Tolkien, en este caso El hobbit, interesante aunque inferior a la posterior El Señor de los Anillos, de la cual vendría a ser por tanto un precedente o, como se dice hoy en día (mediante una terrible palabreja), una “precuela”. Meses atrás sorprendió a propios y extraños que Jackson anunciara que su versión de El hobbit, una novela de tamaño y ambiciones mucho menores que las de El Señor de los Anillos, iba a constar de tres películas en vez de dos, tal y como se dijo en un primer momento, porque su realizador veía factible “ampliar” los acontecimientos narrados en el original literario de Tolkien mediante la adición de más material del mismo escritor extraído de otras obras suyas que giran alrededor de los escenarios de la Tierra Media. Sea como fuere, y a falta todavía de ver las otras dos entregas de este nuevo trío de films tolkienianos –El hobbit: La desolación de Smaug (The Hobbit: The Desolation of Smaug, 2013) y El hobbit: Partida y regreso (The Hobbit: There and Back Again, 2014)—, y teniendo en cuenta que El hobbit: Un viaje inesperado hace gala de un generoso metraje de 169 minutos, no cabe duda de que o bien ese material adicional es suficiente para rellenar tres películas tan largas –es de suponer que la segunda y tercera parte tendrán una duración parecida—, o, por qué no, que Jackson y sus guionistas pueden haber dado rienda suelta a su imaginación. Este primer film de la nueva trilogía ya hace gala, de entrada, de ciertas adiciones con respecto a El hobbit-la novela que permiten vislumbrar la existencia de ese nuevo material (o no tan nuevo, si parte, como se afirma, de otros textos de Tolkien); en primer lugar –y se nota—, la incorporación de personajes (e intérpretes) ausentes en el original literario que aparecen aquí en plan figuras/estrellas invitadas, tal es el caso del hobbit Frodo, la reina elfo Galadriel y el mago Saruman el Blanco, cuya adición –al menos, de momento: la dos siguientes entregas fílmicas lo aclararán— no parece sino una especie de “súperguiño” a la trilogía fílmica de los Anillos; y, en segundo lugar, la incorporación de personajes que, si no recuerdo mal, tampoco aparecen en El hobbit-la novela pero sí figuran en el acervo de la obra de Tolkien, tal es el caso del mago Radagast (Sylvester McCoy) y, sobre todo, de la tenebrosa figura que en el futuro –en El Señor de los Anillos-novela y films— será conocida como Sauron y que aquí se vislumbra fugazmente bajo el nombre de El Nigromante (Beneditch Cumberbatch, quien por cierto también presta su voz al dragón que –tal y como se anuncia en el plano final de Un viaje inesperado— centrará la acción de La desolación de Smaug).



Mi impresión general es que Jackson y sus colaboradores parecen haber querido aprovechar la adaptación de El hobbit-la novela para incorporar a la misma todo o casi todo lo que dejaron fuera de su versión de El Señor de los Anillos-la novela; es decir, han querido beneficiarse de este retorno cinematográfico al universo de Tolkien para recuperar, si no todo, al menos una buena parte de lo que hubo que suprimir para El Señor de los Anillos (a pesar de las alrededor de diez horas de metraje de la trilogía en su versión extendida), partiendo de la base que les proporciona el tamaño estándar del libro de El hobbit. Creo que esto último queda muy claro en las dos primeras (y brillantes) secuencias de El hobbit: Un viaje inesperado: el prólogo, narrado en off por el anciano hobbit Bilbo Bolsón, en el cual se nos describe la historia del reino de Erebor, en el país de los enanos, y la conquista y destrucción del mismo por el gigantesco dragón Smaug, quien custodia desde entonces el inmenso tesoro de los enanos (resulta bonito, dentro de su aparatosidad y su evidente intención de empezar el film “a lo grande”, que esta secuencia dosifique la visualización del dragón, en todo momento mostrado o bien en off visual, o bien de manera fragmentaria –su silueta, sus llamaradas, sus patas, su cola—, dándole así un carácter más sugerente y, por qué no, mítico a lo narrado); y la siguiente secuencia, que nos muestra al asimismo viejo Bilbo hablando con su sobrino, el famoso hobbit Frodo, la cual sitúa al espectador en el arranque de El Señor de los Anillos: La comunidad del anillo: de la conversación entre ambos se deduce que hemos vuelto a ese momento en que Bilbo prepara su fiesta de cumpleaños, y que Frodo está esperando la inminente llegada de Gandalf , quien llevará a cabo sus ya famosos fuegos artificiales mágicos. Esta secuencia en particular tiene un encanto especial porque sitúa muy bien al espectador no avezado en la obra de Tolkien (no tiene por qué serlo) dentro del contexto de un relato que revela de buen principio su carácter de complemento de El Señor de los Anillos (novela y films), y de paso, se erige en una especie de “secuencia añadida” con respecto a lo narrado en La comunidad del anillo: the movie (más allá del detalle, irrelevante, de que percibamos que hasta un actor de facciones aniñadas como Elijah Wood se ve aquí un poco menos joven que cuando rodó la primera trilogía de Jackson diez años atrás). De este modo, luego “saltamos” por así decirlo del principio de La comunidad del anillo al de Un viaje inesperado, con un Bilbo Bolsón sesenta años más joven (y con los rasgos del excelente Martin Freeman) recibiendo la visita del mago Gandalf para embarcarle en una peligrosísima aventura, tal y como volverá a ocurrir seis décadas más tarde con su sobrino Frodo.



