La recientemente estrenada película de James Watkins La mujer de negro (The Woman in Black, 2012) es el principal tema de portada del núm. 47 de Scifiworld, correspondiente al mes de marzo, así como de un extenso artículo sobre el film, la novela original y otras adaptaciones para teatro y televisión de la misma escrito por Ignasi Juliachs. Destacan, entre sus otros contenidos, un artículo dedicado a la figura de Joe D’Amato, escrito por Manuel Ruiz Galán; un recorrido sobre el “cine apocalíptico”, a cargo de Jordi Ardid; una mirada sobre el film de John Hough Biggles, el viajero del tiempo (Biggles, 1986), aportación de Mike Hodges; una panorámica sobre la obra de Alan Moore, diseccionada por Rafael Ruiz-Dávila; un reportaje sobre el animador stop-motion Lee Hardcastle, escrito por Óscar Pla; dentro de la sección “Ellos también fueron fantásticos”, una evocación del excelente film de Robert Mulligan El otro (The Other, 1971), abordada por Christian Aguilera; y otra de una película no menos espléndida, Henry: retrato de un asesino (Henry: Portrait of a Serial Killer, 1986), de John McNaughton, escrita por Juan Andrés Pedrero Santos.
Mi contribución de este mes es un artículo que he titulado Los años fantásticos de Disney. La época bizarra del estudio del ratón (1979-1985), período durante el cual esta productora manifestó un particular interés por el cine fantástico, dando pie a títulos como:
El abismo negro (The Black Hole, 1979), de Gary Nelson: “un más que esforzado intento del estudio del ratón por subirse al carro de la revitalización del género de la “space opera” auspiciado por la saga galáctica de George Lucas”.
El dragón del lago de fuego (Dragonslayer, 1981), de Matthew Robbins: “uno de los mejores films de imagen real de Disney y una de las mejores aproximaciones a la temática fantástica de los dragones”.
Tron (ídem, 1982), de Steven Lisberger: “interesa recalcar aquí (…) el considerable nivel de riesgo que Disney corrió a la hora de hacer frente a una idea que, en aquel momento, resultaba tan nueva que parecía, sencillamente, demencial”.
Something Wicked This Way Comes (1983), de Jack Clayton: “fue la mayor víctima de la arriesgada política de producción “disneyana” de la época, lo cual resulta tremendamente lamentable, habida cuenta de que esta adaptación de la novela de Bradbury “La feria de las tinieblas” (…) es la mejor película “maldita” de la historia del estudio”.
Taron y el caldero mágico (The Black Cauldron, 1985), de Ted Berman y Richard Rich: “primer film de dibujos animados de Disney calificado PG-13 (¡increíble, pero cierto!)”.
Oz, un mundo fantástico (Return to Oz, 1985), de Walter Murch: “una visión bastante singular, mucho menos infantilizada y, por el contrario, más terrorífica de lo que se podía esperar de un proyecto de sus características”.
Hola Tomás!
ResponderEliminarParece que va ha ser una Sci-fi interesante. Lo que dices creo que desmonta cualquier idea previa de que Disney es un estudio "blanco" y "blando" en cuanto la temática de sus historias. Algunas de las que comentas no las he visto desde niño, pero recuerdo que "Abismo negro" me impactó, Tron me aburrió sobreranamente y "Oz" me deprimió un poco.
Perdón por el "ha ser".
ResponderEliminarHola, me ha encantado el número de este mes. Disney por un lado y d'Amato por el otro, jeje. Hay un cine fantástico setentero desesperanzado y malrollero, que contrasta con el fantástico ochentero, más vistoso y más "rearmado moralmente" (quizá sea un eco del reaganismo, o tal vez los cambios en la industrial del cine), y también más necesitado de reivindicación, que hay mucho cine bueno que sólo vimos en la infancia.
ResponderEliminarLo que voy a decir es "off-topic" total, pero ayer volví a ver "Doctor Zhivago" y después releí el capítulo que le dedicaste el tu libro sobre David Lean, y es como hablar con un amigo de toda la vida. Un saludo y larga vida al fantástico.