No me parecen de recibo los comentarios que ya he oído o leído con respecto a que El hobbit: Un viaje inesperado es mejor o peor que la trilogía de El Señor de los Anillos. Sobre todo, me resulta completamente incomprensible que haya quien elogiara las tres partes de El Señor de los Anillos y ahora desprecie el resultado de El hobbit: Un viaje inesperado, o viceversa, cuando a mi modo de ver hay una notable sensación de continuidad y unidad de estilo entre la primera trilogía tolkieniana y lo que hemos visto por ahora de la segunda. Ya he hablado del arranque de esta última, esa secuencia-prólogo ambientada en el reino de los enanos, que me parece además un claro equivalente de la muy similar secuencia bélica con la que arrancaba La comunidad del anillo. Yendo más lejos, y hablando ahora del final de Un viaje inesperado, el tono melancólico pero aquí ligeramente más esperanzador de la conclusión abierta de esta última también corre parejo con la atmósfera de incertidumbre que bañaba las escenas finales de La comunidad del anillo (para quien esto firma, la mejor y más fantastique entrega de la primera trilogía); y más teniendo en cuenta que, tanto en La comunidad del anillo como en Un viaje inesperado, se llegaba a esas conclusiones tras dos excelentes set-pieces: la batalla contra el Balrog en las Minas de Moira en el caso de la primera, y, en el de la segunda, la espectacular huida del cubil de los trasgos –algo rocambolesca y, como acaso diría el amigo Tonio L. Alarcón, un poco videojueguil, pero muy divertida— por parte de Gandalf y los enanos liderados por el aguerrido príncipe Thorin (Richard Armitage). Resulta hasta cierto punto previsible que Un viaje inesperado desprenda una prácticamente inevitable sensación de déjà vu con respecto a la trilogía de los Anillos, más allá de las coincidencias apuntadas al principio de estas líneas en materia de autor adaptado, escenarios, personajes, intérpretes y texturas visuales en general: aquí reaparecen, por ejemplo, los planos descoloridos y con efecto “humeante” que expresan el punto de vista de Bilbo tras haberse vuelto invisible cuando lleva el Anillo Único ceñido en su dedo; o los ya arquetípicos encuadres generales aéreos sobre los impresionantes paisajes montañosos de Nueva Zelanda empleados para recrear la abrupta geografía imaginaria de la Tierra Media y el avance a través de ella, a caballo o a pie, de los aventureros, los cuales no siempre tienen una función narrativa aunque, a ratos, también hagan gala de ella.



Pero, a pesar de esto, de que no todos sus momentos puramente fantastiques estén conseguidos –por ejemplo, la fugaz aparición del Nigromante—, y del carácter excesivamente forzado de la antes mencionada mezcla de personajes de El Señor de los Anillos-novela y films con los de El hobbit-novela y film(s) que se produce en el episodio que tiene lugar en el reino elfo de Rivendel –y más allá del placer que produce ver interactuar a Ian McKellen, Martin Freeman, Hugo Weaving y Richard Armitage con los magníficos Christopher Lee y Cate Blanchett—, Un viaje inesperado acaba brillando a gran altura en los momentos, digamos, “fuertes”: además de las ya mencionadas secuencias del prólogo en Erebor, de la transición simbólica entre este film y La comunidad del anillo, y de la huida a mandobles del reino subterráneo de los trasgos, la película atesora demasiadas buenas cosas como para considerar que se trata de una (otra) simple operación por parte de Peter Jackson para ganar mucho dinero; y, caso de que lo sea, ello no me parece incompatible con su sentido del buen cine: véase la secuencia ligeramente ralentizada de la canción de los enanos ante la chimenea encendida en casa de Bilbo, que apunta al empleo que hacía Tolkien de las canciones en sus obras con vistas a conferirles a la vez un tono poético y una atmósfera ancestral (recuérdese al respecto el apunte, ya incluido en El retorno del rey, de la escena de la coronación de Aragorn / Viggo Mortensen); la inquietante secuencia en la que intuimos la presencia de unas repugnantes arañas gigantes alrededor y sobre el techo de la cabaña del mago Radagast, mientras este último está llevando a cabo un encantamiento purificador con un puercoespín; la hermosa de la lectura del mapa por parte de Elrond a la luz de la luna; la onírica en la que los héroes ven interrumpida su peligrosa escalada de una montaña por una inesperada batalla de gigantes hechos de piedra (sic); el logrado encuentro de Bilbo y Gollum en las cuevas, jugando a los acertijos poco después de que el primero haya encontrado casualmente el Anillo Único que tan fundamental será dentro de la acción de El Señor de los Anillos-novela y films, en una secuencia perfectamente ritmada y que sabe reproducir con fidelidad y energía el fragmento homónimo de El hobbit-novela; en particular, ese brillante clímax con Gandalf, Bilbo y los enanos subidos a un árbol al borde del precipicio para resistir el ataque de los orcos que les lanzan los wargos (lobos gigantes) que cabalgan, y que culmina con la que creo es una de las imágenes más bellas que haya conseguido hasta la fecha su realizador: el rescate in extremis de los héroes por parte de las águilas gigantes convocadas por Gandalf. Un viaje inesperado no es una obra maestra, ni creo que pretenda serlo, pero a pesar de todo hace gala de un interés por encima de la media habitual del cine de gran espectáculo.



Nota final:
añado un enlace a mi comentario, publicado en este blog, sobre la trilogía de El Señor de los Anillos desde el punto de vista de su sentido como adaptación del original homónimo de Tolkien, que era a su vez una especie de complemento del estudio sobre Peter Jackson que publiqué en Dirigido por…, núm. 396 (enero 2010), con la única finalidad de “refrescar” un poco esa primera trilogía; y un comentario de El hobbit: Un viaje inesperado, a cargo del amigo Sergi Grau, y publicado en su Voiceover’s Blog el pasado 18 de diciembre, que me parece harto revelador, entre otras razones, por la manera como pone en relación al film con el acervo de la obra de Tolkien.


El Señor de los Anillos: la adaptación de Peter Jackson:
Voiceover’s Blog:

3 comentarios:

  1. Coincido practicamente con todo. Justo análisis de una muy notable producción que, creo, ha sido recibida con muchos prejucios por los detractores de Tolkien-Jackson y fanatismos por sus seguidores. Mi opinión completa en: http://tdacine.blogspot.com.es/2012/12/el-hobbit-un-viaje-inesperado-hacia-la.html

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  2. Una película que ha sido injustamente atacada por la crítica, sobretodo la estadounidense. Tiene exactamente las mismas virtudes y defectos que la trilogía del anillo. Es decir, está a la altura.

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  3. De acuerdo con tu crítica. Me ha gustado mucho la película y creo que Jackson la ha hecho muy bien como adaptación que es.

    Las partes que ha añadido ayudan a establecer mayor relación con "El señor de los anillos" como el comienzo en el que aparece Frodo o la reunión de los sabios en Rivendel. Dar mayor parte a Radagast y a Azog el orco, creo que no pasaban de la mención en el libro, ha sido perfecto para que hubiera un aliado más y sobre todo un antagonista.

    Impecablente adaptada la secuencia de los acertijos con Gollum, estupenda la huida de las cavernas de los trasgos y también el prólogo como ya explicabas en la crítica. Geniales las caracterizaciones de Radagast con esa caca de pájaro en la cabeza, el rey trasgo y su asquerosa papada y también los gigantes como parte viva de la misma montaña. No tanto los enanos, Thorin parece un humano y Balin tampoco me ha gustado. Tampoco me gusta mucho el supuesto toque cómico de Ori y su tirachinas (seguro que al final llevará a cabo una gran azaña con ese arma).

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